03:34 de la madrugada de un día como hoy, hace doce años, y el suelo se mueve como si fuera un látigo. Un tercio de Chile se afecta con uno de los cinco terremotos más fuertes del mundo, conforme se tenga registro: 8,8 de magnitud Richter.
Si bien hay diferentes datos, según fuente de origen, un estudio del SML, indica que el total de personas fallecidas fueron 547 y 46 personas desaparecidas. Alrededor de la mitad de los fallecidos ocurrieron en el Maule. Las pérdidas materiales, se cuantificaron inicialmente en cerca de 21 mil millones de dólares, siendo más relevante la destrucción o daño de unas 370 mil viviendas. Sin duda que fue una catástrofe.
Han pasado 12 años, y la herida sigue abierta para las familias que perdieron a sus seres queridos y, más aún, para aquellas cuyos familiares nunca fueron encontrados, en especial, producto del tsunami.
Han pasado 12 años y si bien es cierto gran parte de la infraestructura ha sido reconstruida o reparada, todavía existen obras pendientes o en desarrollo (un ejemplo es la segunda parte del parque de mitigación en la rivera sur del rio Maule, en Constitución), no obstante, se ha avanzado mucho.
El tsunami, golpeó con fuerza la costa, donde se llevó casas y vidas. Esas zonas quedaron marcadas con la destrucción, no obstante, informes previos con modelos de simulación de zonas inundables ya lo advertían, con la atenuante para las construcciones de que fueron levantadas decenas de años antes de los análisis técnicos.
No obstante, llama poderosamente la atención que posterior al 27/F, en esas mismas áreas en que el golpe de sucesivas olas destruyó todo lo que había a su paso -a orilla de playa o en cotas bajo los 10 ó 15 metros- nuevamente se esté edificado en el mismo lugar.
¿Qué es lo que no se entiende? Se entiende que un país con una tremenda identidad marítima, como Chile, muchas personas deseen tener su vivienda cerca del mar, pero evidentemente si no es en cota segura, debe ser alejado de la orilla, pero eso no considera como variable de seguridad por muchos. En esta parte del relato, se debería decir ¿y quien fiscaliza?, pero creo -al menos para esta columna- que eso está de más, pues el sentido común tiene un rol fiscalizador que no necesariamente es la autoridad, se trata de la conciencia individual.
Todos los especialistas -en múltiples entrevistas- nos indican que se debería aproximar un nuevo gran terremoto en la zona centro norte del país, cuyo impacto evidentemente se dejará sentir con un tsunami en las costas del Maule (esta vez, con una onda viajando de norte a sur, a la inversa del 27/F que fue de sur a norte). Es de esperar que todas esas viviendas levantadas en zonas de riesgo, para esa oportunidad, no estén habitadas.
De momento, un instante de silencio y reflexión en este día 27.
Leonardo Vergara