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$594.883 PESOS CUESTA  UN HIJO, REFLEXIÓN BIOPOLÍTICA por Franco Caballero 

La Unicef le puso el precio al hijo en $594.883 pesos. Viéndolo desde la racionalidad económica, desde la perspectiva de la administración familiar, Unicef visualizó la cifra que permite ahora simplificar las cuentas al momento de pensar en esta opción como idea de vida. Digo claro, para el caso de quienes buscan o piensan ser padres, o al menos para quienes se les pasa por la cabeza. La estimación realizada comprende $383.267 clp en gastos materiales, educación, alimentación, transporte, etc. y $211.616 clp en gastos inmateriales, de cuidado y tiempo de crianza. Racionalidad económica en todo su esplendor, no creo que necesaria, pero sí propia de la vida administrada que inevitablemente llevamos. Unicef le puso valor al hijo. Ya se venía hablando en redes del costo de pololear también, de lo caro que salía conocer a alguien y comenzar una relación. Claro, desde la apariencia puede ser peor, aunque la idea sería ver cómo se suman dos personas, dos empresas que se aman. El asunto es que ya llegamos a este punto, en que advertidos como administradores, es decir, economistas de nuestras vidas, podemos estimar los costos de un posible futuro familiar. Pues claramente, esto repercute en el rango etario posible de proyectarse en este ámbito.

Qué dice Foucault sobre la Economía, primero demuestra que es la tecnología que surgió cuando apareció la población. Recordemos que antes no había ciudades, no había demografía, no había por tanto sociedad, ni población. La democracia, ante el amparo de crearse se articuló bajo una racionalidad práctica para administrar los países, sus regiones, comunas y ciudades desde el siglo XVIII en adelante. Y yo que ingenuamente veía en la modernidad los tiempos del Estado Moderno, o del surgimiento del Estado, cuando en el fondo el verdadero eje de la modernidad, aquel que parieron los siglos posteriores a la edad media, XV, XVI, XVII y XVIII, fueron los tiempos económicos, no todavía del Estado. La Era capitalista. Sin lugar a dudas. Ahora entiendo a Javier Agüero cuando dijo que Foucault lo salvó de la anarquía.

Esto nos hace ver a la economía como una tecnología que se desarrolló para la administración de una ciudad. Foucault cita el “El espejo político” (1555) de Guillaume La Perreire para hacer una referencia que también hizo Rousseau exactamente 200 años después, entre la ciudad y la familia: ambas deben administrarse, o ambas son administrables. La Perreire dice que el padre de familia, el gobernador, está al servicio de la casa, el primero que se levanta y el último que se acuesta. Para Rousseau la etimología de Economía proviene del griego oikos, casa y de nomos, ley; el autor del “Contrato social” percibe a la economía como el sabio y legítimo gobierno de la casa (“Discurso sobre la economía política. 1755). Intención de gobierno “para el bien común de toda la familia”.

Bueno, la Economía se creó con la política, digamos que la política tuvo que crearla para administrar los países. Luego la Economía fue adquiriendo mayor relevancia puesto que se fue estableciendo en los parámetros de la trascendencia como paradigma inamovible, el cual se ha defendido para permanecer como piedra filosofal de la vida política en general desde que se creó el Estado hasta ahora, y se ha extremado hasta un punto en que ya no nos entregamos al azar de la vida, sino ante el plan de la vida. El juicio radica en este aspecto: ¿por qué debemos administrar la vida económicamente? Para los liberales, tan contrarios a los conservadores, esa libertad sirve para que cada uno piense y actúe como quiera, un propósito ecualizador que conduce a igualar a las personas volviéndolas masas, y que atenta contra el conservadurismo de la idea familiar, por ejemplo. Esta idea expresa lo lejano que se hallan Kayser y Kast, y lo cercano que se encuentran Matthei y Jara. Pero no nos desviemos.

Los valores del capital no se reflejaron ya solo en un objeto, no solo luego en un proceso, sino que se trasladaron a la persona que se convirtió en el capital, el capital humano, agente administrativo y gobernador en su propia vida. El capital alcanzó la biología del ser humano cuando fue más allá del trabajador como tal.  Esto es la idea de cómo la economía entró en la biología del ser, uniformando, producto de la racionalidad imperante, una igualdad en el ser humano que podría darse vuelta e irse en su contra. El criterio histórico de Foucault nos refiere a la soberanía que tenía el problema circular en el que mediante el control buscaba sustentarse; el desequilibrio de la Democracia Económica alcanzado hoy con el neoliberalismo, está generando una igualdad que cuando se identifique tan similar podría pasar de ser masa a ser multitud, al menos potencialmente, esa es la teoría de Negri. Es que por más que quiera el régimen económico, la única forma de acabar con las revoluciones sería acabar con las ciudades, casas de la sociedad. Hipotéticamente entonces, el sistema que se critica es la salida que buscamos. “Por la herida entra la luz”. El neoliberalismo se dispara en los pies.

Un hijo cuesta casi 600 mil pesos, ahora “calculamos”, “estimamos” cuánto gastaríamos si tuviéramos un hijo. Esto, claro, considerando cifras de clase media baja, porque el ciudadano de clase media alta con trabajo remunerado tendría a su hijo en un colegio pagado, según las odiosas tendencias y considerando a la “sociedad” como clase media en general, primera clase castrada por la ciudadanía biopolítica: sujeto informado y citadino, proclive del “sentido común”, nació en un conjunto, tuvo un número de lista en la sala y tiene un rut. Se sabe parte y busca lo que todos buscan, su deseo es el mismo de todos. “La política es el arte de hacer que tus deseos egoístas parezcan el interés nacional” Thomas Sowell. Eso es lo que hace justamente, el mercado de la masa, deseos personales homogenizados, desbiologizados.

La Unicef visualizó el costo de una vida, ahora esta cifra entra en la mente, el cálculo sintético del valor de un hijo, estimación concreta para su meditación positiva o negativa, propio de la norma, de la uniformación que se percibe, sin sorpresa, sin acontecimiento, bien planificada. La vida se dirige en un Excel, nunca los meses pasaron tan rápidos como cuando nos hicimos adultos y comenzamos a sacar cuentas; los registros mensuales, los gastos semanales, los ítems de cada uno: Automovil/locomoción, Alimentación, Salud, Hijo n° 1, Hijo n° 2. Al final es cierto, nos volvimos todos empresarios.

Franco Caballero Vásquez

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