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PRIMARIAS HABEMUS por Rodolfo Schmal

Poco a poco se ve despejando el panorama presidencial. Ya está claro que solo habrá primarias en la izquierda. A la derecha, a pesar del deseo y esfuerzo desplegado para que tuvieran lugar, no le fue posible. Quería llegar a la primera vuelta con un(a) único(a) candidato(a), pero no hubo caso. Fue tal el deseo que incluso pensaron hacer unas primarias truchas, de mentira. Alcanzó a caerles la teja que, de hacerlas, habría sido un fiasco.

En la ultraderecha, pensaba que podrían ocupar las primarias para dirimir la disputa que protagonizan Kast y Kaiser para ver quien de los dos va a la primera vuelta.  Así como no quisieron concurrir a primarias con Evelyn, tampoco quisieron hacer unas primarias entre ellos.

Me sigue costando creer que tanto Kast como Kaiser sigan corriendo hasta la primera vuelta. La opción que barajo es que uno de los dos se bajará a cambio de un cupo senatorial. Dado que se disputan un mismo espacio electoral, yendo los dos, se debilitan mutuamente, facilitando la primacía de Evelyn de cara a la primera vuelta.

Importa consignar que la ultraderecha no solo ha puesto sobre la mesa a Kast y Kaiser, puesto que a ellos habría que agregar a Francesca Muñoz, del Partido Social Cristiano, quien le ganó la disputa interna a Rojo Edwards. ¿Cuál podría ser el motivo por el cual al final del día Kast, Kaiser y Muñoz puedan estar en la papeleta de la primera vuelta presidencial? Se sabe que los partidos que están tras cada uno de ellos (Republicano, Nacional Libertario y Social Cristiano) han acordado ir en una única lista parlamentaria, al igual que la coalición de ChileVamos que agrupa a la UDI, RN y Evópoli.

La diferencia radica en que mientras la derecha va con única candidatura presidencial (Matthei), la ultraderecha iría con 3 candidaturas presidenciales (Kast, Kaiser y Muñoz) , una por cada partido que integra la lista parlamentaria. Serían distintas estrategias que se explicarían porque la derecha representada por ChileVamos va por ganar la presidencia del país, en tanto que la ultraderecha ha renunciado a ella para concentrar su energía en ganar peso en el congreso, tanto en el senado como en la cámara de diputados.

La puja en el sector estará dada por definir quien predominará en el parlamento: la derecha o la ultraderecha, y esta forma condicionar apoyos de cara a una eventual segunda vuelta electoral.

En la izquierda lograron acordar primarias para definir al candidato(a) presidencial. Gran logro no exento de riesgos, pero claramente es mucho más lo que podía perder de no realizarlas. Gran logro que da cuenta de una capacidad que no ha mostrado la derecha ni la ultraderecha.

Logro que no alcanza a ser opacado por la ausencia de la DC, partido que exigía dos primarias para no mezclar peras con manzanas, opción que no fue acogida. De allí que ha decidido ir directo a primera vuelta, alternativa que está en discusión al interior de la colectividad. Lo más probable es que al final del día se sume a la candidatura vencedora de las primarias a cambio de espacios en la lista parlamentaria para no comprometer su eventual extinción legal.

En la esfera oficialista se despejó el panorama respecto de quienes van a las primarias y qué partidos los respaldan: Gonzalo Winter (FA), Jeanette Jara (PC-AH), Carolina Tohá (PPD, PL, PR, PS) y Jaime Mulet (FRVS). Todos ellos representan distintas sensibilidades dentro de la izquierda, que se han comprometido a dirimir sus diferencias en una breve campaña cuyo tenor definirá si será capaz de convocar a la ciudadanía a participar en ellas.

Tenor que incidirá en lo que ocurra posteriormente, a la hora de la primera y segunda vuelta de las elecciones de fin de año. Si la campaña se desenvuelve limpiamente, sin golpes bajos, sin zancadillas de mala leche, y tiene un carácter marcadamente propositivo, la izquierda puede dar vuelta la ventaja que las encuestas arrojan a favor de la derecha y la ultraderecha.

¿Cómo medir el éxito o fracaso de las primarias que llevará a cabo la izquierda? Personalmente la mediré por la capacidad de convocatoria, por la cantidad de ciudadanos que se sientan llamados a participar en ella. Una convocatoria en torno al millón de votantes sería un fracaso, en tanto que una convocatoria que bordee los dos millones de votantes, como un éxito y un preludio de un triunfo, al menos en la primera vuelta.

Rodolfo Schmal S.

Ing. Civil Industrial, Universidad de Chile

Magister en Informática de la Universidad Politécnica de Madrid, España

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