Con “Infamias”, Karo CP irrumpe con fuerza en la narrativa chilena. Sus textos son duros, a veces violentos y muestran el frágil mundo actual. “Quiero que las personas no solo lean, me gustaría que pudieran asomarse a otras realidades”, dice Karo (por Mario Rodríguez Órdenes)

Oculta su nombre, quizás para pasar inadvertida en este mundo turbulento. Con “Infamias”, su tercer libro, (Ediciones Asterión, 2025) Karo CP vuelve a conmover la conciencia del lector. Así, se ha posicionado con fuerza en la narrativa chilena reciente.
“Para no enredar ni intelectualizar diré: soy antipatriarca, lo que para mí está intrínsecamente relacionado con ser de izquierda. Creo en un feminismo amoroso, que pretende sanar no solo las relaciones interpersonales, sino también las de nuestra especie con su entorno, como una parte más del cosmos”, señala la autora.
Reflexiona Karo: “Muchas mujeres leen o escriben en el baño, es el único momento que tienen, ahí viene bien tener un librito de microficción. Siempre cuento que cuando me tocó cuidar a mi marido durante el cáncer, toda mi actividad y energía estaban puestas en esa labor. Desde ahí surgían palabras que en breve espacios de tiempo vaciaban una hoja. Después, durante el duelo por él y seguidamente por mi hermana menor, el dolor eran tan profundo que solo lograba rescatar algunas palabras que significaban mucho…Lo que quiero decir es que, a veces, pocas palabras pueden representar un universo. Pasan rápido por nuestros ojos, pero se quedan mucho más tiempo rebotando en nuestras reflexiones”.
Y señala su propósito general al escribir: “Me di cuenta que lo mío es contar historias, independiente del formato en que estas sean expuestas y compartirlas con otras personas”.
Caro, ¿cómo surge la escritura de “Infamias”?
“Surge de manera espontánea y progresiva. Algunos son relatos de hace varios años y hay otros más recientes. Al revisarlos en conjunto, pude ver que tenían un hilo temático común, que eran gritos de una misma rabia, y comenzaron a comunicarse entre sí hasta formar el proyecto de un libro, que constituyó la base sobre la que comencé a trabajar”.
He leído que busca sacudir la conciencia del lector. ¿Dónde quiere llegar?
“Quiero que las personas no solo lean, me gustaría que pudieran asomarse a otras realidades, que tomen partido, reflexionen y, ojalá, discutan respecto a la forma de relacionarnos, sobre nuestros vínculos, sus vicios y las posibilidades de sanar”.
Los seres humanos actuales, ¿están ajenos a la realidad?
“Es una pregunta difícil, porque cada persona está sumida en su propia realidad. Creo que la humanidad se pone en jaque a sí misma. Hace poco escuché que Rita Segato se definía como ex humana ante la imposibilidad de parte de una especie ‘siniestra y genocida’. Yo entiendo esa provocadora sentencia. Creo que si nos vamos a lo global es un desafío mirarnos con empatía. Por mi parte quiero poner mi fe en las pequeñas comunidades, en nuestra capacidad de formarlas, creo en el arte como mecanismo articulador, de reflexión y de construcción conjunta en pro de un buen vivir”.
¿Prevalece un mundo patriarcal?
“Sí, definitivamente. Está de la mano con un mundo individualista, con un capitalismo fagocitario, extractivista, vivimos entre la lucha de los imperios por la apropiación y asfixia de lugares ajenos. Los genocidios nos llegan a nuestros teléfonos celulares, lo vemos ante nuestra mínima capacidad de ponerles freno. Para mí, todo eso es representación de un mundo patriarcal que, por supuesto, se da también en lo doméstico, en el espacio íntimo e inmediato. Nos educamos y crecemos en esos parámetros, por eso es tan importante mirarnos y ser capaces de reconocerlos para poder sanar”.
¿Qué se esconde bajo lo que llamamos normalidad?
“Se esconde lo no dicho, lo que nos da vergüenza, los dolores inconfesos, la suciedad que tratamos de ocultar, las pulsiones secretas y muchas cosas más, por lo menos, en estos cuentos, lo abordo así”.
Sobre su interés por los aspectos más oscuros del comportamiento humano señala que le interesa reflexionar sobre ese pequeño o gran patriarca que habita en cada uno. ¿Por qué ha sido tan difícil derribarlo?
“Porque nos educamos en esas normas, se nos inculca lo que es correcto y lo que no en base a estos patrones culturales. Asimismo, se nos entrena en lo que se dice y lo que se calla. Hace poco estuve en una muy buena charla en la que unas matronas nos hablaban sobre el piso pélvico, los problemas de salud en la zona, sus consecuencias y la forma de prevenirlo. Una de las mujeres (adulta mayor), que estaba en la audiencia, comentó que ella había tardado en saber lo que le pasaba y en tratar sus dolores, porque la habían educado en que ‘de esa zona no se habla’ y ella reconocía que había criado a sus hijas de la misma forma”.
¿Cómo ha reaccionado a ese mundo patriarcal desde su escritura?
“De la forma que puedo: leo, escribo y comparto con otras personas. La escritura se constituye como ese grito en el que logro canalizar la rabia que me genera ese mundo patriarcal. Luego, eso me ha permitido conectarme con otras personas, hacer comunidad, reflexionar y, desde ahí, ha sido un salvavidas para no perderme en el sinsentido”.
Sé que es cercana a la escritora Pía Barros. ¿Cuándo la ha marcado como escritora?
“Mucho. Siempre digo que hay un antes y un después en mi vida desde que conocí a Pía Barros. Además de admirarla profundamente como escritora, estoy muy agradecida de ella como maestra. Gracias a Pía fortalecí mi identidad en la escritura. Afiné mi voz literaria. Le debo eso y su generosidad en haber confiado en mí para mi primer libro ‘Morenidades’, que salió por Asterión, editorial que ella dirige. Además, la quiero mucho, es una persona muy generosa en muchos sentidos”.
¿Qué otras influencias reconoce en sus años de formación, en el colegio por ejemplo?
“Antes de los 10 años, me iba mal en Castellano (así se llamaba la asignatura en ese tiempo). Pensaba que no me gustaba leer, porque me aburría. Hasta que un día, tomé un libro al azar desde la estantería de mi abuelita. Cuando lo leí, sentí una revelación: por fin entendí lo que era leer y no me detuve más. Ese libro fue La peste de Camus. Más tarde, me enamoré de Julio Cortázar hasta la obsesión y mi corazón volvió a estremecerse cuando leí por primera vez a María Luisa Bombal”.
Usted también es dramaturga y guionista. ¿Cómo ha cruzado estas miradas con sus textos literarios?
“Tanto la dramaturgia como el guion me han ayudado en el trabajo de personajes, a encontrar en ellos una voz propia y coherente con las representaciones que quiero disponer en la narrativa. Además, tanto la dramaturgia como la microficción me ayudan a profundizar en lo simbólico. Buscar representaciones que aporten a construir un imaginario fuera de los lugares comunes”.
¿En qué le ha ayudado la microficción para darles fuerza a sus relatos?
“En resaltar lo esencial, de modo que cada persona complete con su propio universo. Cada quien carga su imaginario, la microficción permite que con muy poquito nos conectemos en un mundo que compartimos, con códigos que conocemos desde distintas miradas que se completan al momento de la lectura”.
¿De qué manera el relato breve termina siendo una herramienta de reflexión y resistencia?
“Lo no dicho en el texto es lo que completamos al leer, ahí radica la reflexión. Entiendo mucho más de lo que me están diciendo esas pocas palabras, porque estoy poniendo a disposición mi experiencia, mis recuerdos, el propio imaginario.
Yo diría que es un espacio más de resistencia, dentro de lo que son las artes y la literatura, en este caso. Tiene sus propios méritos en este sentido por los tiempos que corren, donde los momentos destinados al ocio son escasos y hay que saber administrarlos. La microficción permite la lectura en breve, en tiempos de espera, de traslados o, incluso, en el baño que, a veces, es el único tiempo para sí mismas que tienen las mujeres cuidadoras”.
Señala que un texto corto puede leerse entre estaciones de Metro. ¿Qué puede alcanzar un lector en el texto corto?
“Una historia que quedará en su cabeza más allá del tiempo en que tardó en leerla. Es un viaje, dentro de un viaje”.
¿Qué viene ahora en su trabajo literario?
“Actualmente estoy escribiendo una novela y recopilando cuentos repartidos por ahí, que reposarán hasta una nueva mirada que me permita evaluar si hay algo más que solo letra en el papel”.