Es cosa de mirar el mapa político de América Latina y, a la vez, observar la marcha de los procesos electorales de mañana (Bolivia) o de los próximos meses, para darse cuenta que la región está experimentando un giro evidente hacia postulados conservadores en lo político y liberales en lo económico. Gobiernos de líneas tradicionalmente asociadas con la derecha o, en su defecto, muy distantes del discurso de la izquierda, ocupan hoy la presidencia en Argentina, Paraguay y Ecuador, a los que habría que sumar el gobernante transitorio de Perú y el ganador de la segunda vuelta boliviana de este domingo 19. Así, todo el cono sur de nuestra Sudamérica tendría (con matices), gobernantes de esta tendencia, faltando sólo Chile, pero el Lector sabe que eso es cosa de tiempo.
¿Por qué ha ocurrido este verdadero auge de la llamada “nueva derecha”? Para empezar, este giro no se limita a los rostros ni a los partidos políticos tradicionales: fuerzas políticas nutridas por el ideario conservador y libertario están desplazando a partidos históricos en México, Ecuador, Colombia y en Chile también. Estas agrupaciones emergentes apelan a una narrativa antielitista y tecnocrática que conecta con los votantes desencantados por tanta corrupción y una ineficacia institucional casi endémica. El desencanto con gobiernos que han impulsado ciclos de gasto público sostenido que, lejos de remediar la pobreza, sólo han contribuido a aumentar el déficit fiscal (miremos nuestras cifras), una inflación galopante (no olvidemos el panorama argentino hace un par de años), el alza de la criminalidad (de nuevo Chile) y las fracturas sociales postpandemia (observemos los recientes acontecimientos peruanos), han abierto un espacio político fértil para quienes prometen mercados dinámicos, mano dura contra el delito y simplificación normativa. Esta receta, más mercado, menos delincuencia y menor “permisología” pareciera ser la bandera que identifica y cobija la oleada que señalamos.
Por otra parte, esta oleada conservadora que recorre el continente invita a preguntarnos si este será un ciclo sólido, persistente y duradero o tan sólo un paréntesis antes de la recomposición de un bloque izquierdista renovado. Es que, quizá, el verdadero giro no sea ideológico, sino tan sólo una legítima demanda ciudadana por resultados tangibles frente a la impericia económica, la inseguridad ciudadana y una burocracia paralizante. No debemos desatender a dos fenómenos: el crecimiento de la clase media urbana latinoamericana prioriza seguridad, estabilidad económica y meritocracia. Y, además, las nuevas generaciones (millennials, generación Z) de votantes desencantados con los antiguos modelos políticos clientelistas y con fuertes expectativas de movilidad social, no se conformarán con las viejas propuestas de siempre.
Atender estas exigencias, de resultados tangibles, sin importar la bandera política, será la tarea pendiente y el desafío ineludible de toda fuerza que aspire a gobernar con legitimidad en los próximos años.
Si la derecha latinoamericana aprovecha este ambiente de desconfianza ciudadana para redefinir los roles estatales ante una burocracia paralizante, y recorta algunas redes de protección ante la ineficiencia de un gasto social sin fondo ni resultados, podría inaugurar un ciclo político más o menos extenso y más o menos exitoso. Pero, no se debe olvidar que el peligro de implementar políticas contradictorias o caer en liderazgos personalistas pueden desgastar la cohesión de las coaliciones conservadoras. Y que un triunfo conservador hoy, no garantiza que la región sea hegemonizada por ese sector político más allá de una década.
Por su lado, si la izquierda y el centro político quieren mirar el futuro con algún optimismo y esperanza en su regreso, deberán renovar sus proposiciones con realismo y audacia. Sólo una propuesta programática que combine dinamismo económico con eficiencia institucional y justicia distributiva, podría recapturar la fe pública y la preferencia electoral que, al parecer, les está siendo esquiva en la región estos últimos años.
Juan Carlos Pérez de La Maza
Licenciado en Historia
Egresado de Derecho