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DIFERENCIAS IRRECONCILIABLES por Jane Doe

Fiel seguidora del jet set y la farándula internacional, siempre me llamó la atención la razón por la cual los famosillos del espectáculo decidían poner fin a sus mediáticos matrimonios. “Diferencias irreconciliables” decían ellos. Definición que, a decir verdad, me sonaba como a esos “asuntos personales” que uno esgrime para pedir permisos administrativos. Esos que más suenan a: “A Usted que le importa”, “Usted que se mete” o “Bah, cosa de una”.

En esa breve declaración quedaban atrás rimbombantes matricidios en la Costa Amalfitana, romances ocultos en La Riviera Maya o historias de amor de cinco minutos en Las Vegas. Amores todos, que de lejos se veían como cuentos de hadas.

Cuentos, queridos lectores que son sólo eso; cuentos.

Mire que la realidad, me temo, está a años luz de ahí.

¿A dónde voy con mis poco románticos y casi trágicos comentarios?

A la cirugía laser. Obviamente.

Verá…

Salíamos con Don Este de la consulta del oftalmólogo, en la que ambos evaluábamos la posibilidad de operarnos para que nuestros bellos ojos azules dejen de estar ocultos tras feos lentes “poto de botella”.

Con idéntica maquinaria y joven doctor en moderna consulta de límpido edificio médico, generamos en cerca de una hora dos visiones tan diferentes como la diferencia.

Distintas como el kétchup y la mostaza, el jamón y el queso o los completos mojados versus los tostados. (Cómo podrá ver, la consulta en cuestión era en ayuna).

Yo salí feliz. Confiada en la tecnología. Me encantó la idea. ¿Dónde firmo? ¡Que caro es cuando se tiene Fonasa! Pero démosle no más. Fecha de la operación el 17.

Él salió asustado. Desconfiado de la técnica. Odió la idea. Jamás se operaría. Le sale costo cero porque tiene Isapre. No se opera nica.

Lo miro, me miro y digo: ¿Qué hago yo Señor Jesús con este caballero que es tan distinto a mí?

¿Será Señor mi afán tortuoso? ¿Mi gusto por las teleseries? ¿Un error de vidas pasada que estaré pagando?

“Es que lo diferente se complementa”, dice la secretaria que se nota que no es casada.

Yo no más digo y propongo a la Convención Constituyente, un nuevo modelo de matrimonio, basado en los depósitos a plazo fijo, que permita invertir en el sagrado vinculo, sin gran riesgo y con la ventaja de definir a 30 días plazo. ¿Suben los intereses? continuemos la inversión. ¿Bajan los intereses? Mmmmm; diferencias irreconciliables.

Jane Doe

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