Hoy nos parece inimaginable la negación total de la participación de las mujeres en “la calle”, sin embargo, el mundo llegó a masificar en 1484 el libro llamado “Martillo de Brujas”, que se convirtió en un manual de persecución, tortura y exterminio de las mujeres, especialmente curanderas y liderezas acusadas de brujería y cuyo final sin remedio fueron las hogueras. Se juzgó entonces que la calidad pensante, objetiva o racional era algo de lo que las mujeres carecían y por lo tanto fueron declaradas seres inferiores y excluidas de la totalidad de los aspectos de la vida pública, incluso salir a la calle, que hasta el siglo XIX podrían hacerlo sólo con acompañante.
Este y un sin fin de procesos históricos culturales dieron forma a lo que hoy conocemos como “patriarcado” de donde surgen las lógicas de exclusión, esta lógica establece que, de acuerdo a los roles de género considerados naturales, los hombres pertenecen al espacio público, productivo y con autoridad intrínseca para hacerse del mundo, mientras las mujeres pertenecen con restricción intrínseca al espacio privado, reproductivo, de entrega a los cuidados del hogar, la familia y la comunidad.
¿Por qué incluir el enfoque de género cuando planificamos nuestras ciudades?
Porque la percepción de inseguridad de las mujeres en el espacio público casi triplica a la de los hombres, porque el 84% de los hogares monoparentales tienen jefatura de hogar femenina, porque el 98% de los cuidadores informales no remunerados son mujeres, datos que muestran de manera dramática que la vulnerabilidad urbana tiene mayoritariamente rostro femenino. Esta vulnerabilidad se acrecienta en ciudades fragmentadas, desiguales, y extensas, en las cuales para una mujer jefa de hogar los tiempos de desplazamiento serán preponderantes para decidir trabajar, al igual que obtener una vivienda lejana a las redes de apoyo puede transformar la alegría de la casa propia, en un motivo de angustia e incertidumbre.
Durante 2021 la Secretaría Regional Ministerial de Vivienda y Urbanismo del Maule organizó un seminario virtual dirigido a funcionarios públicos y municipales de todo Chile, en los cuales se presentaron estos temas, y también ejemplos de abordajes en otras regiones; y durante 2022 hemos sido mandatados para incluir el enfoque de género transversalmente en acciones de nuestro quehacer institucional, de esta manera se ha iniciado una experiencia piloto en la elaboración de Planes Reguladores Comunales, esperando no solo relevar la visión de las mujeres y disidencias, respecto a la ciudad sino también revertir la tendencia de la participación ciudadana mayoritariamente femenina en etapas iniciales de opinión y diagnóstico, mientras que la participación masculina aumenta en procesos finales de toma de decisiones, disminuyendo de esta manera las brechas de género en la planificación urbana, apostando por un urbanismo integrador que apunte a construir ciudades justas habitadas más plenamente.
De esta forma, desde el Ministerio de Vivienda y Urbanismo estamos impulsando una Agenda Urbana Regional que contribuye a resolver al menos en uno de los aspectos la deuda histórica de quienes han dado ferviente defensa de su derecho al mundo de lo público, al espacio público y al ejercicio de su autonomía, reivindicando el pleno «derecho a la calle».
Desiree Barrueto Lara (Asistente Social)
Pablo Yáñez Gálvez (Arquitecto)
SEREMI MINVU MAULE