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REPORTAJE: El célebre director de cine chileno (y maulino) famoso en México y el mundo

Fue el Párroco de Curanipe, Samuel Jofré, quien, en un verano de 1976, quien nos refirió que el director de cine chileno (aunque considerado mexicano) Tito Davison estaba bautizado en ese templo. Nos mostró la partida de enero o febrero (no recordamos bien) de 1913. Sin embargo, su biografía lo precisa como nacido en Chillán el 14 de noviembre de 1912. “Lo que pudo haber sucedido, nos explicó el Padre Jofré, es que muchas familias iban de vacaciones a la costa y aprovechaban esa estancia para, fiesta de por medio, bautizar la criatura”. De manera que Tito Hermann Davison puede ser chillanejo por nacimiento y maulino por bautismo. Su biografía como director cinematográfico lo ubica entre los principales y más importantes del cine azteca, con incursiones de relevancia en el celuloide americano. Silvia Pinal, Libertad Lamarque, e incluso Juan Gabriel y Romina Power, le deben parte de su éxito (por Jaime González Colville. Academia Chilena de la Historia)

Tito Davison, al centro, dirigiendo una película de María Félix.

Hijo de Julio Dàvison y Amanda Hermann, tras estudios en el Liceo de Chillán, los siguió en el Instituto Nacional, donde conoció a Jorge Délano (cuyo seudónimo Coke hizo fama como caricaturista) quien intentaba con viejas máquinas, mediocre iluminación, cortinas y tablas a medio pintar crear escenarios muy incipientes para filmar olvidadas películas chilenas.

Dàvison, por esa época, conoció a algunos productores mexicanos que llegaron a Santiago en la década del 30 a recoger documentales sobre los movimientos obreros y las elecciones de la época. No vaciló en viajar con ellos a México e intentar suerte. Lo logró, y de qué manera.

En 1927, caso adolescente, se radicó en Hollywood, donde vivió 11 años. Fue extra y luego actor, figurando como tal en el film “El Presidio”, donde si bien hizo un papel menor,  participó con un joven Robert Montgomery. Conoció también a Tyron Power, padre de Romina, como se ve más adelante. El film fue nominado sin éxito al Oscar.

Pero la vocación de Davison iba por los aspectos técnicos, con la secreta ambición de ser alguna vez director de cine. Se desempeñó como anotador, asistente, editor, asesor técnico e incluso director de varias películas de USA. Mientras vivió en Estados Unidos fue corresponsal cinematográfico de las revistas chilenas Cinelandia  (editada en Estados Unidos entre 1927 y 1948 y enviada a Chile por Davison y conservada en la Biblioteca Nacional) y Ecran (fundada en 1930 y que fuera el medio más informado de la cinematografía del momento y del cual fue gran directora María Romero).

Su actividad fue intensa y notable: desde 1937 y hasta 1943 actuó en la Cinematográfica Argentina como adaptador cinematográfico y luego, como director fue contratado por la empresa norteamericana Twenty Century Fox, como asesor en asuntos latinoamericanos.

Su salto profesional más importante vino en 1944, cuando la empresa Cinematográfica Mexicana le ofreció el importante cargo de adaptador cinematográfico. Entre sus trabajos más importantes, figuran “La Barraca”, “El Socio” y “Ben Ami”, esta última premiada por la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas. Desde 1947 se convierte en uno de los directores de cine más respetados de México, dirigiendo más de cuarenta películas con actrices como María Félix, Arturo de Córdova, Rosita Quintana, la legendaria Libertad Lamarque, Jorge Mistral, Silvia Pinal, etc. Su predilección era el cine serio o romántico por lo que varias veces rechazó la opción del gran director azteca Miguel M. Delgado para dirigir películas de Mario Moreno, Cantinflas.

SU INTERVENCIÓN EN CHILE 

En 1964 aceptó la invitación del incipiente cine chileno, para dirigir “El Burócrata González”, y “Más Allá de Pipilco” con Manolo González, Justo Ugarte (padre del actualmente conocido Dr. Ugarte) Violeta Vidaurre, Gabriel Araya, entre otros. Si bien se quiso hacer una película cómica, Tito Davison “amarró” a los actores a un diálogo y le dio cierta formalidad a la trama.

No obstante que ambos films fueron exhibidos en México, Davison manifestó que al cine chileno le faltaba mucho para tener formalidad y seriedad en su producción.

Su comentario sobre la creación cinematográfica en Chile fue dura y sincera:

“No hay que olvidar que primero es necesario ‘imponer’, no sólo en Chile, sino también en el extranjero, nuestro cine. A ellos me permito decirles que es mi mayor aspiración realizar grandes producciones con auténtica calidad artística… Tal vez no sean éxitos comerciales, pero me permitirá demostrar, ante el mundo entero, que Chile sí puede hacer también ese tipo de cine… Repito: ¡Tiempo al tiempo!”.

Esta profética frase de Davison solo se está haciendo realidad casi setenta años más tarde, pero aún en forma incipiente.

Más tarde dirigió y produjo en México uno de sus grandes éxitos fílmicos: “El Derecho de Nacer”, llevada al radioteatro y transmitida hasta el cansancio por las emisoras chilenas, con un auditorio siempre fiel por la emotividad de la trama, con la destacada participación del actor Julio Alemán.

TYRON POWER Y SU HIJA ROMINA 

El célebre dúo de Albano y Romina Power tal vez nunca habría llegado al éxito que se le conoció de no ser por el consejo de Davison, quien participó en la producción de algunas películas del padre de Romina. Le advirtió en 1975, cuando la chica se iniciaba en el canto, que buscara opción en la Europa latina, España o Italia, por cuanto en Estados Unidos la competencia era dura. Acogida la sugerencia, Romina se radicó en España y luego Italia donde logró hacer el notable y exitoso dúo con Albano.

LA MÚSICA MEXICANA EN CHILE

Ahora, ¿por qué desde la primera mitad del siglo XX se dio una adhesión incondicional de la gran masa de los chilenos a la música popular mexicana? Lo obvio era que esa influencia viniera de países más cercanos como el contagioso ritmo brasileño, colombiano,  venezolano e incluso peruano. Pero desde 1930 aproximadamente, una avalancha de temas del país azteca, con intérpretes del nivel de Miguel Aceves Mejía, desde luego Jorge Negrete, Pedro Infante o las canciones de Agustín Lara, invadieron las radios chilenas y cambiaron el gusto de la gran masa popular, incluyendo el repertorio del fallecido Juan Gabriel. La causa: la labor de TitoTito Davison, quien trajo a Chile – y se quedaron para siempre – a las rancheras, los mariachis y los charros, que hoy son parte de nuestro folclore.

Lo hizo de gran manera. Sus películas sobre temas simples, pero con canciones y el debut de astros como Jorge Negrete, Pedro Infante y otros, dieron otro matiz a los valores autóctonos de esa tierra.

Del cine, los discos llegaron a las radios y eclipsaron a los conjuntos de música chilena: Los Cuatro Huasos, Los Provincianos e incluso Los Quincheros en sus comienzos, debieron luchar en sintonía con Jorge Negrete, Pedro Infante, Pedro Vargas y otros. Margot Loyola echaba pestes en contra de las radioemisoras que dedicaban  tres horas diarias a la música mexicana y un tercio a los temas locales.

Pero el delirio se dio cuando Jorge Negrete visitó el país en 1946. Nunca, un artista había sido recibido en medio de tal desborde de histeria, gritos, desmayos y fervor. Tito Davison casi no volvió a su patria, aunque en una entrevista dijo: “No es raro que el gusto musical de los grupos más populares de Chile cambie para siempre”. Y tuvo razón.

Es más, Jorge Negrete, en las escasas conversaciones con la prensa, valoró el aporte del “gran director de cine mexicano Tito Davison”. Y era cierto, porque tras vivir unos diez años en Ciudad de México, Davison se nacionalizó como tal, para poder desarrollar su trabajo de cineasta.

José Alfredo Jiménez, el virtual descubridor de Juan Gabriel en la década de los setenta, es uno de los discípulos, a su vez, de Tito Davison. Jiménez, fallecido prematuramente en 1975 por su afición a la bebida, logró, a través de la influencia de Davison, que los productores mexicanos se ocuparan del hasta ese entonces desventurado intérprete y compositor de Juárez.

Nunca nuestro país –y ello no es raro– invitó a Davison en los años que siguieron hasta su muerte en 1985. Ni los directores de ese entonces ni quienes aún viven y que le conocieron. Pero Davison acaparó reconocimientos en México y Estados Unidos. El importante Premio Ariel de la tierra azteca, lo ganó en dos ocasiones, la última vez en versión de oro. También el galardón Quijote de los cineastas españoles y diversos reconocimientos en Estados Unidos, donde colaboró con Alfred  Hitchcock, quien lo calificó como uno de los mejores guionistas y productores del mundo.

Davison falleció en Ciudad de México, el 21 de marzo de 1985.

En México, el retrato de Tito Davison está ubicado en la galería de los grandes del cine azteca. En Chile es, salvo excepciones, un ilustre desconocido.

GALERÍA DE FOTOS

Davison bebe agua durante la filmación de El Burócrata González, en 1955. Lo observa el actor Gabriel Araya.
Tito Davison, en la plenitud de su vida y su éxito en México.
Afiche de La Dulce Enemiga, con Silvia Pinal, dirigida por T. Davison.
El gran actor cómico italiano Luis Sandrini, en film dirigido por Tito Davison.
El Presidio, la primera película en que Davison participó como actor en EE.UU., en 1930.
La exitosa película El Derecho de Nacer, con Julio Alemán, llevada al radioteatro con enorme difusión.
Nunca es Tarde para Amar, con la legendaria Libertad Lamarque.
Prisionera del Pasado, con la bella actriz Paquita Rico y el actor Joaquín Cordero.
Tito Davison, fotografía ubicada en la galería de grandes actores de México.
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