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«En 2017 decidí investigar sobre la historia de mi abuelo y su paso por el Holocausto»

Gabriel Salinger en “El hombre que nunca escapó de Auschwitz. Una historia real”, relata la historia de su abuelo Heinz, pero a la vez es la voz de una generación que fue diezmada por la barbarie nazi (por Mario Rodríguez Órdenes con fotografía de Lorena Palavecino)

Gabriel Salinger Lisboa es descendiente de familias judías provenientes de Alemania, que huyeron de los nazis y de emigrantes catalanes que escaparon del régimen de Franco.

“El hombre que nunca escapó de Auschwitz. Una historia real” (Aguilar, 2023) es la historia real de Heinz Salinger, quien siendo adolescente vivió la experiencia de los campos de concentración en la Alemania nazi y logró huir a Chile. Décadas después su propio nieto, Gabriel Salinger, será quien comience a investigar y reconstruir su dolorosa historia. Un testimonio apasionante y conmovedor de los años previos a la II Guerra Mundial y posteriores y de lo ocurrido con los judíos perseguidos por los nazis y luego enviados a los campos de concentración.

Gabriel Salinger Lisboa (Santiago, 1991) es ingeniero comercial formado en la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile. Es descendiente de familias judías, provenientes de Alemania, que huyeron de los nazis y de emigrantes catalanes que escaparon del régimen de Franco.

Al investigar la historia de su abuelo viajó a los lugares de donde provenía su familia y visitó los campos de concentración y exterminio de Auschwitz y Terezín. “Escribí para ser la voz de mi Opi (como acostumbraban a llamar a su abuelo) quien, aprisionado en su trauma, nunca pudo abrirse entre sus cercanos y guardó para sí mismo una historia que merece ser recordada. Vivió una vida injusta y desgarradora, soportando hasta el final las heridas que le dejó la guerra y que nunca cicatrizaron. Fue por culpa de esos traumas que nunca escapó del holocausto”.

Gabriel, ¿cómo surge la escritura de “El hombre que nunca escapó de Auschwitz”?

“En 2017 decidí investigar sobre la historia de mi abuelo y su paso por el Holocausto. Él no hablaba del tema producto del trauma que significó, así que como familia sabíamos muy poco. Cuando terminé esa investigación, tres años después, reuní a mi familia para mostrarles todos los hallazgos y contarles cómo había sido su vida, pero decidí escribirla al ver que no pudieron conectar tanto con la historia, dada la cantidad de detalles, nombres, fechas y lugares. De esa forma podría involucrarlos y traspasarles la historia a ellos y a las futuras generaciones”.

 ¿Cómo era la vida de su abuelo Heinz antes de la llegada de los nazis al poder?

“Él tuvo una infancia absolutamente normal, como la de cualquiera de nosotros. Trato de mostrar eso en el libro: la relación con sus amigos, su familia, el deporte, etcétera. Mi intención es no sólo relatar lo que vivió durante la guerra, sino también su vida en los años previos y cómo fue el paso hacia lo que ya todos conocemos”.

La vida de los judíos que vivían en los países de Europa Central y del Este omenzó a cambiar desde el momento en que Adolfo Hitler asume como Canciller de Alemania, en 1933. ¿Cómo afectó a la familia de Heinz, su abuelo?

“En la década de 1930, muy lentamente los judíos se vieron afectados por el nazismo, no solo en Alemania, sino en gran parte de Europa. Fue un proceso paulatino e insidioso. Poco a poco, fueron excluidos de la sociedad. Se les prohibía la entrada a algunos lugares públicos como parques y calles, luego a eventos culturales, hasta llegar al punto de ser expulsados de sus trabajos, de sus colegios, hasta finalmente ser deportados. En el caso de mi abuelo, al gueto de Terezín, que fue el destino común para gran parte de los judíos checos. Mi abuelo, ciudadano checo judío, nació en Berlín en 1924”.

¿Volvió alguna vez a los lugares de su infancia?

“Mi abuelo volvió a Brno y a Terezín en sus últimos años de vida, en un viaje muy personal, del cual tampoco habló mayormente con sus cercanos. Viajó para reunirse con amigos de la época que también habían sobrevivido y también para ver el lugar en el que fue prisionero por dos años y medio. Me encantaría saber qué sintió en ese viaje y qué significó para él. Pero eso no fue posible”.

Gabriel, ¿qué le permite a su abuelo llegar a Chile?

“Luego de terminada la guerra, él no tenía a dónde ir y no quería vivir en Checoslovaquia. Su padre había emigrado a Chile en 1939, por el peligro que significaba ser judío, por lo que su mayor deseo era reunirse con él, a quien no veía hacía diez años. Logró comunicarse con él por correo, y de esa forma, durante meses intercambiaron cartas, gestionando su traslado a Chile, que se concretaría en 1946. Esas cartas fueron parte importante de la documentación que me permitió reconstruir su historia”.

Su abuelo, ¿pudo reiniciar una nueva vida en Chile, a qué se dedicó?

“Mi abuelo se asentó en Chile en la casa de su padre, cerca de la Plaza de Armas de Santiago. Aquí, en sus propias palabras, comenzaría la época más bella de su vida. En Santiago se casó con mi abuela, Käte, formó una familia y vivió hasta sus 71 años. En sus primeros años trabajó en un taller de talabartería, que pertenecía a inmigrantes judíos checos. Más tarde logró independizarse y puso su propia fábrica de artículos de cuero, un negocio que tendría hasta sus últimos años”.

Llegado a Chile, su abuelo nunca habló de su terrible experiencia…

“Rara vez hablaba del tema, rehuía a recordar su pasado y no quería sacarlo de su interior. El trauma que dejó su paso por el Holocausto lo acompañó hasta su último día. Él seguía en la prisión mental de Auschwitz y se negaba a ahondar en el tema y a recibir ayuda. Fue tan grande el trauma vivido que adaptó su nombre a Enrique”.

¿Pudo llevar una vida normal?

“Los fantasmas de su pasado siempre lo acecharon, pero eso era algo que guardaba para él. Hacia afuera, era una persona muy agradable. Disfrutaba la música, buenas conversaciones y a sus nietos. Para nosotros, él era una persona totalmente normal. Al investigar, hablé con algunas personas que lo conocieron y, por lo general, me decían que era carismático y divertido. Creo que cuando podía no pensar en su pasado sí era feliz y sí llevaba una vida normal, al igual que mucha gente que también esconde traumas por diversos motivos”.

En el libro cuenta un episodio dramático de la vida de su abuelo, con el doctor Mengele…

“Efectivamente. Estando mi abuelo en un post operatorio en una clínica de Santiago, tuvo una pesadilla en la que se veía en Auschwitz siendo operado por el infame doctor Mengele y por sus asistentes que serían oficiales de las SS. Despertó en grado de agitación profunda y tuvo que ser tratado posteriormente”.

 Gabriel, con este doloroso libro, ¿ha querido ser la voz de su abuelo Heinz que vivió la barbarie nazi?

“Así es. No tengo duda de que, si hubiese podido, a él le habría gustado transmitir su historia y hacer saber al mundo cómo fue su experiencia. Pero no quise ser solo su voz. Su forma de afrontar el pasado es compartida por muchísimos sobrevivientes del Holocausto que, como él, no pudieron o no han podido escapar. Todavía viven sobrevivientes que no hablan del tema. Con este libro quiero ser también la voz de ellos”.

En el libro señala: “creo que los judíos nunca escapamos ni escaparemos del Holocausto”.

“Efectivamente. Es un tema que nos define como comunidad por lo determinante que fue en nuestra historia. Si se sigue hablando es algo más complejo. Los sobrevivientes al holocausto han tenido dos maneras de batallar con ese pasado. Unos hablan bastante sobre eso y lo exteriorizan como respuesta a una necesidad de liberación. De ellos ha habido muchas charlas, testimonios de libros, etcétera. Otros, por el contrario, lo guardan en su interior y se encierran en sí mismos porque, como mi abuelo, no pueden enfrentarse a recuerdos tan dolorosos y evitan a toda costa tocar el tema. Todavía existen varios sobrevivientes, pero evidentemente cada vez hay menos. La guerra fue hace 80 años y probablemente en algunos años más ya no haya más sobrevivientes, ni en Chile ni en el mundo. Justamente por eso creí importante extender este libro más allá de mi familia. Está en las manos de las nuevas generaciones mantener viva la memoria, con el objetivo de que no se repita”.

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