He leído lo que señaló en la apertura del año judicial español, similar a lo que ocurre cada 1 de marzo en nuestro país, su presidente Francisco Marín Castán, palabras que vienen como anillo al dedo a lo que pasa en nuestro país. Es de esperar que las lean tanto los expertos como los convencionales o constituyentes antes de tomar decisiones con relación al gobierno del Poder Judicial chileno. Dice Marín Castán que llevan casi cinco años de retraso en la falta de renovación del Consejo General del Poder Judicial, además que tampoco se han cubierto las vacantes del propio Tribunal Supremo.
Es la evidencia, una vez más, que los mencionados Consejos no son la solución para la gobernanza del poder judicial, ya que se han politizado y, con ello, han entrabado y entraban la labor jurisdiccional. Como acá, se discute quién gobernará el poder judicial, debe tenerse presente lo que ha ocurrido y sigue ocurriendo en otros países donde se ha impuesto esa institucionalidad.
El presidente Marín reflexiona, diciendo: «la democracia ya no muere necesariamente por un acto violento o dramático, esto es, un golpe militar o una revolución, sino con un lamento prolongado: el lento y progresivo debilitamiento de las instituciones esenciales, como son el poder judicial y la erosión global de las normas políticas tradicionales». Agrega: «La democracia exige mucho de sus partícipes. Tanto, que hay momentos en los que deben dejarse a un lado las emociones y los tribalismos, e incluso los grandes postulados de la apuesta partidaria, en favor de principios constitucionales más elevados».
Cierro los ojos y me parece que el magistrado Marín Castán nos habla a los chilenos; no es novedad decir que desde hace un tiempo hemos perdido la brújula de nuestra navegación, acercándonos a lo que él llama “lamento prolongado”, al debilitarse todas nuestras instituciones. Ocurrió, ocurre y seguirá ocurriendo, mientras los actores políticos no sean capaces de enfrentar los problemas del país con madurez, para que se logre lo que el juez español pide para su patria y que nosotros debiéramos anhelar para Chile: «un verdadero compromiso democrático de cooperación leal entre los diferentes actores políticos».
Allá y acá: «Es la hora de los grandes políticos y de los grandes demócratas».
El presidente interino del TS español, basa su discurso en los estudios de dos autores ingleses, Steven Levitsky y Daniel Ziblat, ambos profesores de Harvard que han investigado a los partidos políticos, la democracia y el autoritarismo en nuestra América, preguntándose ¿están nuestras democracias en peligro? y respondiéndose que sí.
Señalan que “la democracia ya no termina con un bang (un golpe militar o una revolución), sino con un leve quejido: el lento y progresivo debilitamiento de las instituciones esenciales como son el sistema jurídico o la prensa, y la erosión global de las normas políticas tradicionales”. Sin embargo, ellos son optimistas y creen que hay soluciones para lograr revertir la situación.
Nunca la experiencia de los años y el ímpetu de la juventud, han estado divorciados, ambas fuerzas se necesitan, se complementan, se nutren por vasos comunicantes que dan paso al desarrollo de la patria. Esperemos entonces que todas estas discusiones que nos agobian estos días puedan dar fruto a un compromiso que, aceptando “el nunca más”, comprenda todo el quehacer y a todos los que vivimos en este país.
Rodrigo Biel Melgarejo
Abogado
Profesor Universidad de Talca