La pérdida de un hijo en la gestación, o antes de nacer, no es habitual, pero sí es un hecho prevalente en nuestra sociedad. Generándose el duelo, proceso psicológico desencadenado por la muerte del hijo/a en periodo perinatal, el que es subestimado en magnitud y secuelas.
Subestimado en magnitud, porque la definición actual de pérdida perinatal se refiere a cualquier pérdida después de la confirmación del embarazo. Los abortos espontáneos tempranos y los fracasos de fertilización asistida son vivenciados con tanto dolor como la muerte fetal y neonatal ya que no sólo es una pérdida física, sino que la de un hijo/a imaginario. Estos duelos no son reconocidos ni socialmente expresados de manera pública, no se realizan rituales fúnebres, no hay nada concreto que pueda demostrar su existencia, son silenciosos, y se mantienen en el tiempo como un trauma que afecta la salud de la mujer/pareja/familia.
Subestimado respecto a sus secuelas, por el alto riesgo de evolucionar a patologías psiquiátricas al no ser abordados desde el momento en que ocurre. Los estudios internacionales refieren cifras de 20-40% de duelo patológico y la clínica muestra secuelas perdurables. Por ambas razones, el duelo constituye un problema de salud pública que merece la integración de conocimientos de ciencias de la conducta, en el tratamiento institucional del tema.
La complejidad de este hecho traumático, que se ha visibilizado durante el último tiempo, ha determinado que el Sistema de Salud Chileno considere el Duelo Perinatal y Neonatal como una situación de gran complejidad biopsicosocial, requiriendo la creación de protocolos y normativas que regulen el acompañamiento de la mujer, pareja y familia durante esta vivencia, ya que es un proceso único y personal.
En agosto del presente año la Cámara de Diputados aprueba la ley N° 20.584 (Ley Dominga) que permitirá establecer un protocolo universal frente a la muerte gestacional y perinatal, con un manejo clínico y psicosocial adecuado, de modo de evitar la deshumanización en las relaciones con los equipos de salud y la familia que vive una muerte perinatal o neonatal.
Es así que, varias instituciones de salud públicas han instaurado protocolos de acompañamiento durante esta difícil etapa. Un ejemplo de ello en nuestra región es el Programa de Acompañamiento en Duelo Perinatal del Hospital de Curicó, que en sus estrategias tiene: la utilización de simbología en la hospitalización permitiendo al equipo de salud identificar a la madre que vive el duelo, con el fin de dar un trato empático y utilizar un lenguaje adecuado; además, se entregan tarjetas de duelo junto a un brazalete identificativo del bebé, complementando positivamente la elaboración del duelo. También, se entregan herramientas necesarias para enfrentar un duelo perinatal y/o neonatal a cada funcionario que participa en la atención de la mujer/pareja/familia.
A lo anteriormente expuesto, urge que el estado promulgue rápidamente la ley, que permita acciones concretas en todos los servicios de maternidad y neonatología del país, de manera tal que los equipos multidisciplinarios de salud entreguen una atención de calidad, desde la perspectiva biopsicosocial, teniendo en consideración que es un hecho vital para el desarrollo de cada persona tener espacios contenderos, empáticos frente a la muerte de un hijo.