“La pandemia, por un lado, y el proceso constituyente, por otro, nos abren una ventana de oportunidad para avanzar en transformaciones que permitan una experiencia formativa más significativa, pertinente, que se vincule a la vez con los desafíos de los territorios y del mundo global”.
Educación 2020 es una organización civil que trabaja para asegurar una educación de calidad, equitativa e inclusiva para los niños, niñas y jóvenes en Chile. Nace el año 2008 y se basa en el principio de que un buen sistema educativo es la base de una sociedad más democrática, participativa y justa. Diario Talca entrevistó a Alejandra Arriata, su directora ejecutiva, en medio de la difusión de guías de apoyo docente para el proceso constituyente, especialmente dirigido a profesores que imparten la clase de educación ciudadana en terceros y cuartos medios. Fue la ocasión para consultarle sobre algunos puntos trascendentales de la educación chilena.
Alejandra, ¿cómo superar el vacío democrático que nos produjo el régimen militar, que nos alejó de una sociedad abierta?
“La formación ciudadana es parte esencial de la labor educativa de la escuela, y desde el retorno a la democracia en nuestro país esto se ha abordado en base a un enfoque transversal, en términos de entender que las experiencias de ciudadanía y la vinculación de los aprendizajes con la vida en común se da en todos los espacios de la experiencia formativa, no solo en el marco de una asignatura. Esto implica entender la formación para la ciudadanía desde una perspectiva más integral, que incorpora también el desarrollo de habilidades y valores, y se plasma a lo largo de la experiencia escolar”.
¿Qué elementos nos entrega la guía para comprender el proceso histórico que vivimos?
“Las tres guías de apoyo docente -Derechos Humanos, Proceso Constituyente y Democracia y formas de gobierno- entregan importantes antecedentes para profundizar en la comprensión de estos temas, junto a actividades sugeridas para que los equipos docentes puedan trabajar estos aprendizajes de modo transversal en el currículum”.
¿Qué orientaciones didácticas sugiere a los docentes de educación ciudadana para afianzar la formación de ciudadanos críticos y democráticos?
“Pensando en orientaciones didácticas es importante recordar que la educación ciudadana debe ser abordada desde una perspectiva integral en la escuela, que considere lo que se ha denominado las 3 C de la ciudadanía: el currículum, como los aprendizajes que la escuela promueve de modo equitativo para todas y todos los estudiantes; la cultura escolar, como un espacio inspirado en valores y principios democráticos, que considere instancias de participación y relaciones fundadas en un enfoque de derechos humanos; y la comunidad, en términos de cómo se generan oportunidades para el involucramiento estudiantil más allá de las fronteras de la escuela”.
¿Qué dificultades pueden entrampar este proceso?
“Desde nuestra perspectiva hay dos elementos centrales, vinculados entre sí, que podrían dificultar este proceso. El primero es aproximarse a este desde una visión donde prime el temor, la resistencia, que generalmente se traduce en dificultad para escuchar las visiones de otros, acogerlas y dejarse interpelar por ellas. El segundo es hacerlo desde una postura rígida, inflexible o incluso descalificadora respecto a las visiones de los demás, sin reconocer a los otros como un legítimo interlocutor o interlocutora. En este sentido, nos parece que es fundamental que sea un proceso en que prime el diálogo, la empatía y la capacidad de reconocer y validar las legítimas diferencias para poner al centro el bien común y el desarrollo de lo colectivo, por sobre los intereses individuales”.
Formación irremplazable
Alejandra Arratia Martínez, psicóloga, doctora en educación por la Universidad de Melbourne, precisa que Educación 2020 impulsa la transformación desde la sala de clases, a través de proyectos de innovación educativa que permitan que nuestros y nuestras estudiantes aprendan y estén preparados para el siglo XXI.
¿De qué manera la ausencia de clases presenciales, ha afectado a la formación de las nuevas generaciones?
“Esta generación es una generación marcada por la pandemia y tendremos que profundizar en cómo la ausencia de clases presenciales ha afectado su formación, especialmente en un contexto de profunda desigualdad como el chileno. Hay diversa evidencia que muestra el impacto que está teniendo la pandemia sobre la formación y el desarrollo integral de niños, niñas y jóvenes, por ello se requiere priorizar la educación y hacer un decidido esfuerzo para apoyar a los establecimientos educacionales a lo largo del país, con el propósito de mantener el vínculo con los y las estudiantes y asegurar su derecho a la educación en un contexto como el que vivimos”.
El principio de socialización, que tiene estrecha relación con afianzar experiencias democráticas, se ha restringido. ¿Las clases online han aminorado esta situación?
“Lo primero que hay que decir es que la experiencia formativa que ofrece la escuela es irremplazable, es decir, evidentemente las clases suspendidas han generado un impacto y es muy difícil pedir que las clases online vengan a ‘simular’ la escuela tal como la conocíamos, pero a distancia, eso sería un error y pasar por alto, además, el contexto tan complejo e inédito que estamos viviendo, tanto como país como a nivel global. Ahora bien, nosotros planteamos también que la escuela es más que un edificio, la escuela, finalmente, es la comunidad que la habita, y en ese sentido, es primordial ‘hacer escuela’ y cuidar los vínculos. Desde Educación 2020 hemos recogido distintas experiencias de buenas prácticas de los establecimientos que acompañamos a lo largo del país en estrategias de innovación educativa, que han apostado por poner las emociones al centro y al servicio de los aprendizajes, y en esa línea, han abierto espacios de diálogo y de participación para que todos y todas se sientan parte de la escuela, aun cuando el edificio esté cerrado. Hay casos en que se implementó un café con la directora, para que las y los profesores pudieran compartir sus inquietudes, temores, dudas; o casos en que bastaba con preguntar al inicio de la clase ‘¿cómo estás?’ para que cada estudiante tuviera la oportunidad de compartir cómo se sentía”.
También el tema es muy sensible en los alumnos de los primeros años de básica, que necesitan de sus compañeros para afianzar colectivamente el proceso educativo. ¿Qué recomienda en estos casos?
“Creemos que es fundamental poner al centro la educación socioemocional, es decir, las emociones como parte fundamental del proceso formativo. En Educación 2020, junto a la Embajada de Estados Unidos, lanzamos este año la campaña Emociones Primero, que justamente busca eso, bajo la premisa de que sin bienestar emocional no hay aprendizaje posible. Por cierto, el bienestar debe ser abordado desde la perspectiva de que necesitamos sentirnos bien no sólo porque debemos aprender, en el contexto de la escuela, sino porque es necesario para nuestro desarrollo integral. En esta campaña se presentan distintas estrategias tanto para estudiantes, docentes, apoderados y directivos, respecto a cómo abordar las emociones en el proceso formativo, que parten desde lo básico, que es preguntar cómo se siente cada estudiante, mostrarle fotografías con distintas emociones y que ellos se puedan identificar con una, escuchar, validar y ponerle nombre a sus emociones, por ejemplo. En general, espacios para que puedan compartir junto a sus pares, que se sientan parte, que importan, y que pueden expresar lo que les pasa, es clave. También desde esta perspectiva hemos tratado de apoyar la labor de los equipos docentes, directivos, de los equipos psicosociales, y por cierto de las familias, que están viviendo un tiempo muy desafiante también”.
¿Cómo el hogar puede ayudar a afianzar el proceso educativo?
“La relación entre las familias, en sus distintas expresiones, y la escuela, es un aspecto muy relevante para el desarrollo integral de niños y niñas, especialmente en un contexto como el que vivimos en este momento. En este sentido, es fundamental promover espacios de encuentro e involucramiento entre los establecimientos educacionales y las familias, donde puedan compartir visiones, creencias y criterios para potenciar el trabajo formativo”.
Impacto de la pandemia
¿En qué medida el impacto de la pandemia aumentará las desigualdades de la educación en la sociedad chilena?
“Sin lugar a dudas la pandemia nos está golpeando a todos y todas por igual en la sociedad chilena. Por cierto desde la perspectiva de salud e impacto en condiciones socioeconómicas, pero también en términos educacionales, lo que ha sido reportado por distintos organismos internacionales y nacionales. Niños y niñas de distintos grupos socioeconómicos tienen un muy desigual acceso a condiciones para el aprendizaje a distancia, tanto en espacios físicos para poder estudiar y hacer sus tareas, como en conectividad, dispositivos electrónicos o incluso contar con una persona adulta a quien pedir apoyo en el desarrollo de sus actividades educativas. Esto tiene impacto en el bienestar socioemocional de niños, niñas y jóvenes, y en el desarrollo del aprendizaje, que ha sido más negativo para niños y niñas de sectores más vulnerables.
Nosotros hemos planteado que es muy importante enfrentar estas desigualdades generando condiciones para resguardar el derecho al aprendizaje, especialmente en sectores de mayor vulnerabilidad. Esto implica, por ejemplo, asegurar conectividad universal, dar apoyos para el bienestar socioemocional de todas y todos los actores, promover espacios de participación de las comunidades educativas para definir mecanismos que permitan desarrollar confianzas y asegurar que las escuelas sean lugares seguros para el retorno a la presencialidad”.
Los jóvenes tienen una fuerte motivación por volver a clases presenciales. ¿Cuándo cree que será posible?
“Efectivamente, los jóvenes muestran una gran motivación por volver a clases presenciales, lo cual se relaciona con que el impacto del aislamiento en esta etapa del desarrollo es aún más fuerte que en otras etapas de la vida. Por lo mismo, es fundamental que podamos avanzar en los procesos de acompañamiento a todos los establecimientos educacionales para que puedan retornar a clases presenciales de modo seguro, resguardando las condiciones sanitarias a la vez que el rol de espacio de encuentro, desarrollo y aprendizaje que representan las escuelas”.
¿Comparte que estos años tampoco serán años perdidos debido a la experiencia vivida?
“Es complejo asegurar si han sido o no años perdidos desde nuestra posición porque la pandemia, en un país como el nuestro que tiene particulares desafíos de equidad, sabemos que no ha golpeado a todos por igual. No sólo estamos frente a una crisis sanitaria, sino también una crisis económica, sabemos que ha aumentado el desempleo, los campamentos… es algo que se debe mirar desde una perspectiva sistémica. Ahora bien, si miramos únicamente desde el ámbito educacional, más que perdidos podríamos decir que han sido años distintos, donde se pueden haber ganado otras cosas, como la oportunidad de repensar la arquitectura y organización del currículum, de desarrollar nuevas estrategias de aprendizaje, pero sobre todo, que nos da también la oportunidad de pensar a qué escuela queremos volver. Si después de estos años queremos volver a la misma escuela que dejamos y haciendo lo mismo, más que años perdidos, creemos que se estaría desaprovechando una gran oportunidad para hacer las cosas distintas. Por ejemplo, según nuestra Encuesta Estamos Conectados, un 50% de las y los estudiantes indicó que le gustaría continuar organizando su tiempo después de la pandemia, un 47% quisiera que la duración de las clases sean más cortas y un 45% quisiera poder estar más tiempo con su familia o seres queridos. Más que hablar de años perdidos, debemos poner el foco en qué queremos sacar en limpio de esto, qué queremos aprender, y en base a eso, mantener y qué queremos cambiar. Eso es un desafío país”.
En el ámbito educativo ¿cómo visualiza los próximos años?
“Desde Educación 2020 somos optimistas. Enfrentamos un momento histórico que nos permite repensar la escuela, y cómo ésta aborda el desafío de promover el desarrollo integral y formar la ciudadanía del mundo actual. La pandemia, por un lado, y el proceso constituyente, por otro, nos abren una ventana de oportunidad para avanzar en transformaciones que permitan una experiencia formativa más significativa, pertinente, que se vincule a la vez con los desafíos de los territorios y del mundo global. Esto implica repensar las relaciones al interior de la escuela, y cómo promovemos el aprendizaje desde espacios más dialogantes y menos jerárquicos”.
¿Qué temas estima que deben ser tratados en la convención constituyente?
“Nosotros presentamos una propuesta para llevar a la convención constitucional, que son 10 puntos fundamentales en materia de educación que creemos se deben discutir e idealmente verse reflejados en la nueva Constitución. Entre ellos está la educación como un derecho humano fundamental, dado su carácter habilitante para el ejercicio de los otros derechos, por lo que debe ser un elemento transversal a lo largo de la nueva Carta Magna; por lo mismo, proponemos fuertemente que el Estado debe tener un rol garante respecto al derecho a la educación, velar por un sólido sistema de educación pública, y valorar y proteger el rol de las y los profesionales de la educación, asegurando altos estándares de formación, tanto inicial como continua, y condiciones adecuadas para el ejercicio profesional. Por otro lado, planteamos que la libertad de enseñanza debe contribuir a la diversidad y el pluralismo del sistema educativo, en el marco del resguardo del derecho a la educación y de la construcción de una sociedad inclusiva y equitativa, contrario a lo que ocurre hoy que es más bien entendida como una libertad de mercado”.