Me he enamorado, que no es lo mismo que me enamoré. Así, me he enamorado…pretérito perfecto compuesto. No es que me había enamorado. Tampoco que me hube enamorado. No. Simplemente me he enamorado. No es que me enamoraría. No es, insisto, que me enamoré, pretérito perfecto simple. No señor, me he enamorado, compuesto, siempre compuesto.
Me he enamorado de mi vecina. Dicen que escribe. Que cuenta cosas de su familia. Y sí, escribe. Creo que me he enamorado de su párrafos imperfectos, de sus mentiras, de su timidez engañosa, de esconderse en una foto maquillada, de cada una de sus faltas de ortografía, de sus comas de más, de sus puntos seguidos, de sus finales fofos.
Todo preparado para el 14 de febrero. Y resulta que me dicen que tengo que escribir del regreso a clases sin uniforme. Mierda. Y yo que inventaba cuentos con palabras que mi hija me lanzaba a la cara cuando la llevaba al colegio. Y yo qué hago con mi enamoramiento. No tengo cómo encajarlo dentro de un uniforme. Cómo ceñirle una corbata a su corazón rojo y apolillado. Cómo comprarle cuadernos para que escriba mil veces te he amado.
Espero que nunca llegue marzo. Me lo voy a saltar. Este año, mi año, tendrá solo once meses. No recibiré el bono marzo. No pagaré la patente que ya ni uso. No le compraré uniformes a mis hijos, ni cuadernos, ni sacapuntas. Será suficiente con sus celulares. ¿Qué más necesitan? Nada. Solo un celular 5G. Ahí está todo. Ni siquiera hace falta el colegio. Que se queden en la casa y si quieren ser influencer que lo sean. Serán millonarios a los 15, o, con suerte, antes. Yo administraré sus cuentas y después me demandarán y tendré que contrademandarlos para que me paguen lo invertido. O por lo menos que me regalen un celular de un millón de pesos.
¿Uniformes? Puaj…Que los usen los profesores, si el Colegio de Profesores acepta. Si considera que no es un abuso volver a clases.
Basta y sobra con saber leer y escribir. Quizás aprender a conjugar el verbo guglear. Yo gugleo, tu gugleas, el guglea. Después, para perfeccionarse, buscar libros en internet. Y listo.
De ahí al estrellato. De ahí a escribir una columna en un diario. Solo una recomendación. Sepa, vecina, que odio el punto y coma.
Ciudadano Kein
