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Antonio Walker: “La crisis alimentaria equivale a un terremoto alimentario”

Agricultor de toda la vida, el ex ministro del Agro ahora comparte la vida diaria entre actividades gremiales, el campo y la política, donde tuvo una fallida candidatura constituyente. Desde allí analiza las principales novedades que afectan a este sector productivo en el Maule y el país (por Hernán Espinoza)

¿En qué está Antonio Walker?

“Primero, feliz de vuelta en el Maule, en mi casa, donde nacieron mis seis hijos y los últimos 35 años de mi vida los he dedicado a la fruticultura. A la fecha, estoy dedicado a actividades sociales y gremiales. Y también siempre leyendo y escuchando mucho, porque el tema político uno lo lleva en la sangre. Y creo que es muy importante que todos los que estamos involucrados en el sector privado, siempre estemos muy atentos a lo que ocurre en la política, porque al final, la política le da estabilidad al país. Y así como el emprendimiento ha sido muy importante en mi vida, también lo ha sido la política y la actividad gremial. Yo diría que he tenido tres pasiones en mi vida: una es el deporte, la agricultura y la política”.

¿Qué diría de su paso por el Ministerio de Agricultura?

“Estuve tres años como ministro de Agricultura, donde aprendí mucho y recorrí Chile entero. Allí me realicé, porque aprendí de la agricultura, sus problemas y desafíos”.

¿Lo convocaron desde el Gobierno como ex ministro de Agricultura?

“Fuimos nosotros los que creamos el Consejo de ex ministros de Agricultura, con el objeto de que los distintos exministros puedan aportar a quien está en ejercicio. Lo creamos cuando partió el Covid, porque nos teníamos que unir en favor de la seguridad alimentaria, no importando el factor político. Fue algo muy bonito porque así creamos un comité seguro de abastecimiento seguro de alimentos. Se unió toda la cadena para que a Chile no le faltaran alimentos. Y ahora se nos convocó para debatir sobre dos temas, esto es, seguridad alimentaria y nueva Constitución. Llegamos 9 exministros y cada uno dio sus ideas”.

¿Y cuál es el escenario, en especial, respecto al mercado de los granos?

“La realidad es que Chile importa granos desde Argentina, Canadá y Estados Unidos, es que disponibilidad hay. El problema que está ocurriendo con la crisis alimentaria es que una cosa es la disponibilidad y otra el acceso a los alimentos. Y el problema está radicado en el acceso, donde lo fundamental es el precio. Y los alimentos han tenido una inflación en los últimos 12 meses de un 17%, mientras la inflación se acerca al 12%. Es decir, de la canasta básica, hay 76 alimentos y esos han tenido un aumento de precio muy considerable”.

¿Por qué ocurre ese fenómeno?

“Porque los fertilizantes subieron de precio, el transporte marítimo subió de precio y la energía subió de precio. A esto se suma la guerra de Rusia con Ucrania y ambos son grandes productores de granos. Finalmente, también tuvimos que afrontar el Covid, donde se afectó severamente toda la logística. Entonces, las transacciones de granos y alimentos se han visto afectadas por este mayor costo. Eso conlleva a que los precios suban enormemente: una tonelada de Urea valía 300 mil pesos y hoy cuesta 1,4 millones de pesos. También aumentó el precio del fósforo, del potasio y del transporte. Lo que ocurre es que esta guerra está afectando a los productores de fertilizantes”.

¿Cómo afecta todo esto a las familias más vulnerables?

“Ocurre que las familias más vulnerables ocupan el 30% de su remuneración en alimentarse. Entonces, la señora hoy va a la feria y con los mismos 20 mil pesos que antes llenaba el carro, ahora le alcanza para la mitad. Entonces, estamos viendo un problema muy serio en la alimentación”.

¿Qué factores pueden darle seguridad al comercio internacional?

“El primero es la colaboración internacional y, en ello, hay que destacar los tratados internacionales porque inciden en darnos seguridad alimentaria. Esto es, profundizando la cooperación internacional y no cerrando las puertas del país. Por el contrario, los tratados de libre comercio son muy relevantes porque Chile importa más del 50% de las legumbres, el 70% del maíz y el 50% del trigo. Todo esto, de países que tienen mejores ventajas comparativas que nosotros. Entonces, al afectarse el comercio internacional, también se afectan los precios”.

¿Y a nivel interno en Chile?

“Lo que ocurre en el país es la inseguridad que hay en la Araucanía, que es el granero de Chile. En la Araucanía se siembran aproximadamente 250 mil hectáreas de cereales. Y al haber esta inseguridad, esta violencia, se piensa que se va a sembrar un 50% menos de superficie. Lo dice la multigremial de la Araucanía, porque no tienen la seguridad de los fertilizantes y de poder cosechar, por la acción de grupos violentistas. Todo esto está provocando una crisis alimentaria”.

¿Chile ha pasado por etapas similares en su historia?

“Estamos enfrentando algo muy parecido a lo que ocurrió el año 1974 y 2008. Y cuando hay crisis alimentaria, deriva en crisis políticas y económicas. Por ello, es un tema muy relevante”.

¿Qué medidas se pueden adoptar desde el Gobierno?

“Entre las propuestas que surgieron desde el Consejo de ex ministros de Agricultura estuvo ponerle arancel cero a los fertilizantes y a los granos, porque son impuestos que encarecen el producto al consumidor final. En mi opinión, creo que cada día tiene más importancia el TPP11, un tratado que Chile no ha querido firmar, pero sí lo hicieron Perú, Nueva Zelanda y Australia. Es un tratado que nos ayudaría mucho, con mejores aranceles en cerca de 3 mil productos”.

¿Qué ocurre con el cambio climático?

“Ahí tenemos que hablar no de cambio climático, sino de crisis climática, por su impacto en loa disponibilidad de agua y la sequía que trae aparejado menores rendimientos. Otra cosa es como mejorar la tecnología, porque el mundo va a requerir un 50% más de alimentos, los que tendremos que producir con menos suelos, con menos agua, menos agricultores, por lo cual, lo tendremos que hacer con más tecnología, para aumentar los rendimientos por hectáreas”.

¿Usted vio al actual ministro enganchado con estas temáticas?

“Lo primero es que me alegro que se vuelva a convocar al Consejo de Ex ministros de Agricultura. Porque todos tenemos distintas visiones políticas, peor nos interesa que le vaya bien al agro chileno y al mundo campesino. Eso es muy bonito, porque cuando Chile se ha unido para las grandes crisis, hemos sido muy exitosos. Basta ver lo que pasó tras el terremoto. Por eso, podemos decir que cuando hablamos de crisis alimentaria, es igual a un terremoto alimentario. Por ello, tenemos que unirnos, porque exministros que tienen mucha experiencia, como Álvaro Rojas, el ex recto de la Universidad de Talca, no dudamos en aportar para que al ministro le vaya bien, igual a la agricultura y al mundo campesino”.

¿En qué aspectos se puede innovar?

“Coincidimos en que es necesario darle un relato distinto a la agricultura. Si la agricultura, al final, es alimentación. Y terminemos con esta odiosa del pequeño, le mediano y el gran agricultor. A todos nos tiene que unir la alimentación, poque todos abastecemos a distintos segmentos del país: El más chico abastece a la feria, el medio al mercado mayorista y al supermercado, mientras que los grandes están preocupados de exportar”.

¿Es real el objetivo de la soberanía alimentaria?

“Lo que pasa es que Chile nunca se va a autoabastecer de alimentos, porque la producción para el mercado nacional es complementaria con la exportación, porque también importamos muchos alimentos”.

¿Qué pasa con el financiamiento?

“Lo que falta es un financiamiento a largo plazo con buenas tasas de interés, para incentivar a que el agricultor siembre. Con estos precios altos, también es rentable sembrar, a pesar de que el insumo esté alto. Siempre el precio va a ser lo más importante. Entonces, lo que queremos es incentivar la siempre y el actual Gobierno está enfocado en ese objetivo”.

¿Cómo se puede ir en ayuda de las familias más vulnerables del mundo rural?

“Allí es importante suplir el aumento del precio de los alimentos con transferencias directas, especialmente, durante el invierno, donde hay menos trabajo. Esa es la realidad que estamos enfrentando”.

¿Hay oportunidades en este escenario de inflación internacional?

“Por supuesto. Porque si la demanda de alimentos va a crecer en un 50%, Chile por sus condiciones climáticas, es un país que puede hacer una agricultura sustentable. Eso es muy importante, porque tenemos condiciones únicas en materia fitosanitaria y climática, además, estamos en conta estación en relación al hemisferio norte. Para aprovechar todo esto, tenemos que promover la inversión en el agro, la inversión y la certeza jurídica, porque cuando se planta un árbol, es para 20 años”.

¿Cuál es su visión en cuanto al proceso constituyente, su resultado y el plebiscito de septiembre?

“Yo aprobé para que tuviéramos una nueva Constitución. Nadie puede dudar que Chile tuvo una crisis social. Entonces, el Presidente Piñera llamó a este acuerdo por la paz, la justicia social y la nueva Constitución. Yo lo apoyé, pero el resultado que esperábamos era una nueva Constitución que nos una, con un gran pacto social de trasfondo. Esa era la idea. Pero desgraciadamente, ese objetivo no se cumplió. Los constituyentes, en su gran mayoría, eran enojados y no pensaron en la unidad del país. Por ello, creo que esta propuesta es mala, no le hace bien a Chile, rompe con el Estado unitario y nos divide. Por ello, creo que no es bueno”.

¿Y rechazar no tiene también una connotación negativa?

“Lo que pasa es que yo miro el no aprobar con un sentido esperanzador, porque el 80% de los chilenos dijimos que no nos gusta esta Constitución. Por ello, este rechazo, tiene que mirarse con esperanza, porque sí o sí tenemos que redactar una nueva Constitución, pero elaborada por expertos que conozcan el tema y en forma democrática. Eso no está en duda. Pero una nueva Constitución que nos una”.

¿Y cómo se ve la propuesta de Constitución desde el punto de vista de la agricultura?

“ Para la agricultura, el nuevo Estado plurinacional nos afecta muchísimo, porque van a existir 11 naciones con autonomías territoriales y autogobierno. Entonces, yo me pregunto cómo van a interactuar las nuevas instituciones con la comunidad, si van a ser autónomos en lo político y económico. Es un tema muy complejo que nos divide abiertamente. Yo digo que el mundo campesino, entonces, tenga los mismos derechos que los pueblos originarios. Creo que eso no ayuda, no da certeza jurídica esta cuestión de que no somos todos iguales ante la ley. Además, terminar con el Senado es un gran error, porque las regiones están muy bien representadas. También se debilita la figura del Presidente de la República, con una Cámara de Diputados con tanto poder, donde por mayorías simples y circunstanciales se pueden aprobar muchas cosas”.

¿Qué ocurre con el agua?

“La agricultura es algo muy noble con el agua porque la transforma en alimento. Entonces, a mi juicio, en los aspectos constitucionales, debiéramos decir que el agua es un bien nacional de uso público, que e un derecho humano, dando prioridad al ser humano y cuidando el caudal ecológico de los ríos. Peor en los aspectos legales, nos demoramos 11 años en consensuar un nuevo Código de Aguas que lo promulgo el Presidente Boric. Y lo tercero son los aspectos constitucionales, donde se declaran los grandes principios. Y, en tercer lugar, está la gestión del agua, para darle una gobernanza a las cuencas de acuerdo a sus realidades locales, integrando a canalistas y comunidades del agua. Por ello nos genera duda lo que será esta nueva agencia del agua, así como también qué es el premiso transitorio de derecho al uso del agua”.

¿Ve algún aspecto positivo en la propuesta?

“Yo creo que esta nueva Constitución tiene aspectos positivos, como la igualdad de género, el tema de los derechos sociales, el Estado social y democrático de Derecho. Eso está bien, así como el cuidado de la naturaleza. Pero, para la agricultura, nos produce mucho ruido el debilitamiento de la propiedad del agua. Entonces, el objetivo de alimentar a Chile tiene que ser con certeza jurídica”.

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