Dada la actual inflación acumulada en 12 meses, a julio de 2021, de un 4,5%, era previsible la decisión del consejo del Banco Central de Chile (BCCH) de aumentar la Tasa de Política Monetaria (TPM). No obstante, la intensidad del ajuste fue mucho mayor a lo esperado, el más fuerte de los últimos 20 años, con un incremento en 75 puntos, duplicando la TPM a 1,5% anual.
Las razones son muy claras. Por un lado, el crecimiento explosivo del consumo interno, en gran medida inducido por los retiros del 10% así como por IFE universal, han provocado un alza sostenida de los precios de los bienes y servicios de mayor consumo de la canasta familiar. Por otro lado, la depreciación de la moneda nacional y el consecuente aumento del precio del dólar, divisa que ha promediado los $780 en lo que va del año, ha provocado que los bienes importados se encarezcan cada vez más en moneda local.
Si a todo esto se le agrega el creciente aumento de los costos de producción, la escasez relativa de mano de obra y la sequía que no ha dado tregua al sector silvoagropecuario, no cabe duda de que la oferta de bienes y servicios tanto a nivel nacional como internacional se presenta muy contraída y no puede dar abasto para responder a la creciente demanda, por lo que las brechas de producción no solo se están cerrando, sino que, además, hay indicios claros de un actual sobrecalentamiento de la economía nacional.
Con estos antecedentes, más las recientes proyecciones de crecimiento económico para Chile, que se sitúan por sobre el 10% este 2021, muy probablemente la autoridad monetaria seguirá ajustando al alza la TPM pudiendo llegar a fin de año a niveles cercanos al 3%, tasa muy similar a la que Chile presentaba antes de la pandemia.
Si bien la decisión de la autoridad monetaria parece del todo coherente con el actual escenario inflacionario, no es menos cierto que lo que hoy observamos en el país es producto de simultáneos shocks de demanda y oferta, algo totalmente extraordinario y excepcional, que no necesariamente responderán a las tradicionales medidas de política monetaria de expansión y/o contracción económica.
Las consecuencias de estas medidas expansivas en el mercado de capitales no se harán esperar. El mayor costo financiero se traspasará rápidamente a los créditos de corto plazo (consumo), como así también a los créditos de largo plazo (inversión). Paralelamente, el aumento de tasas traerá consigo mayores exigencias crediticias por parte de las instituciones bancarias y financieras para sus actuales y potenciales clientes. Con todo, en el corto plazo, el costo de la vida no solo se verá encarecido por el alza de los productos, sino también por el aumento del costo financiero.