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BREVES DE CIUDAD: CAMINAR por Francisco Letelier Troncoso

Vivo a poco menos de seis kilómetros de mi trabajo, en un sector al que le decimos La Florida, en Talca. El año pasado unos estudiantes de sociología me contaron que caminaban regularmente desde sus casas hasta la universidad. Ellos viven más o menos a la misma distancia. Yo estaba cansado del transporte público. Los colectivos pasaban llenos (considero además que son ambientalmente poco sustentables y contribuyen a la congestión). Buses circulan muy pocos. A veces, entre esperar la micro y llegar a la universidad demoraba 50 minutos. Entonces dije: “¡vamos a probar!” Así, desde abril del año pasado hasta ahora, he caminado aproximadamente unos setecientos kilómetros.

Al principio fue difícil. Tuve que segmentar el recorrido en varios tramos para no decaer. Primera meta: 11 oriente -me decía. Segunda: ruta 5; y así… Después de unas cinco o seis caminatas ya no necesité hacerlo.

Cuando se camina se ven cosas que ni en auto ni en micro se logran apreciar. La ciudad se te ofrece lenta, en toda su profundidad. Ves rostros, escuchas conversaciones, hueles la fruta. Lamentablemente en nuestras ciudades no hay mucha belleza. No están cuidadas y, en el caso de Talca, aún hay mucho destruido producto del terremoto de 2010, hace ya doce años. Sin embargo, de pronto aparecen detalles que valen la pena. Una puerta, una ventana, un mural, una fachada. En estas largas caminatas me he convertido en recolector de pequeños detalles hermosos en una ciudad no muy bella. Aunque hay cosas que definitivamente me amargan el camino, por ejemplo: los amasijos de cables que impiden a los árboles crecer a sus anchas o los automovilistas que estacionan sus autos ocupando las veredas. Al contrario, lo que me alegra un montón la travesía es encontrar un amigo o conocido con el cual compartir la caminata algunas calles.

Caminar me conecta con la ciudad y me conecta conmigo mismo. Es también mi forma de protestar frente a un sistema de transporte y una planificación urbana que no ponen la vida en el centro y que menosprecian el tiempo de vida que tenemos, que es muy poco. Al contrario de lo que algunos piensas, caminar es un tiempo productivo. Sé qué no todos pueden caminar al trabajo diariamente, pero les animo a intentar hacerlo más seguido.  Caminantes del mundo: ¡uníos!

Francisco Letelier Troncoso

CEUT-Sociología UCM

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