En este “Breves” tengo un columnista invitado: Parrot, de 16 años.
Me cuenta que junto a un amigo participó de una tocata en un espacio cultural en Talca. Lo invité a escribir porque me parece que su experiencia ilustra bien que los vecindarios no son (ni deben ser) espacios planos o monótonos. El Galpón al Margen (en La Florida) es un súper ejemplo de lo que podría suceder si todos los barrios tuvieran espacios adecuados para el arte, el encuentro y el disfrute colectivo, y organizaciones que los animaran. Con ustedes Parrot y su experiencia cultural.
El sábado pasado fuimos a una presentación musical en el Galpón al Margen, que está en mi barrio. Me pareció impresionante que una actividad tan entretenida estuviera sucediendo justo aquí, a dos cuadras de mi casa. Talca tiene muchas actividades interesantes, el problema es que están escondidas.
Como llegamos temprano tuvimos tiempo de recorrer el lugar, incluso nos dejaron entrar a la sala donde estaban los instrumentos. Mientras los músicos se instalaban, fuimos a comprar comida. No había gran variedad, pero era el primer lugar, en años, donde encontramos precios tan baratos. Nos sentamos y comenzaron las presentaciones.
Fuimos espectadores de las bandas Riorio, Mar Pequén, Niños Rotos y Arystas. Estuvimos allí cuatro horas, disfrutando de la música, de los instrumentos, pero especialmente de las personas. Todos tenían formas muy particulares de expresarse y componer canciones. Todos, desde los que atendían en la cocina, hasta los artistas, eran muy amables. Nos recibieron y saludaron con entusiasmo. Creo que es por esto por lo que la pasamos tan bien.
La oportunidad de compartir con gente que tiene nuestras mismas pasiones no es habitual, por eso apreciamos tanto espacios como este, y a las personas que se animan a participar de ellos. Aunque éramos “pocos, pero locos”, como dijeron, fue una experiencia memorable. No puedo esperar a la siguiente.
Francisco Letelier
Sociología UCM