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“Cada niño siente, vive y enfrenta sus emociones de manera única”

En “El baúl de las emociones”, Sofía Olave profundiza en el maravilloso y complejo mundo de la psicología de los niños. “Sentía que mi deber como psicóloga y madre era poder brindar un espacio de reflexión y conversación acerca de lo que estaban viviendo nuestros niños”, enfatiza (por Mario Rodríguez Órdenes)

“Los cuentos están construidos con mucho respeto y cuidado en relación a no estigmatizar la identidad de los personajes”, analiza Sofía Olave.

Un conjunto de jóvenes profesionales de Talca incursiona por el mundo con sus publicaciones y trabajos, en diversas plataformas. Se ha consolidado una comunidad intelectual de bastante fuerza, que no tiene fronteras. Es el caso del músico e ilustrador Diego Lorenzini y de la escritora Maite Pizarro Granada que viven en España. En Talca, Diario Talca conversó con Sofía Olave Bastías, psicóloga formada en la Universidad Católica del Maule que acaba de publicar “El baúl de las emociones” (Ediciones Trayecto Comunicaciones, 2022).

Sofía, ¿cómo surge la escritura de “El baúl de las emociones”?

“El baúl de las emociones nace en plena pandemia. En esos momentos en que todos vivíamos situaciones parecidas de incertidumbre, comencé a pensar de qué manera poder ayudar a aquel grupo etario que el claustro más afectaba, sin duda, los niños. Un día mientras estaba haciendo los quehaceres escuché decir a mi hija ‘estoy aburrida’, cada día escuchaba la misma frase. Fui a mi escritorio y rápidamente nació ‘Arturo y el aburrimiento’, el primer cuento de ‘El baúl de las emociones’. Luego comenzaron a repetirse situaciones de Aurora y de otros niños que atendía de manera online en pandemia. Emociones parecidas, situaciones similares, me fueron inspirando para escribir más cuentos acerca de lo que escuchaba y como me gusta contar cuentos los transformé en cuentacuentos con la ayuda de unos amigos. Franco Caballero quien me ayudaba con la redacción y edición, Nelson Aguilera componía la música con su piano y guitarra y Pablo Durán que me ayudaba con las ilustraciones digitalizadas. Fue un bonito grupo que recuerdo con nostalgia, integramos nuestros saberes artísticos para generar una red de contención emocional que empezó para niños, pero siento que se transformó en cuentos para todas las edades”.

¿Qué propósito tiene incluir una guía didáctica para padres?

“Como este libro nació en un período complejo, sentía que mi deber como psicóloga y madre era poder brindar un espacio de reflexión y conversación acerca de lo que estaban viviendo nuestros niños. La intención siempre ha sido abrir espacios para cuestionar nuestras prácticas como adultos frente a la crianza. En vez de guía diría que son un material didáctico para acompañar, ya que no pretendo dar recetas ni maneras adecuadas o ideales de abordar las emociones, de hecho, lo que más recalco en las páginas de acompañamiento, es que cada familia tiene un saber importante acerca de sus propias formas de enfrentar las situaciones; simplemente son una sugerencia a utilizar si lo estiman conveniente. Por otra parte, tampoco es un material para regular alguna emoción, más bien son para entender para qué están y darles cabida en estos tiempos acelerados, darles un espacio, no acallarlas como lo pide el adultocentrismo. Se intenta entregar el mensaje de que cada niño siente, vive y enfrenta sus emociones de manera única e idiosincrática, haciendo del libro un viaje donde el niño/joven/adulto pueda vislumbrar su relación metafórica con las emociones que lo embargan”.

Los cuentos y el material de acompañamiento están escritos desde la epistemología que más me hace sentido: las prácticas narrativas.

“Efectivamente, considero que es una manera ética y política de ver el mundo, donde el respeto por la dignidad de las personas es su motor principal. Los cuentos están construidos con mucho respeto y cuidado en relación a no estigmatizar la identidad de los personajes. En ellos el protagonista intenta descubrir cómo es que el problema que está caricaturizado como un personaje externo a él (externalización del problema) se instaló con tanta fuerza en su vida. Desde esa idea el protagonista comienza a explorar e indagar sobre cuáles son las estrategias del problema que tienen una gran influencia en su vida y lo tienen imposibilitado en ese momento. De esta forma se demuestra una de las premisas más importantes de las prácticas narrativas: ‘la persona nunca es el problema, el problema es el problema’. En los cuentos también se puede observar cómo los niños inician un viaje de encuentro con sus propias habilidades y recursos, para que de esta manera pueda ser él mismo quien se cuente su propia historia de identidad preferida, es decir, sea él quien decida como quiere construir su guion de vida y no otros”.

La lectura es fundamental para crear el propio mundo de los niños. ¿Cómo afianzarla?

“Creo que una de las mejores maneras de afianzar la lectura con los niños es afianzar en primer lugar nuestro vínculo con ellos. Si nuestra relación con ellos está fundamentada en el respeto y cariño, es mucho más fácil generar una experiencia grata con la lectura. Si el momento en que se leyó el cuento se creó un clima mágico y especial, es mucho más probable que el niño quiera volver a repetir esa instancia. Recomiendo sentir cómo está el niño y qué clase de cuento necesita, y a la hora de comenzar a leer, mirar a los ojos para que sienta que hay una verdadera conexión. Por otra parte, acompañarlo con un tono suave, pero lúdico, es decir que nuestra voz sea adecuada al momento emocional del cuento, si la situación es chistosa hacer una voz graciosa o por el contrario si sucede algo triste, poner una voz de congoja, eso mantiene la atención por el cuento y genera mayores ganas de seguir escuchándolo. Con mi hija la mayoría de las noches leemos uno o dos cuentos, por supuesto que ella casi siempre elige, pero a veces yo también propongo, porque siento que ese determinado cuento puede ayudarnos para la situación que podamos estar atravesando. Tenemos que leer frente a ellos y que se den cuenta cuánto lo disfrutamos. También es bueno tener hartos libros, que los niños los vean, los toquen, que huelan la lectura en el hogar (…) Cuando ya son más grandes, desde los 8 años recomiendo, es bueno leer novelas, ir avanzando cada noche algún capitulo, eso mantiene un clima de expectación por lo que pasará, yo comenzaré con Harry Potter esta semana”.

El texto está inspirado en las vivencias de su hija Aurora. ¿Cómo lo recibió ella?

“Con una sonrisa de complicidad y cierta ternura disfrazada de timidez. Hay muchas cosas en las cuales mi hija me inspira y siempre se lo digo, es mi musa, no sólo por las cosas bonitas que hemos vivido, sino también por los momentos difíciles, es ahí cuando ella ha sido mi motor y mi fuente de creatividad. Ambas entendemos nuestros dolores y alegrías. Lo más bonito es que se volvió mi compañera, desde que nació ha sido un viaje de constante aprendizaje y de conocer nuestros lenguajes tan distintos a la hora de expresarnos el amor y las emociones”.

Sofía, entiendo que participó activamente en el Coro de niños de la Universidad de Talca. ¿Qué recuerdos tiene de esos años?

“Muy bellos recuerdos, fue una de las épocas más lindas de mi vida, ya que ahí construí amistades que hasta el día de hoy me acompañan. Además, nunca olvidaré los viajes en esos buses repletos de niños cantando dos o tres horas rumbo a algún destino como la iglesia de algún pueblo o ciudad. El coro fue una plataforma de vivencias e historias que tengo en mi mente, cuerpo y corazón. Aprendí a cantar frente a un escenario, a ser constante en ir a ensayos desde pequeña, a ser paciente cuando no entendía una partitura, a ser disciplinada a la hora de aprender letras en otros idiomas, a fortalecer la memoria y por sobre todo a sentir cada canción, cada vez que cantábamos y estoy segura que todos los que fuimos parte de esa hermosa experiencia, podemos decirlo, nuestra alma vibraba en una sola nota”.

¿Cómo fueron los años en el Liceo Abate Molina?

“Años en los que fui construyendo mi identidad, aunque diría que lo que construí ahí, ahora ha mutado bastante, siento que todos vamos cambiando con el tiempo y las experiencias de vida, pero sin duda fueron cuatro años de conocer realidades muy diversas. El Liceo Abate Molina me enseñó a luchar por los ideales, vivir dos tomas del Liceo donde prácticamente nos quedábamos dos semanas experimentando lo que significa luchar contra viento y marea por algo que uno considera justo. Ahí aprendí a sentir lo que es comunidad, a organizarse por una quimera”.

¿Cómo fue el mundo del teatro que descubrió?

“El mundo del teatro es lo más pretérito en mi vida, desde el vientre de mi madre pude sentirlo. Mi madre, Yudy Bastías, era profesora de Lenguaje del Liceo Marta Donoso Espejo, pero además tenía algo que fue su mayor pasión, una compañía de teatro llamada ‘Máscaras’. Con ese elenco la acompañé desde pequeña a sus distintas presentaciones o campeonatos, siendo tramoya y a veces actriz suplente. Esa impronta artística me incentivó también a querer actuar y a los 10 años participé en una obra ‘La gotita de agua’ en mi colegio. Esa obra marcó un antes y un después en mi vida, porque con ella participamos en numerosos concursos de teatro, pero también recuerdo esa sensación de haber sentido por mi primera vez en mi vida, un llanto de felicidad y de decir ‘esto es lo que más amo, quiero actuar por siempre’ y creo que eso me acompaña hasta el día de hoy, ya que ‘El baúl de la emociones’ pude conjugarlo con el teatro y uno de sus cuentos se transformó en una pequeña obra llamada ‘El jugo de la abuelita’ que ya ha visitado numerosos colegios de Talca y también algunas ferias de Talca y Viña del Mar”.

¿Qué tan decisivo para su inclinación humanista es que sus padres fueran profesores?

“Creo que influyó enormemente, ya que siempre estuve rodeada de libros y estudio. Siempre me gustaron las historias sobre todo si eran contadas por otros, recuerdo mucho cuando mi madre me contaba historias de su infancia o la infancia de otros familiares, creo que ella cumplió un rol de trovadora en mi clan familiar Mi padre era profesor de biología y química, siempre observé en él su disciplina y constancia de sentarse cada tarde de domingo a corregir interminables pruebas, organizar sus clases y dedicarle tiempo a estudiar cada materia que enseñaba”.

¿Cómo el mundo de la psicología puede ayudarnos a enfrentar los complejos tiempos actuales?

“Creo que sin duda la psicología tradicional y la psiquiatría lamentablemente con sus etiquetas diagnósticas afianzadas al sistema de poder que hoy llevamos, han hecho bastante daño, ya que nos han limitado nuevos caminos, al encasillarnos con rótulos que tienen poca apertura al cambio. Que nos digan otros, sobre todo ‘expertos’, cómo somos y cómo debemos ser, adiestrándonos a los que es normal y además nos vaticinen con un pronóstico el futuro que nos depara, lo encuentro violento”.

¿Qué pryectos vienen ahora?

“Actualmente viene la segunda parte de ‘El baúl de las emociones’, la seguidilla de otro libro psicoemocional. Se trata de ‘El baúl de los sentimientos’, un libro que en estos momentos se está maqueteando, para ser publicado en mayo (…) Por otra parte, espero armar una obra de algunos de los cuentos para poder llevarlo nuevamente a los colegios o ferias de libro y así poder llegar de manera más lúdica a instalar la reflexión y conversación tan necesaria acerca de las emociones como una manera de prevenir cualquier situación de bullyng, maltrato y hostigamiento en el área escolar”.

Foto: “Los cuentos están construidos con mucho respeto y cuidado en relación a no estigmatizar la identidad de los personajes”, analiza Sofía Olave.

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