Este mes de marzo se espera que cerca de 350.000 estudiantes nuevos ingresen al sistema de educación superior chileno. Con sueños e ilusiones, estos jóvenes abrazan la idea de que un título profesional les abrirá la puerta a un futuro de oportunidades. En la otra vereda, las instituciones de educación superior requieren personas que tengan habilidades necesarias para contribuir a una sociedad en constante transformación. Ciertamente, esas transformaciones tienen que ver con los desafíos en los que la tecnología se entrelaza con la enseñanza tradicional.
En el último año, el horizonte de la educación superior se encuentra inmerso en los usos de la inteligencia artificial, representada por herramientas como ChatGPT. Además de sus posibilidades y pertinencias, las instituciones están discutiendo estrategias que eviten la mala utilización de estas tecnologías en las aulas, privilegiando evaluaciones escritas o basadas en aprendizaje activo-participativo. Pero ¿cómo deberían lidiar con los chatbots los estudiantes que hoy ingresan a estas instituciones?
Existen estudios que señalan que 9 de cada 10 universitarios estarían utilizando bots conversacionales en sus evaluaciones, lo cual preocupa tanto por la falta de rigurosidad como por la responsabilidad ética de los futuros profesionales en su proceso de formación. Más allá de habilidades técnicas vinculadas a su área, la responsabilidad en la integridad es un valor fundamental en el trayecto académico de estudiantes a lo largo del mundo. Si bien el fácil acceso a información rápida puede tentarles a utilizar indebidamente estas herramientas en su formación, la dependencia tecnológica puede reducir el desarrollo de habilidades de análisis y pensamiento crítico necesarias para el desempeño laboral. Esto traería un impacto negativo en su autoeficacia académica.
Una de las implicaciones éticas que han comenzado a indicar algunos estudios sobre el uso de los chatbots tiene que ver con la replicabilidad de los sesgos sociales. Considerando que estas herramientas se nutren a partir de bases algorítmicas, la preocupación radica que los estudiantes universitarios utilicen y repliquen información sesgada que arrojan estas plataformas.
Diversas instituciones de educación superior han planteado que la evaluación, tal como la conocemos hasta ahora, merece ser revisada, considerando los usos actuales de este tipo de inteligencia artificial. Pese a ello, en ningún caso deben tomarse medidas prohibitivas contra los chatbots; más bien, a usanza de experiencias exitosas, se deben proyectar las ventajas para el aprendizaje de los estudiantes. De otra manera, es necesario que las instituciones de educación superior puedan promover una cultura basada en la ética profesional, principalmente fomentando prácticas en sus estudiantes basadas en el reconocimiento de la integridad académica.
La ética y el uso de bots conversacionales es un amplio campo que las universidades tienen la obligación de explorar. El punto de partida, sin embargo, se encuentra en los miles de estudiantes que ingresan a las aulas de educación superior este año, quienes deben tomar conciencia sobre sus propios aprendizajes y el desafío ético que ello representa.
Dr. Francisco Gallegos Celis
Vicedecano Facultad de Educación
Universidad Autónoma de Chile, sede Talca
