En siete días más, Chile vivirá un proceso histórico, cual es elegir a una cantidad de ciudadanos que en representación de todos nosotros, deberán redactar el nuevo marco constitucional del país.
Es un gran desafío, pues esa carta magna determina los contenidos fundamentales de estructura de convivencia y desarrollo para el Estado chileno.
La mirada nueva, se supone, conforme a la gran crítica respecto de la Constitución actual, deberá ser muy abierta, representativa y generada a partir de la base social, cual es la diversidad con que se estructura la sociedad del país. Esta mirada entonces se espera, sea recogida justamente de ahí, de la base, la comunidad, de las distintas estructuras sociales y con los enfoques, que pueden dar quienes viven y conviven en cada metro cuadrado de la nación, en donde la ideología no debería ser el eje del debate constitucional, sino que el bienestar, seguridad y desarrollo de su pueblo.
Es en este punto en que quizás vale la pena hacer un énfasis, pues el bienestar de cada comunidad debería estar vinculado, entre otras variables, con la naturaleza, idiosincrasia e identidad de cada comunidad.
Entonces difícil desafío tendrán los miembros de la convención, pues desde el punto de vista productivo, se debería dar garantías de desarrollo a cualquier actividad según sus características y naturaleza, que genere bienestar, basado en fundamentos comprobables y no solo en planteamientos de buena prensa, políticamente correctos o de más “me gusta”, en redes sociales.
Por lo mismo, se espera que los y las constituyentes, no solo en campaña, sino que después de haber sido electos, también acudan a las múltiples y transversales organizaciones sociales existentes, a alimentarse de sus documentados y bien validados argumentos, a fin de que la construcción del nuevo edificio constitucional, de verdad otorgue y de cabida a todo lo que es necesario para el país.
Es de esperar que este ejercicio pueda estar por sobre la polarización y el dogma fundamentalista de los “ismos” y comprendamos que en Chile, bajo la mirada de un país inserto en el desafío mundial de lograr una mejor condición para la humanidad, tenemos más oportunidades que debilidades.
Un gran desafío el que viene. Ojalá tengamos la visión de los próximos 50 años y no de los próximos 5 meses.