¿El sentido de la vida es tener historias que contar o cosas para mostrar en las RRSS? En las manos de las y los más jóvenes se encuentran depositadas hoy nuestras esperanzas respecto del patrimonio mundial y la solución de las problemáticas asociadas a este tema tan esencial, en términos de su apropiación, valoración y relevamiento. Al momento de buscar soluciones comunes a la crisis socioeconómica y medioambiental de nuestro presente, la mirada de la infancia y la juventud resulta ser muy interesante a la hora de formar a las y los futuros ciudadanos(as) comprometidos con un mundo ecológica y patrimonialmente posible. Lo interesante aquí es que mientras la población adulta presenta dudas o reservas frente a lo antes señalado, los más jóvenes tienen clara su postura.
Javiera Yáñez, 13 años, del 8° año básico del Liceo Santa Teresita de Talca, señala que “puede que no seamos la primera generación en sentir el impacto del cambio climático, pero sí podemos ser la última en hacer un gran cambio, ya que los pronósticos nos alientan a mejorar el planeta en el que vivimos, para que las futuras generaciones puedan convivir tranquilamente en él”.
A pesar de su espontáneo interés por participar en la apropiación cultural y natural del espacio que les vio nacer o desarrollarse, muchos niños y jóvenes creen que no se han escuchado sus opiniones y necesidades en torno a este tema tan crucial desde el punto de vista de la identidad y la vida cotidiana que sostenemos en los diversos territorios en que vivimos. ¿Qué hemos estado haciendo correctamente por ellos y ellas? ¿Personal o institucionalmente hemos entregado de manera correcta nuestro testimonio en esta carrera de relevo a favor del patrimonio?
Al respecto, Fernanda Sepúlveda, 13 años, alumna de 8° año básico del mismo establecimiento, comenta que “tristemente el ser humano está destrozando todo a su paso, sabemos que va mal pero no hacemos nada para cambiar algo y así bosques completos desaparecen. Un dolor palpitando en la tierra sabiendo que nada cambiará. Si no despertamos y hacemos algo toda la belleza que admiramos se perderá, nada quedará”.
Diversas iniciativas, inconexas en su mayoría y principalmente a escala local, intentan sensibilizar a niñas(os) y jóvenes en nuestra región respecto del patrimonio en ella existente y la importancia de sus activos naturales y/o históricos. Fortaleciendo en las estudiantes su autoestima, la libertad y la responsabilidad de una actividad realizada colaborativamente, hemos realizado a mediados de noviembre un trekking pedagógico-patrimonial en la cascada «El Álamo», Constitución, en la que participaron 19 estudiantes secundarias (cuyas edades fluctúan entre los 16 y 18 años) y 2 profesores del Liceo Santa Teresita de Talca. Esta actividad escolar estuvo enmarcada en el currículum nacional del módulo “Comprensión Histórica del Presente” y se llevó a cabo en parte del itinerario del Ramal Ferroviario Talca-Constitución, en torno a la estación de Forel. Cabe consignar que la mitad de las estudiantes que participaron en esta actividad nunca habían tenido un contacto físico con dicho tren y por ende no tenían la experiencia de haber viajado en el último ramal chileno, ícono patrimonial maulino.
Gracias a experiencias como ésta podemos disfrutar de un patrimonio vivo y en primera persona que nos conecta directamente con la identidad regional y sus trazos dispersos hoy en el Maule. El tren es un medio de transporte seguro, cómodo, rápido y masivo y al mismo tiempo aporta al turismo ecoeficiente y sustentable. Fortaleciendo el tren todos ganamos en tiempo pasado, presente y futuro.
El Ramal, por vez primera
El ramal ferroviario Talca – Constitución enorgullece a los maulinos y constituye para Chile parte esencial de su patrimonio cultural irrenunciable. Pese a ello, en un contexto urbano y muchas veces bajo un perfil eurocentrista, las generaciones más jóvenes no sienten lo mismo que sus padres o abuelos a la hora de expresar lo que este tren es y significa para quienes hoy cursan la enseñanza básica o media. En general, las y los jóvenes buscan experiencias que puedan compartir en redes sociales, de ahí su inclinación a viajar en donde lo verdaderamente importante es la cantidad de “me gusta” que reciben en sus fotos de viaje, que la propia experiencia del viaje en sí. Lo anterior nos retrotrae a una reflexión que hicimos junto a las estudiantes que participaron en este viaje en el ramal, por vez primera: Aparte de lo cotidiano (trabajo, estudios, vacaciones o familia) ¿por qué el ser humano permanentemente viaja?
En la opinión de la estudiante Sofía Arteaga Avendaño los primeros viajes en la humanidad fueron para encontrar comida y seguridad o en búsqueda de nuevas rutas, tierras y oportunidades para el comercio, pero “(…) Desde nuestro primer aliento, lo que hacemos es investigar cómo es el mundo que nos rodea, por naturaleza, somos seres curiosos por lo desconocido y ello nos atrae a descubrirlo, y nos da un recuerdo o experiencia inolvidable. Lo turístico se vuelve placentero, bello, y nos brinda aventura y diversión”. Sin embargo, las experiencias que se viven en este proceso son las que nos abren la mente y cambian el mundo, el encontrarnos con una cultura totalmente diferente, conocer a personas con vidas totalmente opuestas a las nuestras, con experiencias nuevas. Y así, al encontrarnos en un lugar que no es el nuestro, las emociones afloran impulsándonos a abrirnos y conocer lo desconocido.
Planificada con acuciosidad, nos dispusimos entonces a realizar parte del recorrido en el ramal, tratando de entender a poco más de un siglo de su construcción (1889-1915) cómo debió haber sido el río Maule y su entorno natural antes de que la trocha angosta se abriera paso por un territorio prácticamente prístino hasta entonces. Cuando los primeros rayos de sol despuntaban la mañana, pensábamos en el río límite entre el Inca invasor y el aguerrido defensor Mapuche al sur de él, repasábamos las páginas del libro “Entre el Maule y el Amazonas” del célebre historiador británico Arnold Toynbee y mientras observábamos la conjunción de sus célebres aguas en el sector de “El Morro”, comprendíamos que con alegría, perseverancia y la valiosa e imprescindible acción colectiva, estábamos escribiendo nuestra propia historia, ¡más felices que nunca!. No son muchas las fuentes que disponemos para visualizar al Maule antes del ramal, siendo quizás la obra “La navegación en el Maule: una vía de conexión con el exterior” de Valeria Maino (1996) una de las fuentes que mejor permitió a quienes viajaríamos en el ramal comprender cómo sería nuestra región pura y cristalina. Hoy entre sus tierras, aguas, aire y aroma inconfundible nos sentimos alegres herederos del Maule y sus frutos.
El ramal sigue siendo el medio de transporte preferido para la población adulta, en su conexión a localidades, muchas de las cuales poseen por sí mismas potentes características identitarias, como la estación “Poeta Jorge González Bastías,” lugar que se encuentra en la comuna de Pencahue y en donde se cruzan los trenes que van y vienen desde Talca y Constitución.
En la provincia de Talca y mucho antes de la pandemia había decaído el interés en las comunidades del ramal por preservar la memoria de sí a través de fiestas costumbristas y encuentros populares. Es coincidente la declaratoria obtenida de Monumento Histórico (MH) con el declive de las acciones comunitarias a favor del ramal y su memoria, como si en Chile bastara con una declaración para asegurar la preservación. Muchos sinsentidos ocurren en el ramal hoy. A simple vista observamos que todas las estaciones declaradas “Monumento Histórico” presentan graves daños y un abandono prolongado. Y como es por todos sabido, una de las estaciones más conocidas se llama «Poeta Jorge González Bastías» (1879-1950), sin embargo él nunca le escribió un verso al tren.
¿Por qué ocurren estas contradicciones? En un abrir y cerrar de ojos el fogonazo de la revolución industrial se hizo sentir en el río Maule, en donde “las tierras del poeta comenzaron a sentir vibraciones y ruidos hasta entonces desconocidos, también la fragmentación de los hábitats existentes, la ocupación del suelo para la trocha angosta y obras asociadas, la reestructuración territorial, el impacto visual, el atropellamiento de especies y el consumo de energía”, señala la estudiante de tercer año medio Yubicza Mancilla Caro, quien complementa que “hoy la infraestructura relacionada al ramal no está a la altura de lo declarado, ya que las paradas y estaciones, consideradas patrimonio cultural, se encuentran en un estado deplorable, llenas de rayados como Corinto y muy deterioradas. ¿Quién se hace cargo de ello?”.
La cascada “El Álamo”
En el Maule existen territorios muy poco conocidos y seguramente esa sea una de las razones que explican su fuerza natural casi impoluta. De hecho, lugares así nos dan la sensación de que somos los primeros en estar allí o al menos de que muy pocas personas los han visitado en el último tiempo. Todos saben el estado en el que se encuentran los balnearios en la playa o la montaña tras el paso de una horda de «turistas” muy poco empáticos y sin consciencia ecológica. Por ello, al planificar esta ruta enfatizamos a sus participantes que no debíamos dejar una huella negativa tras nuestra visita. Para todos(as) vivir esa experiencia es una auténtica aventura. Nada está señalizado, recorrimos senderos intuitivamente y la buena comida y todo el abastecimiento vino con nosotros, ya que no hay un restaurant en la esquina con el menú del día. De hecho, no hay un solo almacén en kilómetros a la redonda.
“El Álamo” es una de aquellas rutas de las que no habías oído nunca porque no se publica en las redes sociales, ni en los medios de comunicación o de información turística. Se llega a ella a través del ramal, o bien siguiendo el laberíntico camino rural a Forel como alternativa. A partir del túnel de Forel (km 63), esta ruta tiene poco más de 1 km de extensión y tras recorrer senderos con pinos cortados, moras, o cruzar con cuidado el curso de agua río arriba, llegamos al corto tramo final en el que debemos subir y bajar por rocas hasta llegar a los pozones y la cascada.
Esta ruta nos brinda la oportunidad de ver los estragos que dejó el incendio forestal del 2017. Nada está diseñado para el turista; allí se aprecia la vida tal y como es, ya sea en la naturaleza y su capacidad de resistir, como en los efectos aún visibles del dantesco incendio que arrasó con todo a su paso, permitiéndonos tomar conciencia de lo que deberíamos hacer en lo que toca a nuestra conducta medio ambiental. Cuesta más llegar a “El Álamo” que a “González Bastías”, pero también cuesta más irse del refugio de sus aguas, el canto de los pájaros o el sonido del viento marino que el Maule trae a nosotros. En un mundo en el que todo es cada vez más fácil y cómodo de aprender, llegar a sitios que requieren un esfuerzo adicional –horas de ramal, de mapas en internet que no se condicen con los caminos rurales y de confusiones- tiene algo de único. Y por eso irse de ellos nos pone extrañamente contemplativos.
Más que certezas, lugares poco visitados como esta cascada, sus pozones y su refugio te abren una nueva perspectiva de lo que son los viajes, y de por qué viajamos. Más que una selfie, recorridos así nos han permitido replantearnos qué buscamos exactamente cuando dejamos Talca atrás y nos internamos en el corazón de Chile Profundo. Sin embargo, las estudiantes que participaron en esta experiencia adelantan un futuro poco promisorio para este ramal. “A mi pesar, no creo que el ramal vuelva a tener el esplendor como en sus años dorados, el desarrollo y auge de los distintos medios de transporte se lo impiden, cada vez más gente opta por el automóvil o el avión y poco a poco se olvidan de esta opción ferroviaria. Con los años no creo que desaparezca, ni que se modernice porque es un ícono histórico de la región tal cual como es, pero cada vez menos gente se subirá a sus asientos”. (Sofía Rojas Roa, estudiante, tercer año medio).
La institucionalidad debería redoblar sus esfuerzos de protección, defensa y proyección de nuestro patrimonio, cuyo valor es digno de ser conocido por toda la comunidad en el presente y en el futuro, pues en el decir de la UNESCO la memoria colectiva y el peculiar patrimonio de cada comunidad o localidad es insustituible y una importante base para el desarrollo, actual y futuro.
Para finalizar esta actividad consultamos a las 19 jóvenes participantes ¿qué futuro creen que tendrá el ramal? ¿Seguirá tal como está? ¿Se modernizará y cambiará? ¿Desaparecerá? ¿Por qué? Aunque las respuestas tomaron distintas perspectivas, la opinión de la estudiante Indira Muñoz Inzulza resume lo expresado por la mayoría de las jóvenes que vivieron la experiencia: “Yo creo que el ramal ferroviario desaparecerá, ya que en la actualidad menor cantidad de personas viajan en él y la mayor parte de éstas son adultos mayores, puesto que quizás toda su vida han viajado en el tren y sienten cierto aprecio hacia él, por diferentes recuerdos que pueden albergar. Por otro lado, las futuras generaciones no perciben ganas de conocer el ramal y su historia, sobre todo la generación a la que pertenezco, dado que está desinformada y desinteresada en este medio de transporte”.
El pasado 4 de agosto el Gobierno Regional del Maule lanzó una investigación llamada “Posicionamiento territorial asociado a la salvaguardia del patrimonio en la Región del Maule”, la cual depositaba principalmente en el Consejo de Monumentos Nacionales el rescate y difusión de nuestro patrimonio. No obstante, sin considerar las inquietudes y preocupaciones de quienes hoy son niños(as) y jóvenes difícilmente sabremos cómo ellos y ellas ven el mundo y quieren mejorarlo en el futuro. Tantas veces subestimados(as), lo razonable sería apoyarlos para cambiar la sociedad y para que esta siga progresando.