“Los cuentos aquí expuestos son una pequeña muestra, un fragmento de vida de una mujer que es artista, madre de una gran familia que ya lleva generaciones, artesana, narradora. Sus cuentos son una mínima parte de una vida que está plena de descubrimientos y que ella, sagaz observadora de la vida, ha guardado por años. Son cuentos que la identifican en esta Región del Maule como habitante, residente, con sus parajes, playas, campos, en medio de una biografía que se asoma con trazos de una realidad tanto compleja como mágica”, dice la profesora y escritora Susana Burotto al presentar este libro.
Y es que “Cierta mujer maulina” reúne una serie de relatos envueltos en la atmosfera neblinosa de los recuerdos y la nostalgia. Nostalgia de un pasado inolvidable, de los fantasmas inescapables de la infancia donde no faltan las sombras que atemorizan y las figuras de luz que acompañan la incerteza.
ESA PATRIA LLAMADA INFANCIA
Las historias de Patricia Schaffner están bajo la permanente sospecha de que están inspiradas en la realidad y han sido ficcionadas, idealizadas y proyectadas con el paso del tiempo.
Lugares maravillosos como el bello balneario de Curanipe y otras pequeñas localidades de nuestra increíble región transitan por sus páginas en relatos breves al borde de lo real maravilloso, pero tironeados cada ciertos espacios por una persistente historia personal y familiar también asombrosa.
“El río Tutuven, el que corre en un tramo de mar a cordillera, pasaba al fondo del patio, era un lugar de juego para mis hermanos que pescaban toda clase de animalejos y retozaban en sus orillas en las tardes estivales”, relata la autora en “Trozos de vida”. Y así se van entretejiendo los que parecen recuerdos personales, pero también podría ser la ficción de un narrador protagonista que va desenvolviendo lentamente su misteriosa existencia.
“Los pequeños bárbaros que eran mis hermanos comenzaron por proveerse de dinero, vendiendo cuanto pudieron sacar de la casa, los manteles, las sábanas, los cubiertos…lo que pudieron encontrar a mano. La mesa mostró desde ahí, los manteles raídos, las tazas sin orejas, los platos trizados, todo el desecho que había en la vieja despensa”.
VIAJES DEL ALMA Y DEL CUERPO
Una tremenda desgracia cae sobre el hogar de la feliz pareja y sus muchos hijos. La madre, el ancla, la luz, el ángel de la infancia se ha ido y el padre desespera. “La imagen de mi padre a horcajadas sobre la cama de mamá, y con ella en sus brazos, que le pedía a gritos que no lo dejara”. El derrumbe fue total, el padre nunca se recuperó y los hijos emprendieron diversos rumbos, unos a la lejana capital, otros a los brazos de otras familias que los acogieron como propios.
Sólo a los 18 años la protagonista se enteraría de su origen. E iniciaría un periplo tras sus raíces que la llevaría a Europa para compartir con sus numerosos hermanos, reconstruyendo lazos y relaciones nacidas desde lo más profundo. “Treinta días viajando en tren por los países europeos me dio un barniz que aprecio mucho. Ver París, Roma, la Riviera francesa, Venecia, bajar en las ciudades más interesantes, aposarse en ellas cuantos días quisiéramos, nos dio más que cultura, nos dio libertad, paseando por las calles como una ciudadana más, es lo que valora un viaje turístico, tuve esa suerte…caminando a lo largo del Guadalquivir, sentándonos en la Plaza de doña Elvira cerca de la Alhambra, recorriendo la mezquita de Córdova…siguiendo a pie los Campos Elíseos…el Moisés de Miguel ángel…la Pietá…oh!”.
El texto vuelve sobre inolvidables recuerdos juveniles. “Curanipe no se puede olvidar. El espacio de mi vida más alegre y querido y en el que las amistades, los pololos, las fiestas, las fogatas, los paseos, los baños, las caminatas, las puestas de sol, le dejan a una la sensación de haber vivido un sueño”.
Era el tiempo en que las playas de Curanipe daban a luz los faluchos que llegaban hasta el Callao con su valiosa carga. “Hace mucho que se perdió esa imponente figura; el esqueleto de un falucho, su maderamen a la vista, la enorme quilla doblada que sostenía sus ‘costillas’, como un gran cetáceo que vigilaba el mar, allá en lontananza”.
TEJIENDO LA VIDA CON ESPERANZA
La protagonista va de ciudad en ciudad, avanza y retrocede en el tiempo tejiendo con encantadora sencillez sus recuerdos, seguramente como teje sus artesanías, sus pinturas y sus manjares. Departiendo la alegría de vivir y compartir una existencia intensa, una familia acogedora, en Talca, la ciudad donde finalmente recaló junto a sus padres y donde ha desarrollado su amistad y su optimismo a toda prueba.