El proyecto fue financiado por el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio. Su ejecución se realizó mientras las puertas del museo permanecen cerradas, a la espera de la ejecución de las obras de restauración post terremoto, que es necesario hacer, para que el monumento histórico vuelva a ser disfrutado por toda la comunidad.
La iniciativa tuvo como objetivo poner en valor una colección de piezas de diferente materialidad, tales como greda, madera, batro, mimbre, crin, entre otras y que provienen de diferentes localidades y comunas de la región del Maule. Las piezas, en su gran mayoría, fueron recopiladas el año 1972, por la profesora de arte, Aurelia Baeza Quezada, y su equipo.
Las obras fueron exhibidas por primera vez el año 1973 en la Casa Central de la Pontificia Universidad Católica en Santiago. El mismo año también se exhibieron en FITAL (Feria Internacional de Talca) y en la sede regional de la misma universidad. Luego, se guardaron en el Museo Taller de esta casa de estudios y, desde allí, fueron trasladadas a Huilquilemu a fines del año 1974, a solicitud de Hernán Correa de la Cerda, fundador de la Villa Cultural Huilquilemu.
Desde el terremoto del 2010 esta colección estaba almacenada en el museo en un depósito temporal. Todos los objetos y sus contenedores estaban rotulados e identificados, pero no contaban con el equipamiento adecuado para su correcto resguardo. No había sido estudiada ni difundida.
La ejecución del proyecto contempló varias tareas, que se desarrollaron en forma paralela por el personal del museo y por voluntarios que pusieron a disposición de la iniciativa su tiempo y profesionalismo.
La primera tarea fue preparar una sala con grandes mesones que permitieron tener a la vista todos los objetos en la medida que se fueron sacando de su embalaje temporal. Con todos ellos a la vista, fue posible determinar las propuestas de tratamiento para cada caso en particular.
Luego se llevó a cabo la limpieza de todos los objetos de la colección, con el propósito de almacenarlos más tarde, completamente limpios. Además, se hizo uniones de faltantes y tratamientos específicos para algunos objetos. También se elaboró un registro fotográfico de aquellas piezas de la colección, que no contaban con fotografía en sus respectivas fichas de inventario.
Los fondos permitieron la compra de estanterías metálica, cajas de cartón, materiales de conservación e insumos necesarios para la limpieza y el correcto embalaje de la colección.
El acondicionamiento de cajas y embalaje de las piezas es una labor muy técnica y especializada. Las cajas fueron acondicionadas con etafon (espuma de polietileno) y tyvek, a la medida de cada objeto. El embalaje es caso a caso, según materialidad y tamaño. Lo óptimo es que las piezas queden fijas al embalaje de manera segura. El rotulado de las cajas y estanterías es otra tarea muy importante. Al estar bien hecha, permite el manejo del inventario de manera eficiente.
La iniciativa contempló visitas a terreno a seis localidades con el fin de tomar contacto con quienes, en aquella época, elaboraron piezas que están presentes en la colección. Emoción y felicidad son algunas de las sensaciones experimentadas por los artesanos o sus familiares, al saber que sus obras permanecen resguardadas en el museo y que, además, ahora son objeto de estudio. Tomar contacto con los artesanos y vincularlos con sus obras, sin duda, fue una experiencia maravillosa que agrega un valor indiscutido a la colección.
La investigación se hizo en los archivos del propio museo y también se nutrió de las entrevistas en terreno. El resultado es un bello catálogo titulado “Colección de Artesanía Maulina del Museo de la Villa Cultural Huilquilemu de la Universidad Católica del Maule” que será presentado en fecha próxima.
Al respecto, el rector de la UCM, Dr. Diego Durán Jara, comentó lo que significa para la Universidad tener la tutela de esta colección, afirma: “Para la Universidad es una alegría, un orgullo y una responsabilidad muy grande, porque esta colección da cuenta de la cultura y de la tradición de nuestra región. Por tanto, nuestro deber es cuidarla, sostenerla y darla a conocer a las actuales y futuras generaciones”.
En definitiva, este proyecto hizo posible almacenar la colección en base a estándares adecuados de conservación, documentarla con información del archivo histórico del museo vinculada a su origen, y, además, permitirá difundirla a través de cápsulas audiovisuales que resultaron de las visitas a terreno con los artesanos, así como por medio del catálogo que estará disponible en las principales bibliotecas del país y de la región.
El catálogo consigna el valor histórico y cultural de la artesanía maulina. Todo ello es muy relevante dado que, de este modo, se visibiliza y se da acceso a esta herencia tan valiosa que pertenece a toda la comunidad; lo que contribuye a fortalecer y estimular la conciencia colectiva de la tradición cultural en la región del Maule.