La Fundación para la Superación de la Pobreza (FUSUPO) es una institución civil de interés público con relevante financiamiento estatal, que busca canalizar el compromiso social y profesional de un sector importante de la sociedad civil, desde un enfoque promocional, pluralista e independiente.
Surge el año 1994 como un consejo, convocado por el Presidente de la República, para colaborar desde la sociedad civil en la estrategia nacional para la superación de la pobreza. En 1995 se transforma en fundación de derecho privado, para desarrollar programas de intervención social y aportar una visión distinta de la pobreza desde la composición diversa de su directorio.
Para alcanzar sus metas trabaja a través de dos programas: Propuesta país, área de investigación que colabora en el perfeccionamiento de las políticas públicas orientadas a la superación de la pobreza a nivel nacional, regional y local; y Servicio País, donde se desarrollan intervenciones sociales que ponen a prueba modelos innovadores y replicables para resolver problemáticas de la pobreza.
Con motivo de la reciente publicación de “Descifrando el desarrollo local. Análisis de estrategias asociativas de desarrollo rural del Maule”, (2020) un balance de diferentes emprendimientos exitosos, Diario Talca conversó con Cristián Cornejo Maldonado, director regional de la fundación.

Cristián, en “La patria estremecida”, Elizabeth Subercaseaux hace un doloroso balance de las desigualdades del siglo XX. ¿Qué resulta decisivo para cambiar esa constante?
“La desigualdad es uno de los grandes dilemas que posee el Chile moderno, país con una gran facilidad para generar riqueza y una gran dificultad para distribuirla. Para lograr mayores grados de equidad debemos partir por reconocernos como parte de un país que nos alberga a todos y como tal somos responsables de esforzarnos por lograr mayor desarrollo para que todos disfrutemos de sus frutos. Esta integración busca dar la oportunidad de encuentro y de explotar el potencial sin verse influenciado por la cuna en la que se nace y todos colaborar a forjar un mejor país”.
La centralización del país, ¿ha favorecido ese estado de cosas?
“La centralización sin duda que perpetúa esta desigualdad. La concentración del poder en pequeños grupos en un sitio específico, lleva a tener lecturas en muchos casos erradas de las realidades territoriales, donde la construcción homogénea de instrumentos de política pública (sobre todo en un país tan diverso geográfica, cultural y productivamente como Chile) no permite potenciar de manera adecuada a la sociedad. Esta centralización lleva a perder las identidades locales, donde prácticas culturales, formas de producción y dinámicas de relacionamiento se ven opacadas al no contar con instrumentos propios que las fomenten”.
La relación de Talca con las otras comunas del Maule también es desequilibrada. ¿Es una forma de centralismo regional?
“La centralización no sólo se da a nivel nacional, en la medida que bajamos las escalas territoriales ocurre el mismo fenómeno, vemos que la oferta pública y privada de bienes y servicios se ve disminuida como también los recursos de desarrollo se ven afectados. Tenemos así, comunas aisladas con índices de pobreza sobre el promedio regional y se pueden observar sitios con poco o nulo acceso a bienes y servicios esenciales (agua, alcantarillado, electricidad, salud, educación, entre otros). Este centralismo nacional, regional y comunal impulsa a las comunidades a trasladarse a los principales centros urbanos de la región abandonando territorios junto a sus historias y tradiciones”.
¿Qué considera que se debería incorporar en la eventual nueva Constitución para afianzar un equilibrio entre todas las regiones del país?
“La descentralización debería ser una constante en la nueva Constitución, que permita a las instituciones regionales generar procesos de política pública con pertinencia cultural que respondan a las vocaciones productivas de la región y fomente un espacio de diálogo que mantenga el medio natural. Se deben generar estímulos territoriales que propicien la generación de polos de desarrollo regional que fortalezcan la investigación y desarrollo de tecnologías de exportación que descentralicen el recurso humano calificado, que sean capaces de generar mejores oportunidades a las personas a lo largo del país”.
En relación a la pobreza, ¿qué mirada tiene de la Región del Maule?
“Para abordar este punto, Casen (2020) nos entrega algunos datos que pueden ser interesantes de observar. Por una parte, el índice de pobreza por ingresos en la región alcanza un 12,3%, cifra superior al nivel nacional que llega al 10,8%. Si bien este indicador no supera al 12,7% de la última medición, la medición respecto de la pobreza extrema en la región sufrió un alza significativa, llegando a 4,5% con 1,5 puntos porcentuales más que la última medición y superando al promedio nacional que corresponde al 4,3% lo que refleja que la pobreza por ingresos en la región es históricamente más profunda que la de las otras regiones. Sin embargo, más allá de los datos debemos entender que la pobreza es una situación que puede ser modificada y para ello debemos ser capaces de visualizar y activar los recursos que poseen las comunidades para abordarlo”.
¿Qué efectos ha tenido la pandemia?
“Respecto de los indicadores que referíamos anteriormente, se puede entender que la pandemia ha hecho retroceder y/o estancar el avance que se había logrado instalar en los últimos años. En ese sentido, desde nuestra experiencia regional hemos podido observar nuevas necesidades no resueltas en distintos ámbitos que colaboran con las brechas de oportunidades. Un ejemplo de esto dice relación con el acceso a tecnología en las escuelas, las cuáles se han visto obligadas a implementar metodologías de trabajo que no necesariamente fortalecen el aprendizaje. En cuanto a los indicadores y mediciones por ingresos, la región al poseer altos niveles de vulnerabilidad y pobreza, donde un gran porcentaje de la población se ha visto beneficiada por los diferentes subsidios de gobierno para paliar la crisis económica, lo que sumado a la actividad agrícola y frutícola (que no ha parado en su funcionamiento) frenó un alza drástica en los indicadores de pobreza regional”.
Una experiencia fundamental
En la región del Maule, la fundación tiene en la actualidad planes de trabajo en 11 comunas, 9 a través del programa Servicio País: Rauco, Hualañé, Curepto, San Clemente, Colbún, Yerbas Buenas, Empedrado, Chanco y Retiro, con funcionarios de manera permanente; y 2 comunas a través de proyectos de trabajo financiados por la Unión Europea, con proyectos específicos en comunidades del secano interior y costero (San Javier y Constitución) a quienes se entrega asesoría técnica y mejoramiento de su equipos e infraestructura.
El equipo regional está compuesto por 24 personas. La institución en el Maule presenta cuatro ejes estratégicos que dan respuestas a las necesidades identificadas por las comunidades: a) Acceso y gestión al agua, b) Fortalecimiento de actividades productivas y emprendimiento, c) Mejoramiento del espacio público comunitario y privado y d) Apoyo en acciones complementarias en educación. La experiencia Servicio País es un ejemplo de alianza entre lo público y privado y ha sido replicada en otros países de América Latina. Los jóvenes del Maule que quieran participar en la versión Servicio País 2022, se pueden inscribir en www.serviciopais.cl hasta el 15 de noviembre próximo.

Cristián, ¿cómo fue su experiencia en Servicio País?
“(Participé en…) comunidades rurales e indígenas de la comuna de Lumaco (…) Estos grupos de zonas rurales trabajan, se esfuerzan y buscan las formas de integrarse a una sociedad sin dejar de lado sus prácticas tradicionales y cultura propia. Sin duda ser parte de Servicio País fue una experiencia que me sacó de mis estructuras de ingeniero y me tensionó a conocer de leyes y estrategias sociales de intervención con mis compañeros abogados, sociólogos o psicólogos; sin duda una experiencia transformadora que me llevó a cambiar mi interés laboral desde lo privado a lo público, desde lo empresarial a lo comunitario”.
Para los jóvenes profesionales que participan, ¿marca un antes y un después en sus vidas?
“El trabajo directo con las comunidades, vivenciando por un año las mismas precariedades y riquezas de comunas aisladas (…) lleva a los profesionales a activar la estructura de oportunidades que logran identificar en su entorno para aportar en la resolución de problemas locales. Además, en lo formal todos los profesionales Servicio País deben cursar un diplomado relacionado a temáticas de territorio, pobreza y políticas públicas que permite nivelar el conocimiento en el área. Estos dos componentes del programa generan, en gran parte de los profesionales, un espacio laboral transformador, tanto por los espacios en los cuales se desarrollan las acciones, las comunidades a las que se vinculan o los proyectos que estos impulsan, llevándolos a encontrar sentido en todas las acciones realizadas, viendo el efecto positivo de manera inmediata o en el corto plazo”.
Señaló en alguna entrevista que para alcanzar las metas es fundamental el vínculo con los actores regionales y comunales…
“Se distinguen, por ejemplo, alianzas fundamentales con el sector público que a través de los ministerios se trabajan con convenios de colaboración (…). A nivel intermedio también se generan convenios con instituciones que facilitan la implementación del programa en las regiones, por ejemplo, con los Gobiernos Regionales, municipios, universidades, entre otros. Finalmente, a nivel comunal se busca la generación de alianzas estratégicas con instituciones que están presentes en las comunas, para ello nuestro despliegue territorial de profesionales juega un rol fundamental (…) Algunas alianzas de trabajo exitosas en la región del Maule han sido sin duda los trabajos con municipalidades. Desde el ámbito privado tenemos ejecuciones de proyectos con SELAVIP (ligado a un proyecto de acceso al agua en Rauco) y Fundación Careno (en proyectos dirigidos al mejoramiento de sedes sociales), entre otras”.
La fundación presenta el programa en 9 comunas del Maule. Sucintamente, ¿puede señalar alguna experiencia?
“El programa Servicio País que actualmente actúa en Hualañé, Rauco, San Clemente, Colbún, Yerbas Buenas, Retiro, Chanco, Empedrado y Curepto, tiene como base la instalación de equipos con jóvenes profesionales que por un año están desarrollando procesos (…) Un ejemplo de ello es el mercado campesino de Putú, que habilitó junto a productores locales un espacio que permite la comercialización de productos hortofrutícolas de la zona. Otra acción es el acceso al agua que se ha realizado en las comunas, donde se desarrollaron sistemas de distribución y saneamiento de agua en sistemas comunitarios o individuales, según sea las condiciones del territorio”.
¿Cómo puede la sociedad civil colaborar en los planes y programas de la fundación?
“Desde nuestra institución tenemos distintos formatos de colaboración. De este modo, se generan redes de trabajo y colaboración a través de proyectos, mesas de diálogo, financiamiento de proyectos comunitarios, entre otros. Ahí, dependiendo del trabajo que se quiera realizar, la fundación puede ser ejecutor, mediador o articulador de acciones en territorio. Para ello se plantean a través de la innovación social nuevas soluciones a problemas antiguos donde la fundación puede constituirse en un gran laboratorio que permite incubar soluciones sociales de impacto regional, nacional o global”.