El triciclo eléctrico Leko, modelo JDSL, mide 1,6 metros de largo y pesa entre 600 y 800 kilos, tiene un motor de 1000 W, 4 baterías de 12v-45Ah, una autonomía de 40 kilómetros y una velocidad máxima de 35 km por hora. El precio ronda el millón y medio de pesos, dependiendo si lo paga con tarjeta o en efectivo.
Este “torito” de carga (¡que buen apodo!) se puede ver habitualmente por las calles de Talca. Seguro que los ha visto cerca de la 11 Oriente. Haitianos los utilizan para llevar sus mercaderías. También chilenos. Siempre cargados con frutas, verduras, zapatillas, ropa y un cuanto hay. Silenciosos, prácticos, económicos.
La dependienta de un concesionario de motos y triciclos eléctricos ubicado en la 11 Oriente, cuenta que el local está en Talca desde el 2015. Dice que la moto eléctrica es un vehículo que se acomoda a diferentes necesidades, es fácil de manejar y no se necesita pasar cambios. Hay que tener cuidado cuando se acelera y es recomendable tener la experiencia de haber andado en bicicleta por el equilibrio. Y en cuanto a los “toritos”, acota que algunos adultos mayores los utilizan para movilizarse.
Hace 4 ó 5 años no necesitaban patente. Ahora sí, también licencia y seguro, si el vehículo es de 250 W o más. Lo que podría haber reducido el interés. Pero, explica la dependienta, la venta de vehículos eléctricos se mantiene a buen ritmo. Deben ser unos 20 mensuales, entre motos y triciclos, calcula una de las personas que atiende las consultas más técnicas de los clientes.
Las baterías pueden durar entre 1 año y medio y dos años. Las de motos cuestan 200 mil pesos y las de los triciclos 300 mil.
Una mujer consulta por una batería. Un señor mayor se da unas vueltas y dice que tiene una motocicleta que le salió muy buena, sin ningún problema.
Justo frente a la importadora, siempre por la 11 Oriente, un adulto mayor vende zapatos, ropa y plantas, junto a un “torito”. Es su vehículo de transporte. Lo tiene hace un año y no tiene quejas. Le salió perfecto. Tenía licencia de conducir, pero por la edad (75) no quieren renovarle. No tiene problemas en que le exijan permiso de circulación, aunque -argumenta- en la calle deberían respetarlos igual que a los autos. Porque se ha topado con gente que, creyéndose dueña de la calle, le grita improperios.
En la 13 Oriente, cerca del Hospital de Talca, en una cuadra, dos triciclos eléctricos (predomina rojo, el color del “torito”) esperan pacientes que dos emprendedoras vendan algo. Una es chilena y, con algo de desconfianza, dice que tiene el vehículo hace tres años, que lo utiliza solo para trabajar y que aún no le cambia la batería. La otra es una mujer haitiana que poco entiende el español, solo para el intercambio de productos. Se acerca una vecina que intenta explicarle que se trata de una entrevista. Luego la mujer, sonriente, me pasa un celular y me dice que hable con otra haitiana que sabe más español. Vuelvo a explicar que soy un periodista y que estoy haciendo una nota sobre los carros eléctricos. “Ya, ya…no hay problema”, me responde una voz amable. En fin, lo único que saqué en limpio fue el permiso para tomar una foto.
En la 2 Sur con 8 Oriente un “torito” se protege del calor de mediodía con un toldo artesanal. El dueño se refugia en una pared sombreada atento a los clientes que se acercan. Como todos los consultados, está contento con el vehículo. Vive en el sector surponiente de Talca. Va al parque industrial a comprar los productos y regresa al centro de la ciudad para su venta. No ha tenido problemas. Lo recomienda a ojos cerrados.
En todo el reporteo no me topé con alguna fiscalización, ni los dueños se quejaron por la exigencia de documentos. El “boom” de los “toritos” de carga está en pleno auge.