La principal calle comercial de Talca, tan tradicional como la ciudad misma, está de capa caída. Agobiada por eternas reconstrucciones, veredas maltrechas y ambulantes resistentes a cuanta solución se propone, se prepara para recibir a un mall chino tras la huida de una tienda del retail. El remate de la invasión del gigante asiático. Uno Sur al estilo del barrio Meiggs (texto y fotos: Rodrigo Contreras Vergara)
Desde que llegué a Talca, a mediados de los 90, siempre he vivido cerca del centro. En un departamento pequeño en la 3 Oriente. En la población Costanera. En la población Libertad. En la población Nueva Abate Molina. Y siempre he tenido a la Uno Sur como referencia. Mi hijo estudió en el colegio Carlos Salinas cuando la Plaza Cienfuegos era una plaza y no un sitio eriazo reacomodado para los ambulantes.
Cuando llegué a Talca el Mercado no era un edificio ejemplar; ya resentía los años y, fundamentalmente, la desidia de las autoridades, pero al menos tenía vida. Alcancé a disfrutar los vestigios del comercio tradicional talquino. La Negrita, por ejemplo. Me entretenía recorriendo las galerías.
La Uno Sur es la calle más tradicional de Talca. Siempre asociada al comercio, tiene vida propia. En apariencia resistente al tiempo. La gente fluye como un río, indemne al cambio climático o gracias a ese mismo cambio climático. Pero las cosas cambian. Todo cambia. Y la Uno Sur ya no es la misma Uno Sur. Aunque se repitan los dueños con apellidos tan tradicionales como Rodríguez, Russo, Abasolo, Sabag, González y Rivera. Me acota una fuente conocedora de la trastienda del negocio inmobiliario, que los apellidos que tienen más propiedades en la Uno Sur son los de Rodríguez y Russo. Y me entrega detalles sabrosos como que los dueños de la ex Galería Bavaria pertenecen a la familia Kast, sí, la misma del político.
Echémosle la culpa al terremoto. A los incendios. Al estallido social. A la pandemia. Al tradicional cambio de estatus, desde los tiempos en que había veredas para ricos y pobres. La Uno Sur creció alrededor de la plaza, de manera cívica, institucional, grandilocuente. Se fue abriendo hacia el oriente a punta de emprendedores talquinos, o de hijos adoptivos, que abrieron locales que se recuerdan, como las farmacias León y Barberis; las ferreterías El Candado y El Cairo; la mencionada La Negrita, El Globo, La Bola de Oro, El Rey, Casa Royo…Y todo desembocaba en la 11 Oriente donde se unen los ríos, el que compra y viene de las comunas y pueblos cercanos y el que vende y sube desde la plaza. Un delta que desde la Uno Sur se desperdiga por un casi infinito número de canales, unos más secos que otros.
Hasta que llegaron las grandes tiendas y los locales tradicionales se fueron o los fueron retirando. Se retiró la clase alta talquina (o lo que se interpreta por clase alta), cruzó la carretera y se afincó al oriente en Las Rastras. La clase media se fue al surponiente en La Florida. Crecieron como callampas los locales tragamonedas, también los ambulantes y últimamente las panaderías venezolanas y las tiendas de insumos para celulares. Entremedio fantasmas, el Mercado en espera, las Concentradas ilusionándose con volver; y lo que se ha hecho, porque se han hecho esfuerzos, como el boulevard y la Plaza Cienfuegos, resultan a todas luces insuficientes. Los ambulantes son un dolor de cabeza eterno. El deterioro de las veredas es evidente. El cambio de baldosas en el periodo del alcalde Germán Verdugo ya cumplió su vida útil. Y las jardineras, faroles y asientos no alcanzan a disimular la decadencia.
Y ahora resulta que las grandes tiendas se van, al menos una de ellas. Recorro la Uno Sur y me topo con varios carteles de “Se arrienda”. La galería del Cine Plaza es un pueblo fantasma. Y en las que se ubican más al oriente abundan los locales sin ocupar. Esquivo a los ambulantes y camino atento a las baldosas sueltas.
En la 11 Oriente un bus de Carabineros intenta intimidar a los delincuentes y a los ambulantes. No está todos los días en el mismo lugar, advierte uno de los uniformados. Los ambulantes se han repartido la Uno Sur. Entre 11 y 12 Oriente los haitianos, luego -hacia el centro- venezolanos y ecuatorianos. A los que hay que sumar a los chilenos y algunos rebeldes del Crece.
DE UF Y DESEMBARCO CHINO
En esa Uno Sur un arriendo puede costar 50 UF, me asegura una fuente. Otra calcula que el arriendo de un local chico puede alcanzar entre 2 y 3 millones mensuales. Y acota que a los dueños no les interesa bajar los precios, que tienen “espalda” para aguantar hasta que alguien pague lo que piden. De ahí -asegura- los muchos locales sin arrendarse en las galerías.
Un corredor de propiedades, que pidió el anonimato, baja las expectativas. Dice que antes del terremoto del 2010 el metro cuadrado se cobraba entre 1 y 1.3 UF. Y que hoy por un local entre la 5 y 6 Oriente se pide, con suerte, 0.6 UF. Entonces, admite, los arriendos van claramente a la baja. En contrapartida, el arriendo en un “strip center” del sector oriente se mueve entre 0.7 y 0.8 UF. Conocedor del mercado inmobiliario local, cuenta que la partida de París desde la Uno Sur se comenzó a gestar al aproximarse el término del contrato de arrendamiento con los dueños del terreno (repartido entre la familia Saieh y un particular). Hubo conversaciones en ese sentido, pero no se llegó a un acuerdo. Cree que, finalmente, la decisión pasó más por el criterio de un gerente que por un análisis exhaustivo de las condiciones comerciales de la Uno Sur. En todo caso, reconoce que puede haber comerciantes que estén pensando en cambiarse ya sea al sector Oriente, La Florida o Avenida Colín, buscando otro tipo de público.
Así las cosas, indica la misma fuente, el 30 de diciembre el local donde funcionaba París se entrega y está todo listo para que lo ocupe un mall chino, en una señal de los tiempos que corren donde se privilegia el volumen y bajos precios antes que la calidad. Una metáfora perfecta -y esto lo digo yo- del cambio que está viviendo la Uno Sur. Si el arribo de las grandes tiendas del retail a fines de los 90 y comienzos del nuevo siglo marcó la ilusión de una época dorada, la llegada del mall chino, que sería el corolario de un desembarco anticipado por locales de juegos y productos a bajo costo, anuncia para la principal calle comercial de Talca el definitivo sello de comercio popular, al estilo del barrio Meiggs en la comuna de Estación Central en Santiago.
Y no hay nada de malo en esa evolución. El asunto es que hay puntos negros en la Uno Sur. Mientras no se recuperen el Mercado y las Concentradas, mientras los ambulantes sigan siendo un problema y no se aborde un plan integral de recuperación, la principal arteria comercial de Talca seguirá su curso mediocre, a la buena del mercado. Y se sabe que el mercado puede ser cruel. Tan cruel como un eterno cartel de “Se arrienda”.
A veces, un domingo de mañana o al atardecer de ese mismo domingo, con los locales cerrados y sin ambulantes, recorrer la Uno Sur es un privilegio. Un sinsentido por supuesto.