¿Qué pasó?
Ya se acercan las vacaciones y como padres nos planteamos algunas interrogantes: ¿Cómo distribuir el tiempo libre? ¿Jugar y aprender al mismo tiempo? ¿Qué actividades podemos desarrollar en vacaciones para que nuestros hijos e hijas sigan aprendiendo?
La profesora María Teresa González Muzzio, académica de la carrera de Pedagogía en Educación Parvularia de la Universidad Católica del Maule nos habla al respecto y deja importantes sugerencias.
¿Considera usted que las vacaciones pueden disminuir o hacer olvidar algunos aprendizajes del año escolar en los párvulos?
Aquello que los niños y niñas aprenden jugando, divirtiéndose, en un entorno que les genera seguridad y confianza, perdurará mucho más que lo que puedan aprender de memoria en un momento determinado. En los primeros años, en sala cuna y jardín infantil, se enfatiza el aprendizaje a través del juego, y gran parte de lo aprendido corresponde a habilidades y conocimientos que se aplican a diario. Para dar continuidad, manteniendo la esencia de vida en familia: Por lo tanto, en tiempo de vacaciones, en el hogar se pueden proponer pequeños desafíos para que los niños y niñas aprovechen su tiempo en casa y sigan aprendiendo. Por ejemplo, ambientar su habitación. Si pensamos en lenguajes, verbales y artísticos, por ejemplo, pueden hacer afiches de lo que les gusta, confeccionándolos con sus dibujos, collage, recortes, y con sus propias escrituras. O bien, pueden participar en crear las tarjetas para los regalos de navidad u otra ocasión.
Es época también de plantar almácigos y cultivar un huerto en casa o arreglar el jardín, por lo que también podrían crear los letreros para cada especie que cultivan o simplemente crear bajo un árbol una zona de juegos con algunos objetos simples como cajones, neumáticos, tarros vacíos u otros objetos que encontramos muchas veces en desuso en casa.
Lo que podrá aprender un niño o niña será infinito, dependerá de las preguntas que ellos se hagan y de aquellas que los adultos les animen también a explorar y descubrir. No habrá que darles todo ordenado o listo, sino que habrá que desafiarlos… ¿cómo lo harías tú?, ¿qué crees que pasará si…?, ¿cómo podríamos lograr que…?, entre muchas otras.
¿Considera que hoy en día los párvulos dedican muchas horas a la televisión y a las tablas en lugar del compartir con sus padres?
El uso de aparatos tecnológicos en el último tiempo se ha masificado y ha sido imprescindible para dar continuidad a los procesos educativos. Esto lleva a que su uso sea cada vez más frecuente y corremos el riesgo de que las horas frente a estos sean excesivas. Por eso, en lo posible hay que tratar de equilibrar su uso, intercalando diferentes tipos de actividades, algunas al exterior como en el patio de la casa, en una plaza, en casa de familiares.
Para disminuir en parte la exposición a pantallas, conviene que los niños y niñas sean parte de las rutinas propias del hogar, que colaboren en tareas domésticas, desde barrer, poner la mesa, lavar o regar, cuidar a las mascotas o ir de compras.
Ahora bien, el uso de pantallas en sí no es perjudicial, al contrario, hemos visto el potencial que tienen como herramienta para apoyar procesos educativos. Pero para que sean efectivas, se requiere que un adulto o alguien mayor, medie en ello. Esto implica, por ejemplo, conversar con los niños y niñas mientras juegan en su celular, o mientras ven un programa en la televisión. Además, exige seleccionar el tipo de contenido que exploran en estos aparatos, debiendo privilegiar material creado para ellos, programas infantiles, culturales, aplicaciones acorde a sus intereses y edad. Hay incluso audiolibros, libros interactivos gratuitos en internet, visitas a museos en línea, y un sinnúmero de posibilidades vinculadas a todas las áreas de aprendizaje.
¿Es importante recobrar el valor de la vida y la convivencia familiar como un entorno también de aprendizaje?
Es importante que padres, madres y cuidadores retomen vida en familia, que puedan jugar con los niños y niñas, o bien, estar ahí, acompañarlos desde cerca, pero dejándolos jugar libremente. Es momento para rescatar historias familiares, contarlas, grabarlas, escribirlas o leerlas, o bien para cocinar juntos, crear recuerdos, ordenar fotografías y videos. Cualquier cosa que se haga debe ser por el interés de hacerlo, evitando que partan como una imposición forzada, dando opción a los niños y niñas de opinar, proponer y decidir qué hacer, cómo hacerlo”. Un día para contar historias, otro para leer un libro, otro día para cocinar juntos, otro para crear un objeto para el hogar, dependiendo de los tiempos y posibilidades de cada uno.
Pueden ser pequeños momentos en conjunto, pero sí tener la certeza de que una vez al día habrá algo especial que hacer. En caso de tener que trabajar, podrá decirse a los niños y niñas que mañana será el día de… los amigos monstruos, por ejemplo. Ellos podrán crear sus propios personajes, dibujando, con masas, o con lo que tengan en casa, mientras quedan al cuidado de alguien, para que, al final del día, al llegar, lean un cuento sobre monstruos y jueguen con los que crearon más temprano. Podrá igualmente estar frente a pantallas durante el día, pero probablemente, las vea con el interés de encontrar más personajes o de imaginar historias vinculadas a ellos.
Debemos sí tener en cuenta que, más que aprender contenidos o temas específicos como podría ser más adelante al regresar a jardín infantil o al colegio, en la familia se aprenden experiencias, valores y habilidades que son necesarias para la vida en sociedad, desde cultura cívica, hábitos, prácticas necesarias para la buena convivencia, la preocupación por el otro y por el medio ambiente, el valor de las interacciones, la empatía, entre muchas otras.