
La semana pasada, en un evento de la Mesa de Ciudades de la Cámara Chilena de la Construcción, la empresa concesionaria a cargo de las principales obras viales que afectarán a Talca presentó el proyecto de intervención de la Ruta 5 Sur y los atraviesos de Varoli y 2 Norte. Con un plazo de ejecución de 700 días, las obras están ad portas de comenzar.
El plan considera una pista adicional en cada atravieso y el mejoramiento de las calles laterales. Sin embargo, no se entregaron respuestas claras sobre las medidas de mitigación. Esta falta de información, ante una intervención que impactará profundamente la vida de los talquinos, resulta a lo menos, preocupante.
Nuestra ciudad, ya limitada por el Río Claro y los esteros, enfrenta además dos grandes barreras: la Ruta 5 y la línea del tren, que dividen Talca en sentido norte-sur y dificultan la conectividad oriente-poniente. Con cerca de 240 mil habitantes y una alta población flotante estudiantil, cerrar los principales atraviesos será crítico: parte del tráfico será desviado al interior, colapsando las vías locales, aumentando la congestión, los accidentes y las emisiones de CO2.
El problema no es solo vial, sino de calidad de vida, salud y medioambiente. ¿Debe sacrificarse Talca por dos años sin medidas de mitigación claras? ¿Por qué iniciar la obra sin poner antes en marcha el bypass o las nuevas conexiones oriente-poniente? Las autoridades locales tienen la oportunidad —y la obligación— de transformar esta crisis en un impulso hacia un sistema de transporte más integrado y eficiente.
Alejandra Salas Torres.
Directora de Arquitectura.
Universidad Autónoma de Chile.
Sede Talca.








