Documento íntegro elaborado por Patricio González Colville, Magister Climatología, Dip. Agroclimatología Universidad de Israel, Profesor Investigador Centro de Investigaciones y Transferencia en Riego y Agroclimatología de la Universidad de Talca
El “infierno de calor” que abrasaba partes de Estados Unidos y el sur de Europa habría sido prácticamente imposible sin el cambio climático, analizando las peligrosas olas de calor que barrieron el hemisferio norte en julio, destruyendo cultivos y ganado, generando incendios forestales, exacerbando el estrés hídrico y matando a personas en tres continentes.
Las temperaturas en el “Valle de la Muerte” alcanzaron los 53,3 grados centígrados en julio y la ciudad de Phoenix ha experimentado un récord de 25 días consecutivos de temperaturas superiores a los 43,3 grados centígrados.
China registró una temperatura máxima nacional histórica de 52,2 grados centígrados a principios de julio. Y en Europa se rompieron récords locales en partes de España e Italia, cuando las temperaturas se acercaron al récord histórico europeo de 48,8 grados centígrados. Las olas de calor son uno de los peligros naturales más mortíferos. Más de 60.000 personas fallecieron a causa de muertes relacionadas con el calor durante la ola de calor que batió récords en Europa el año pasado.
En México, más de 100 personas han muerto debido al calor desde marzo, mientras que países desde EE.UU. hasta Italia han informado aumentos pronunciados en las admisiones hospitalarias a medida que las personas luchan para hacer frente a las altas temperaturas.
La NASA relevó los datos de que, en el desierto de Sonora, en México, se alcanzó una máxima de 80.8°C. La cifra sorprendió debido a que el planeta nunca había registrado una región con una temperatura de esa magnitud. El mundo no ha dejado de quemar combustibles fósiles, el clima sigue calentándose y las olas de calor se vuelven cada vez más extremas. Es así de simple. El clima se ha vuelto hostil y agresivo hacia la humanidad.
En Chile
Al respecto un estudio que realizamos en el CITRA, de la Universidad de Talca, analizo los escenarios probabilísticos que enfrentarían cuatro regiones de Chile: Metropolitana, Maule, Ñuble y Biobío. Estas áreas geográficas se habían caracterizado por tener un clima mediterráneo: cuatro estaciones, lluvias concentradas en otoño-invierno, primaveras moderadas y veranos templados durante el siglo XX. Analizando la prensa regional desde 1900 hasta 2000, no se hablaba de “olas de calor”; solo de temporales invernales o sequías esporádicas. La mayoría de los años el clima y sus variaciones pequeñas pasaban inadvertidos.
El cambio climático detectado, en el Maule desde finales de la década de 1990, se aceleró en sus impactos desde el siglo XXI en adelante. Sin embargo, a partir del 2007 a la fecha, entre Santiago y Chillán, entramos en una dinámica de megasequía y olas de calor que vienen a confirmar nuestros estudios previos. Y no solo eso, porque durante esta última etapa, ha habido una aceleración de los extremos, los cuales se ha traducido en los siguientes impactos: la temperatura extrema de Santiago registró el récord de 38.3° C en enero de 2019; en Talca fue de 39° C en enero de 2017.
En la ciudad de Chillán el termómetro marcó 40° y 41.5° C durante los meses de febrero de 2019 y enero de 2023; en febrero de este último año también registró 41.6° C. La ciudad de Los Angeles tuvo su récord térmico en enero de 2017, con 42,2° C; además, en febrero de 2002, 2009, 2021 y 2023, se midieron máximas diarias extremas de 40,1°C, 40,4° C; 40,2° C y 39,9° C, respectivamente. Como se observa, desde el inicio de la megasequía en 2007, el cambio climático ha modificado las estructuras que, por más de cien años, tuvo el clima mediterráneo.
El calentamiento global se ve potenciado por la geografía local: Talca, Chillán y Los Angeles están ubicadas en cuencas bajas, cuyas alturas no sobrepasan los 120 metros sobre el nivel del mar (Santiago, en cambio, está a 534 metros sobre el mar). A esto se suma la barrera de la cordillera de la costa, que impide la llegada de la refrescante influencia marina. Lo anterior se conoce como “continentalidad”. Justamente esta característica es lo que explica las altas temperaturas del hemisferio norte, aunque allá son muchos más continentales que el hemisferio sur.
El verano que se viene.
Para el Maule, este verano, se debieran romper todos los récords de temperatura. Talca, por ejemplo, cuya más alta temperatura fue los 39° C en enero de 2017, podría llegar a los 40° C por primera vez en su historia, en algún día de enero y febrero de 2024.
El modelo CITRA de clima, basado en parámetros estadísticos, dinámicos e inteligencia artificial, determina que las condiciones de olas de calor y eventos extremos para el Maule, desde noviembre 2023 a marzo de 2024, van a estar potenciados por:
1.- La inusitada alza de temperatura de la tierra que, en julio, alcanzo los 17.23° C, lo cual significa 1.2° C por encima de su valor promedio.
2.- Un evento de El Niño ecuatorial y costero en el océano Pacífico que podría ser fuerte o muy fuerte en cuanto a temperatura superficial del mar. Este valor podría llegar a ser, durante el verano, de 28 ó 29° C. Este calor oceánico ingresa hacia el continente, sumándose al calor propio del período.
3.- El inusitado calentamiento generalizado del océano, nunca registrado en los 45 años de datos meteorológicos. Se han podido constatar hasta 21.1° C por sobre los 19° C que es la media normal. Calor que se suma a los factores anteriores, afectando la temperatura de las ciudades continentales.
4.- El desplazamiento y robustecimiento de las altas presiones subtropicales cálidas se inició en 1950, pero en el siglo XXI ha logrado mayor potencia sobre Chile centro-norte y centro del océano Pacífico. Lo anterior explica, en gran parte, la megasequía de 17 años. Los anticiclones subtropicales son “destructores” de los sistemas frontales (lluvias).
Estos cuatro factores, generados por el calentamiento global, van a determinar escenarios térmicos que hemos resumido en el modelo probabilístico MCCSSP3-7.0 en el cual se han integrado los meses de diciembre, enero y febrero, correspondiente al verano 2023-2024. Observando los resultados, podemos obtener algunas conclusiones:
El modelo CITRA, respecto a los comportamientos térmicos regionales, estima que estos rangos térmicos en Curicó, Talca, Linares, Cauquenes y Parral, podrían registrarse al interior de olas de calor o en eventos cálidos. Las olas de calor pueden durar de tres a once días con temperaturas máximas superiores a 33° C. Los eventos cálidos solo duran dos días, con igual límite térmico. Este modelo deduce que, durante un día de enero o febrero, las temperaturas máximas diarias podrían alcanzar los rangos extremos.
Se observa que el valle central -incluido Cauquenes que es secano costero- sería el área más cálida del verano. Los colores rojos intensos indican que los sectores precordilleranos también estarían afectos al impacto térmico extremo de este verano 2023-2024. La excepción la hace el litoral: Constitución (y todos los balnearios de la costa), donde los extremos estarían solo entre los 24 a 25° C. Serían los lugares ideales para escapar del calor de los valles.
Proyecciones futuras.
El cambio climático es irreversible. Según los modelos probabilísticos los próximos cuatro años el planeta alcanzaría los 1.5° C por sobre los valores preindustriales. Lo anterior estaría generando no solo extremos climáticos en calor y lluvias, como los aluviones del 23 y 24 de junio que solo trajeron destrucción y pérdidas, sino que pone a los veranos con extremos térmicos, que el modelo del mapa indica, como algo frecuente en el Maule por los próximos años.
Lo anterior se está traduciendo en mayor estrés hídrico en cultivos y bosques, con el riesgo potencial e incontrolable de incendios forestales, golpes de sol, estrés térmico (shock térmico en personas más vulnerables) y un fenómeno psicosocial que ha aparecido en personas del secano costero maulino, afectadas por los incendios forestales y racionamientos de agua potable.
Se trata de la SOLASTALGIA que se relaciona con el dolor ecológico y la eco-ansiedad de vivir en un entorno cambiante e incierto climáticamente: síntomas de miedo, ansiedad, incertidumbre, estrés y angustia, al observar cómo su entorno climático se ha vuelto agresivo y hostil, como se ha podido constatar.
Sin duda que a partir del 2023 se inicia una nueva fase mundial y regional: según la comunidad climática estamos entrando, como planeta, a un territorio desconocido y peligroso para la sobrevivencia humana planetaria. ¿Se cumplirá el modelo darwiniano que proclama que, frente a las crisis ambientales, solo los más fuertes (o aptos para adaptarse) sobreviven? Lo que Charles Darwin denominó como “selección natural”.