Consulta. ¿Será que se puede escribir en este diario sobre sexo, orgasmos y prostitución? Bueno, si no se puede ya es tarde, estoy en problemas y esta puede ser la última vez que mis palabras sean leídas.
Ahora, si se puede, déjenme contarles algo que me pasó anoche. Nooo…
Déjenme hablarles acerca de Leo. Leo es un amigo mío. ¡¡¡Tampoco!!!
De quien sí quiero hablar es de Leo the Grand, el personaje principal de una película que acabo de ver y de la que TENGO que escribir, aunque esta sea la última vez que mis palabras sirvan para envolver pescado.
La cosa sicalíptica es qué Leo, labora en la profesión que dicen es la más antigua del mundo.
Si Usted no es tan antiguo y no entiende en que labura el hombre, podríamos decir que el señor en cuestión profita económicamente de los placeres que con su cuerpo genera. ¿Capice?
Pero más que importar su historia, la que importa es la de la mujer que contrata sus servicios: Nancy.
Nancy, mujer de mediana edad interpretada magistralmente por Ema Thompson, sobrevive con poca elegancia la viudez de un matrimonio con escaso amor y nulo placer. Y como la vida es breve y nunca es demasiado tarde para descubrir los pecados de la carne, decide hacer el camino corto y en vez de deambular por aplicaciones que ofrecen lo que Elizabeth Taylor trató de encontrar seis veces, mi marido una y yo dos, decide contratar los servicios del Leo en cuestión para resolver; aquello que siempre se busca en una relación física, pero que, para tristeza de muchas mujeres, no siempre se encuentra. (Yo sé de qué se trata, Usted también, ¡por favor use su imaginación!).
A riesgo de demanda, censura o de spoiler de una película que toda mujer debiera ver y que siento ya me está metiendo en problemas, lo que quiero es relevar su potente mensaje.
Por qué el tema con Nancy es total y absolutamente un problema de autoconcepto. Lamentablemente, tarde advierte que nunca se sintió querida, nunca creyó merecer cariño y nunca se quiso lo suficiente como para exigirlo o en su defecto agarrar sus cosas y largarse lejos. Y ahora a sus cincuenta y algo, espera encontrar aquello que le falta, en el placer que Leo promete.
Pero como las mujeres somos cualquier cosa menos seres simples, Nancy divaga en los 97 minutos que dura su historia, entre la culpa, esa nueva sensación que confunde con amor, la búsqueda de lo que cree debe sentir para ser una mujer completa y el miedo profundo a entregarse a otro.
No es solo hasta el minuto 90, en un desnudo frontal honesto como pocos, que Nancy se “ve” por primera vez y descubre que nadie puede amar a quien no se ama, que no hay mayor amor que el propio y que la llave de la felicidad no está en otro, sino en ella….
Cualquier similitud con la vida real, no es en lo absoluto accidental.
Jane Doe