Decía mi madre que siendo yo pequeña, hablaba de ser juez cuando fuera grande.
A decir verdad, si con algo soñé cuando era chica, fue con ser torero.
Encontraba que había que tener la tremenda personalidad para meterse al ruedo con esos pantalones apretados y medias fosforescentes…
Personalidad por el toro y por el nulo sentido del ridículo de la pinta….
Y yo tenía esa perso!
Pero el tema es que, para hacer honor a lo que mi mamá decía que yo habría dicho, mi única opción post PAA fue Derecho.
Con poco esfuerzo la verdad, quedé seleccionada (creo que en el número 26) transformándome en una mechoneable estudiante con crédito del 100%.
Siglos tardé en pagar el año más carreteado de mi vida…
Creo que en esos 10 meses viví todas las fiestas que no tuve antes ni después.
Juraría que pasé más tiempo en el bosque que en las salas.
En el Mariposa más que en la biblioteca.
Viví papelones horrorosos en exámenes en los que no tenía ni la más absoluta idea de lo que se me preguntaba…
Y no es que me costara la carrera, es que juro por mi código civil (el que evidentemente compré y nunca usé) que el aprendizaje ese año fue absolutamente nulo.
Agradezco a Dios que amigos de esos tiempos pudieran terminar la carrera…
Agradezco que no estudiaran conmigo…
O que la hayan terminado pese a haber estudiado conmigo….
Ahora, lejos estoy de arrepentirme de ese año.
Por qué lejos estoy de arrepentirme de lo que sea que haya hecho la verdad. (y eso que he hecho hartas tonterías) pero, debo reconocer que hice cualquier cosa menos cimentar mi camino a la judicatura…
Y cómo al final de cuentas, terminé el año habiendo aprobado apenas tres tristes ramos, con la misma vocación de torero, me encontró el año siguiente matriculada como estudiante de Pedagogía en Historia y Geografía.
¡¡Eso sí que era lo mío!!
Aunque la verdad, pronto descubrí que no me gustaba la Historia. Lo que en realidad me gustaba era “mi” profe de Historia (pero eso es otro cuento)
La cosa es que 20 años después, estoy aquí, preparando nuevos recursos para enseñar a otros docentes. Porque la docencia me llevó a las Tics y la pandemia al éxito…
O al menos a que mis colegas me creyeran el cuento de lo importante que eran, son y serán las tecnologías.
Quien lo creería…. Yo que quise ser torero, que gocé de un año de no estudiar derecho, soy una profe inconmensurablemente feliz con el destino profesional que jamás en la vida se me ocurrió tener.