¿Cuál es el diagnóstico del fenómeno de la violencia intrafamiliar desde el punto de vista policial?
“Hay que reconocer que la región del Maule es importante respecto a cómo se comportan estas denuncias. Podemos decir que ha ido creciendo la cantidad de denuncia que hemos estado recibiendo. Ahora bien, no me atrevo a decir si es porque están ocurriendo más casos que antes o bien porque hemos logrado sensibilizar y demostrarles, a las personas que están siendo afectadas, que no es normal ser víctimas y que, por lo tanto, es necesario denunciar, porque es el primer paso para poder salir de ese círculo vicioso”.
¿Qué han observado detrás de estos casos?
“El fenómeno de la violencia intrafamiliar es bien complejo, porque pasa por distintas etapas. La mujer, primero, toma consciencia que está siendo víctima de algo que no es normal que suceda y, menos, en el contexto familiar y cuando es un tema de pareja. Es decir, cuando la persona que debiera protegerme y entregarme cariño me está violentando, y no sólo en forma física. Ese es otro concepto que todavía se está instalando con mayor posicionamiento en las mujeres. Antiguamente, la violencia intrafamiliar era que, si me golpea, está mal, pero tratarme mal psicológicamente no se asumía como algo irregular. Por ello, estamos tratando de instalar que ambos aspectos son igualmente relevantes, así como en la parte sexual”.
¿Qué aspectos dificultan la labor preventiva y reactiva?
“Antiguamente, en especial, en el contexto de pareja, que hubiese una relación sexual no voluntaria, tampoco era sancionado. Es decir, era parte de la vida en forma privada. Recién ahora se está denunciando y sancionando esto de una relación sexual no voluntaria con la pareja. Y también a la juventud se le está dando a conocer que no solo es violencia cuando el pololo le levanta la mano a la niña, sino que también en situaciones de celos, de controlar a la otra persona y revisarle el celular.
Es decir, se están instalando estos conceptos en la sociedad, asociados al empoderamiento que están teniendo las mujeres. O sea, no es solo un trabajo nuestro como Carabineros. Estamos haciendo capacitaciones y se están viendo los nudos críticos para poder abordar la violencia intrafamiliar, para saber cómo le damos la acogida correcta a la víctima. Una cosa es de qué forma nosotros trabajamos y le pedimos a las mujeres que denuncien, pero después qué más hacemos. Es decir, cómo le damos protección, cómo se deriva a distintos programas de intervención. Luego, cómo se les apoya en forma psicológica y legal”.
¿Cómo ha cambiado la primera respuesta que le da un carabinero a una víctima?
“Tenemos que destacar que, como región, contamos con 12 oficinas que están dedicadas a la violencia intrafamiliar, así como a menores víctimas y otro tipo de casos de connotación sexual, Pero el fuerte es la atención de la víctima de violencia intrafamiliar. En algunos lugares, se trata de oficinas de violencia intrafamiliar, con personal de Carabineros que ha sido capacitado para entregar una atención diferenciada y especializada a estas víctimas.
Antes, cuando había una víctima, era atendida en la guardia y delante de cualquier otra persona que llegara al lugar, por lo cual, eso incomodaban a la mujer, porque no tenía la reserva que merece este tipo de denuncias. A las oficinas se agregan tres Salas de Familia, las cuales también cuentan con funcionarios capacitados, pero es más acogedora, con más espacio y habilitada con elementos logísticos.
Todos sabemos que muchas de las mujeres que son víctimas de estos delitos, tienen hijos que no pueden dejar solos o en cualquier parte. Entonces, esta sala tiene mesitas para los niños, con juegos y televisión, para que sus hijos se entretengan mientras ellas formalizan sus denuncias. Y así las mujeres van a tener la tranquilidad de efectuar sus relatos. Esas oficinas trabajan en horario hábil, pero de noche, entre el personal que hace guardia, siempre hay a lo menos una persona capacitada para recibir a una víctima, atenderla y ofrecerle los servicios adecuados a su caso específico”.
¿La Pauta de Riesgo que se utiliza para medir el peligro al que están expuestas las víctimas se ha transformado en una herramienta importante para el personal policial?
“Claramente entrega indicadores y variables muy concretos que permiten entregar una información clara a los fiscales, para que, posterior a la formalización del imputado, puedan solicitar las medidas adecuadas a favor de las mujeres afectadas, especialmente, que la protejan del agresor. Y esto corre para toda la violencia de género, ya que ahora se considera la violencia económica y situaciones que se dan en la vía pública, con el acoso sexual en espacios de libre tránsito. Aquí no es solo una labor que realiza Carabineros, sino que el Estado se ha ocupado de realizar todas aquellas acciones de prevención de la violencia contra la mujer”.
¿Qué dicen las cifras para esta región?
“El año 2022, para esta región, a la fecha, tenemos 8.295 denuncias por violencia intrafamiliar. Y de ese total, tenemos 39 casos que son con detenciones de imputados conocidos. Y de los detenidos, el 74% son hombres. Es decir, aquí no hay diferencia en cuanto a la situación de poder del victimario, sea hombre o mujer. A ellos se agrega la ruralidad que está asociado a la educación. Ocurre que la cultura del mundo rural sigue siendo muy machista, donde el hombre se cree poco menos que ‘dueño’ de su señora y sus hijos. Y allí es donde se está haciendo un trabajo de largo plazo con las instituciones públicas para llegar a las zonas rurales, capacitando a las mujeres para que aprendan que deben denunciar cuando corresponda, porque van a tener mecanismos de apoyo”.
¿Qué falla han detectado en el aspecto más operativo?
“Ocurre que es muy extenso el tiempo que se demora en constatar lesiones para una mujer víctima de violencia intrafamiliar. Ustedes entenderán que van al hospital, donde se prioriza según el riesgo de la persona. Eso hace que la mujer decida no denunciar, porque ve que su caso no es relevante para el sistema. Y cuando ya se logra la denuncia y se sigue el camino judicial, tenemos mucha deserción de la denuncia.
De hecho, en el fenómeno de la violencia intrafamiliar, hay una etapa donde, después que la mujer es agredida y presenta la denuncia, viene la etapa en que el hombre se arrepiente y ofrece muchas demostraciones de afecto que se habían perdido en el tiempo. Y esa instancia hace que la mujer se arrepienta y surge esta idea fantasiosa de que el hombre va a cambiar, es decir, que el hombre que la golpeaba ya no va a incurrir en el mismo acto. Es un ciclo que se vive hasta que ella logra decidir que no quiere ser más parte de este círculo vicioso”.
¿Tiene mucha influencia el factor económico?
“Por supuesto. Ese muy importante, porque si bien la mujer está siendo independiente, en la parte rural, todavía es complejo, porque hay dependencia económica, lo cual hace que muchas mujeres decidan no denunciar y seguir aceptando ser víctimas, tanto física como psicológicamente”.
¿Cuál ha sido la evolución de las denuncias de violencia intrafamiliar?
“Este año 2022 hemos tenido un aumento. El 2017 teníamos poco más de cinco mil casos y ahora vamos con un dato muy superior. A su vez, el 2020 y 2021, si bien todos decíamos que había aumentado la violencia intrafamiliar, no alcanzamos las cifras actuales. Y allí, insisto, no me atrevería a decir si hay más denuncias porque aumentan los casos o se debe a que las mujeres están entendiendo que es importante denuncia”.
¿Y qué ocurre con los hombres?
“Hay muchos hombres que se están atreviendo a denunciar ser víctimas de violencia intrafamiliar. Sigue siendo el mayor porcentaje la mujer, pero hemos tenido un aumento importante de hombres, comparado a otros años. Ahora se ve una cifra importante que significa también alejarse de la figura de que los hombres no denuncian.
¿Esos casos cómo se afrontan?
“La verdad es que se acogen con la misma especialización y contención que a la mujer. Se da la cuenta como cualquier otro caso, pero todavía como país no está considerado que esta víctima tenga una atención posterior. No hay derivación automática, sino que el tribunal es quien decide. Creemos que, como país, le tenemos que dar otro enfoque. Siempre contra el hombre hay un castigo o medidas de alejamiento, pero allí es necesario hacer una intervención psicosocial para mejorar ciertas conductas. Porque un hombre que no es tratado es muy difícil que deje de cometer esta conducta.
Para allá queremos avanzar. Además, más del 50% de los casos de violencia intrafamiliar son repetitivos, es decir, vuelve a denunciar la misma víctima y no necesariamente al mismo imputado. La víctima aporta mucho a estar inmersa en este ambiente. Hay personas que tienen tendencia a ser víctimas, por su comportamiento o personalidad, y en la violencia intrafamiliar también pasa. O sea, una mujer puede salir de una pareja y vuelve a otra que tiene el mismo perfil”.
¿Se ven señales de que la sociedad chilena va encaminada a erradicar la violencia intrafamiliar?
“Las nuevas generaciones ya se están encaminando hacia allá, porque tienen una educación integral y completa. Es decir, ellos se dan cuenta que no hay una superioridad de un género sobre el otro. Entonces, pueden trabajar más equilibradamente. Eso no quiere decir, que subsistan rasgos de personalidad violencia que se superpongan a la educación. Pero sí me atrevería a decir que, si seguimos en esta educación igualitaria en derechos y oportunidades, creo que el fenómeno podría ser erradicado. En ello, las mujeres tenemos mucho qué decir, para creer más en nosotras mismas y no sentirnos inferiores, porque las generaciones más antiguas nos criaron así a muchas”.