Muchos columnistas, me incluyo, debiéramos agradecer al Primer Mandatario el que, con tanta frecuencia, nos brinde el material con que escribir nuestros comentarios. Reconozco que otros Presidentes eran mucho menos fecundos en esos dislates, descarríos y traspiés que invitan, de inmediato, a la réplica o la enmienda.
Dijo el Presidente en su reciente gira por Europa, probablemente no pudo contenerse, que una parte de él le llama a derrocar el capitalismo. Fue sincero, sin duda. No hay razón para no creerle cuando, con frases como esa, deja entrever que su verdadero yo es aquel de la primera vuelta, aquel sin moderación, terno, ni lentes. Muy diferente al político más ponderado, más de centroizquierda, que buscaba desesperadamente aumentar el 25% obtenido, morigerando su discurso y haciendo menos ácidas sus propuestas. Pero, como nadie puede disimular su naturaleza por mucho tiempo, cada tanto se desliza, permea en sus discursos y entrevistas, su auténtico yo. Como hace unos días, en Europa.
¿Querrá el Presidente derrocar el capitalismo? ¿Ese será el verdadero objetivo de su Mandato? Habría que precisar que Gabriel Boric no es más que un Mandatario, vale decir una persona a quien la ciudadanía ha conferido una misión, un cometido, un mandato que él, revestido del Poder, ha de esforzarse por cumplir. ¿Eso fue, entonces, lo que la mayoría ciudadana le encomendó a fines de 2021? ¿Que acabe con el capitalismo? Tengo mis dudas. La nítida defensa de la propiedad privada (“con mi plata, no”), el apego al consumo, la expansión de los emprendimientos y un sinnúmero de ejemplos más, llevan a poner en duda que la ciudadanía, las gentes simples, mediante su voto, le hayan dado la misión de terminar con el capitalismo. Por eso, me atrevo a señalar, el Presidente está excediendo su mandato, está corriendo con colores propios al declarar algo como eso.
Por otra parte, si llegara a realizarse el sueño presidencial de derrocar el capitalismo, ¿cuál sería su reemplazo? Se equivocó la ministra vocera cuando, queriendo precisar los dichos de su jefe, señaló que lo que el Presidente anhela es avanzar hacia un Estado Benefactor, como el implementado en países desarrollados en la segunda mitad del siglo pasado. Aquel sistema, el Welfare State que le dicen en el primer mundo, fue una combinación virtuosa de capitalismo, democracia y asistencialismo. No existe Estado de Bienestar sin capitalismo, por la sencilla razón de que este último es el que le proporciona al Estado (vía impuestos) los recursos monetarios necesarios para cubrir los bonos, subsidios y demás ayudas sociales. Así, derrocando el capitalismo, la fuente de recursos estatales, no hay posibilidad alguna de Estado de Bienestar. Y eso, más documentado, lo señalaron de inmediato destacados economistas que, sorprendidos, observaron el desconocimiento exhibido por Camila Vallejo.
Entonces, si no es lo anterior, ¿qué quiere el Presidente? ¿Querrá llevarnos a la Planificación Central, como se le denomina al sistema económico socialista? ¿Será que el Primer Mandatario, tras derrocar el capitalismo, desea llevar nuestra economía al pleno siglo XX? ¿Volveremos, si los deseos presidenciales se hicieran realidad, a una economía en que hasta los cordones de zapatos eran producidos por la “Empresa Nacional de cordones de zapatos”? No creo que los votantes de Boric hayan querido “pedirle al tiempo que vuelva” y revivir el Chile de aquellos años, con una pobreza insoportable y con una calidad de vida indigna e insufrible. Un Chile con índices de pobreza de más de 40%. Indicadores de pobreza que, lo dijo esta semana la Encuesta CASEN, fueron exitosamente superados en aquellos “30 años” famosos. Esos años en que, afortunadamente, Chile mantuvo y perfeccionó el sistema económico capitalista, ese de la libre empresa, la iniciativa privada, la defensa de la propiedad y de las oportunidades. Ese que, dijo el Presidente, una parte de él quiere derrocar.
Sólo cabe esperar que, la otra parte presidencial, no se lo permita.
Juan Carlos Pérez de La Maza
Licenciado en Historia
Egresado de Derecho