Cada 9 de diciembre, en conmemoración del Día del Psicólogo, es vital reflexionar sobre la percepción de la salud mental en Chile, especialmente en la Región del Maule. ¿Por qué las personas con problemas de salud mental suelen sentirse culpables? Esta pregunta nos lleva al corazón de un desafío mayor: la despatologización de la salud mental.
Históricamente, en nuestra sociedad, se ha estigmatizado la enfermedad mental, tratándola más como una debilidad moral que como una condición de salud. Este enfoque ha fomentado una cultura de vergüenza y culpa, especialmente en regiones como el Maule, donde el acceso a la educación y los recursos de salud mental puede ser limitado.
La culpa social, ese peso inmerecido que recae sobre quienes luchan contra trastornos mentales, tiene raíces profundas en la falta de comprensión y empatía. En Chile, hemos avanzado en la despatologización de la salud mental, intentando cambiar la narrativa hacia una que reconoce estos problemas como lo que realmente son: condiciones médicas legítimas que requieren atención y cuidado.
En la Región del Maule, los esfuerzos para educar y sensibilizar sobre la salud mental son cruciales. Es imperativo que se promueva una cultura de aceptación y apoyo, donde buscar ayuda no sea motivo de vergüenza, sino un acto de valentía y autocuidado.
No obstante, aún queda mucho camino por recorrer. La despatologización es un proceso continuo que requiere de la participación activa de toda la sociedad. Desde las políticas públicas hasta las conversaciones cotidianas, cada acción cuenta para construir un entorno más comprensivo y saludable.
Además, es fundamental reconocer el papel de los profesionales de la salud mental en este cambio paradigmático. Su labor va más allá del diagnóstico y tratamiento. Son agentes de cambio social, educadores y defensores de un enfoque más humano y menos estigmatizante hacia la salud mental.
La despatologización implica también abordar las inequidades en el acceso a la atención de salud mental. En Chile, y particularmente en la Región del Maule, debemos esforzarnos por garantizar que todos, independientemente de su ubicación geográfica o condición socioeconómica, tengan acceso a servicios de salud mental de calidad. Esto implica una inversión en recursos, formación de profesionales, y sobre todo, una transformación cultural que normalice y priorice el cuidado de la salud mental.
Este proceso de cambio implica también desafiar las estructuras de poder y privilegio que perpetúan la estigmatización. Se necesita una mayor inclusión de voces diversas en el diálogo sobre la salud mental, incluyendo a aquellas de comunidades indígenas, personas con diversidad funcional y otros grupos históricamente marginados. Sus experiencias y perspectivas son fundamentales para una comprensión integral y humanizada de la salud mental.
Es esencial que como sociedad aprendamos a hablar abierta y honestamente sobre la salud mental. Romper el silencio y el tabú en torno a estos temas es el primer paso hacia la construcción de una comunidad más compasiva y saludable. Cada conversación, cada gesto de apoyo, cada política inclusiva nos acerca más a un Chile donde la salud mental sea entendida y atendida con la seriedad y el respeto que merece.
En este Día del Psicólogo, invito a reflexionar: ¿Cómo podemos, en sociedad, contribuir a la eliminación de la culpa y la estigmatización en la salud mental, no sólo en Chile sino en todas nuestras comunidades?
Dr. Wilson Albornoz Fuentes
Académico de la carrera Psicología
Universidad Autónoma de Chile