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DESARROLLO HUMANO: EL WOKE por Franco Caballero Vásquez

Ahora que la bandita seguidora de Trump en Latinoamérica, que parece más bien replicar lo que emana de ese pobre populismo llamado “ultra derecha” (pésimos representantes de un sector político mucho más sobrio y de clave financiera más astuta que el actuar de Trump y Milei) han instalado en la palestra un término que buscan desprestigiar. También lo ha hecho, de manera más cauta y en una conferencia menor nuestro trumpista Kast, al cual considero harto más desligado de las caretas confusas y ordinarias de los otros dos ya mencionados. Los tres elementos de esta nueva “ultra derecha” en América han buscado denigrar lo que en algunas partes llaman “ideología woke”. Trump es un caso, puesto que mediante empresas como McDonalds o Ford en EEUU “han comenzado a limitar políticas de igualdad y diversidad”, es decir, los grandes avances sociales se ven consumidos por estas prácticas de “conservadurismo”, digamos mejor, populismo en el caso de Trump y Milei, generando una vez más un nuevo cuestionamiento a la representación de la  “democracia” contemporánea.

Pero no hablemos de democracia esta vez, sino de la “ideología” woke.

Hoy día es más fácil que nunca pensar en este fenómeno humano, propio de la conciencia, porque estamos todas las edades tan apegadas al celular, a la pantalla, que salirse radicalmente de eso ya es un «despertar». La gracia que tiene este suceso es que el “despertar” puede ser tanto paulatino como una decisión letal. Es lo mismo que dejar de fumar. En ambas ocasiones el motor que mueve las acciones, las decisiones y todo cuanto signifique cambiar la máquina del cuerpo y la mente por un nuevo estado. Una nueva forma que se ha logrado transformar gracias a la conciencia. Cuando hablan del “woke”, como término negativo, hablan de terminar con el desarrollo —o expansión— de la conciencia, es decir, con los cambios en sí. Piensa si te aseguraran que toda la vida será igual, que para ti la vida será siempre la misma, muchas horas al día conectado al celular tanto como ahora. Desesperante. Prefiero que me digan que después se intensificará y la pantalla serán lentes dónde viviremos en la ilusión de la pantalla, o cualquier cosa que cambie antes que perpetuar los mismos días hasta el infinito.

Aun así, no todos los días son iguales, aunque tú seas un pacifista, un disciplinado obrero de la vida haciendo todos los días lo mismo, como Hirayama en Perfect Days de Wim Wenders, dónde hasta los sábados hacia lo mismo que todos los sábados. Pero, a pesar de sus rituales, todos los días acontecían cosas distintas a pesar de que él hiciera lo mismo. La vida es cambio.

Los despertares de la conciencia se han encarnado, se han hecho materia de la historia y actualizan la realidad actual. Despertares como el feminismo, la conciencia animal, la conciencia ecológica, a nivel mundial, son temas de mucha relevancia social, las cuales curiosamente se transforman en luchas y protestas indicativas de que el mundo siempre es un lugar para mejorar y que los “malos” existen.

Una persona despierta sabe cosas, entiende gestos y actitudes de los otros y puede relacionarse desde ese entendimiento del otro. Una persona despierta actúa y piensa mediante su conciencia, baraja las alternativas mediante el discernimiento, por tanto, la conciencia produce ética. ¿Y por qué entonces las empluman contra la cultura woke? Porque en términos políticos la ética siempre estará inclinada hacia un sector.

El despertar es una cosa, y otra bien distinta es la “cultura woke” que se genera cuando hablamos de ñuñoismo, progresismo (como los stand-ups sin disrupciones, tratando de caer bien primero que todo), muy en clave de mínimos comunes que la generación milenial ha instituido, como el veganismo, música con conciencia, pro cultura en todos sus espectros (casi siempre en teatro y corporalidades), diversidad en todo ámbito, se establece como una “cultura”. La pataleta de esta “cultura woke” es que los demás no están despiertos, propio de quienes han «despertado» hace poco. Aún así, en su formato de cultura, de ideología o simplemente como fenómeno de producción de la ética, lo woke no es más que un desarrollo humano, pero entonces ¿por qué se le teme a una tendencia que se nutre de conocimiento y comprensión?

Franco Caballero Vásquez

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