Escribo estas líneas estando en Tres Cantos, a unos 20 kilómetros al norte de Madrid, un municipio creado en 1991 como ciudad dormitorio de la capital y donde se han asentado no pocas empresas industriales. Las buenas y malas lenguas dicen que fue planificada en tiempos de Franco. Desde su creación ha estado creciendo sin parar. Ahora ya tiene alrededor de 50 mil habitantes y viendo los terrenos sobre los cuales se están construyendo casas y edificios, todo indica que su crecimiento sigue su curso.
Caminar por la sombra de las calles de Tres Cantos es un deleite. La gente se saluda, unos con niños, otros acompañados de perros domésticos de todos los pelajes. Me ha tocado ver tantos perros domésticos como callejeros hay en Chile. Los perros domésticos están asegurados, esto es, sus dueños loes contratan seguros por los más diversos conceptos. Sus excrementos son recogidos religiosamente por sus dueños cuando los sacan a pasear. Así como existen parques infantiles, también los hay para perros. Me tocó ir a uno de estos parques. Allí los perros platican, se huelen, coquetean, se muestran los dientes y también se pelean. Cosas de perros.
Escucho hablar de la España vacía, o vaciada, en referencia a los múltiples pueblos que se están despoblando y cuyas gentes buscan un mejor destino. Ni el corona virus, ni el desarrollo tecnológico digital, al logrado alterar, al menos hasta este momento, esta tendencia. Pero es claro que en algún minuto, más temprano, o más tarde, esta tendencia deberá revertirse de la mano del “trabajo en casa”, de la vida simple, del retorno a la madre tierra.
Desde Tres Cantos, bien acompañado, nos fuimos a pasar unos días a una urbanización, La Fontanilla, que está camino a Ávila, y que destaca por su vegetación en medio de campos que por esta época toma tintes amarillentos, secos. Sus embalses, que acá llaman pantanos, asombran por su extensión y bajo nivel de sus aguas. Estando en La Fontanilla, para hacer unas compras pasamos a Puenteviejo, donde aprovechamos de tomarnos un exquisito tinto de verano que nos recomendaron con entusiasmo. Allí, sentados en la terraza de un bar conversamos de lo divino y lo humano.
Los ecos de la cumbre de la OTAN en Madrid aún no se apagan. Si bien se llegó al acuerdo de apoyar sin atenuantes a Ucrania en su defensa ante la invasión rusa, dentro de España elevó la temperatura entre los socios de la coalición gubernamental. Se nota que la coalición entre PSOE (Partido Socialista Obrero Español) y la UP (Unidas Podemos) no cuaja, al menos hasta ahora, y todo indica que difícilmente cuajará. En esta ocasión el cortocircuito se explica por el rechazo de UP a la ampliación del presupuesto militar y al aumento del número de destructores norteamericanos en la base naval de Rota, en la provincia de Cádiz. El rechazo de UP ha sido explícito y ha puesto en escena las dificultades que encierran los gobiernos de coalición cuando los partidos que la constituyen son incapaces de ponerse de acuerdo. Pero la noticia de la semana por estos confines ha sido la caída del primer ministro británico, Boris Johnson, solicitada por su propio partido, el conservador, en consideración a las múltiples chapuzas en que ha incurrido sin amilanarse siquiera. Si bien en los primeros momentos intentó resistir, ha terminado por doblegarse.
Cuando me preguntaron por cómo están las cosas en Chile, dije que no tan distintas a acá. Hay inquietudes similares: el preocupante brote inflacionario y un covid-19 que se resiste a salir de escena. La diferencia quizás resida en que en Europa se están preparando para la escalada de la guerra en Ucrania y en el desafío de un invierno sin provisión de gas ruso, o con menos gas ruso en el mejor de los casos. En cambio, en Chile la atención está centrada en la entrega al país de un documento conteniendo una propuesta constitucional que será plebiscitada el próximo 4 de septiembre en medio de una compleja andadura gubernamental.
Respecto de esto último, la campaña ya está desatada. Si bien los extremos ya han clavado sus estacas desde el minuto cero fijando sus posiciones, como siempre, poco a poco están sacando la palabra los sectores más moderados de uno u otro lado en medio de visiones apocalípticas, fake news y medias verdades que están intentando emborracharnos la perdiz.
Rodolfo Schmal S.