El 3 de marzo del 2020 y sus acontecimientos posteriores, probablemente nunca los imaginamos en nuestras vidas.
Ese día, desde muy temprano, se confirmó el primer caso de COVID-19 en Chile, precisamente en nuestra ciudad.
Fue un día agitado y difícil pero lo que no sabíamos es que esa jornada sería la primera de muchos días de pandemia de la que nunca nos preparamos, no porque no quisiésemos, sino porque nunca esperamos una situación así.
Los primeros días todos parecía complejo y con información que venía de múltiples lugares y fuentes. De inmediato, nos dimos cuenta que teníamos que actuar como Municipio y tomar decisiones basándonos en cuidarnos todos y todas, pero principalmente, mantener las condiciones seguras para los grupos etarios y personas de más riesgo, así como detectar cuáles serían las necesidades más imperiosas en este escenario incierto y que fuimos descubriendo juntos en el camino.
No me arrepiento en haber sido el primer sostenedor de Chile en determinar suspender las clases presenciales en marzo del año 2020, más allá de las instrucciones emanadas a nivel nacional, guiado por cuidar a nuestros niños, niñas y jóvenes y, principalmente, considerando que este grupo etario tenía un gran número de interacciones en sus establecimientos educacionales y que ello podría ser un foco peligroso para sus familias y para ellos mismos.
Luego de esto, trabajamos el autocuidado y la prevención con entrega de kits de de alcohol gel y mascarillas, generación de lavamanos móviles, sanitización y limpieza a fondo de calles de la ciudad, vacunación contra la influenza a grupos de riesgo como recolectores de basura, personal de la salud, vacunación en domicilio para adultos mayores y postrados, además de otras medidas para evitar contagios en un Talca donde la gran mayoría se mantenía en sus casas y equipos municipales exponiendo su vida, por qué no decirlo, para continuar trabajando en pos de los talquinos y talquinas.
Posterior a atacar el frente preventivo, vino otra de las más importantes causas: resolver el problema social y de necesidades básicas que los vecinos tenían al encontrarse sin sustento económico o sin poder salir a realizar un trabajo remunerado. Allí los Comedores Solidarios, la entrega de cajas de alimentos y de los insumos de Junaeb, la panadería solidaria y el delivery social más grande de Chile, se convirtieron en un suspiro de alivio para muchas familias de nuestro Talca.
Creo que gran parte de nosotros pensamos que la vacunación COVID-19, en el verano del 2021, nos permitiría retomar la normalidad sin problemas. Sin embargo, esa fue una luz de esperanza pero también un recordatorio que debemos acostumbrarnos a una realidad, pero no a la que conocíamos, sino a una nueva realidad, donde reconozcamos que el autocuidado es imprescindible y necesario día a día.
Hoy que han pasado dos años desde que la pandemia llegó a nuestro país y específicamente a nuestro Talca, mi reflexión principal es que debemos trabajar en la reactivación de la comuna, un camino que debemos empujar conjuntamente, entendiendo que esta pandemia no ha sido indiferente para nadie. También comprender que el COVID-19 nos cambió nuestra forma de mirar el mundo, nos permitió dejar de mirarnos a nosotros mismos de manera individual y permitirnos mirarnos en comunidad, entendiendo que si no remamos en una misma dirección, que si no colocamos nuestro grano de arena, no podremos salir adelante. La pandemia nos cambió, pero también nos dejó una lección de vida: juntos y en comunidad, siempre será el mejor escenario para todos y todas. Sigamos dándole la pelea a esta pandemia.
Juan Carlos Díaz Avendaño
Alcalde de Talca