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EL AÑO COMENZARÁ CON TRUMP por Juan Carlos Pérez de La Maza

Independientemente de lo que Ud. o yo opinemos, lo cierto es que 2025 empezará cuando Donald Trump asuma, de nuevo, la Presidencia de Estados Unidos. Es que el peso relativo de aquel país en el ámbito mundial es tal, que cualquier movimiento brusco (y se espera que los haya) podría alterar el equilibrio internacional.  Su regreso a la presidencia no sólo marcará un nuevo capítulo en la historia política de su país, sino que tendrá fuertes implicaciones en la esfera internacional.  Por eso, en la espera del año nuevo, es útil preguntarse ¿Qué novedades traerá Donald Trump, cuando llegue a la Casa Blanca? Veamos tres aspectos: economía, relaciones internacionales y agenda valórica.

Una de sus ideas clave ha sido «América Primero», un nacionalismo económico que prioriza los intereses de Estados Unidos sobre cualquier consideración internacional. En su primer mandato este lema se tradujo en políticas como la renegociación de tratados comerciales, como el Tratado de Libre Comercio de América del Norte y su salida del Acuerdo de París sobre el cambio climático. Hoy, se podría esperar que Trump continúe con esta filosofía, particularmente en lo que respecta al comercio y la política económica. El Presidente electo ha mostrado una tendencia a ver los acuerdos comerciales desde una perspectiva de «ganar-perder», buscando siempre asegurarse que Estados Unidos obtenga más beneficios. Por lo anterior, es dable prever una postura más agresiva con China, buscando reducir el déficit comercial con esa nación y presionando para que se revisen acuerdos que, según él, no favorecen a los intereses estadounidenses. Además, Trump ya anunció que continuará con su estrategia arancelaria lo que podría tener repercusiones significativas en la economía global. Durante su presidencia, Trump impulsó una serie de recortes fiscales, especialmente a las corporaciones, con la intención de estimular la inversión y el crecimiento económico.

En un asunto que para los chilenos es de absoluta actualidad y urgencia, el tema migratorio, de suyo polémico en su primera presidencia, ahora es un componente central de su programa. Es muy probable que Trump intente avanzar en la construcción del muro en la frontera con México, al tiempo que busca medidas más estrictas para controlar la inmigración ilegal, como la implementación de más medidas para dificultar la obtención de asilo y la adopción de políticas de «tolerancia cero» frente a la inmigración ilegal. También se podría esperar que continúe su énfasis en una política de deportación más agresiva, a pesar de las críticas que estas acciones generaron durante su primer mandato. En consonancia con lo anterior, no se debe olvidar que la política exterior de Trump se ha caracterizado por un enfoque nacionalista e, incluso, aislacionista, como lo evidenció su retirada de acuerdos internacionales, como el de París o el acuerdo nuclear con Irán, por ejemplo. Su enfoque contrario al multilateralismo implica un menor compromiso con instituciones internacionales como las Naciones Unidas.    Por todo esto, las relaciones con países como China, Rusia y Corea del Norte, es probable que acentúen una postura más firme que la sostenida por la actual administración demócrata. Con respecto a China, podría intensificar la presión sobre cuestiones como el comercio, la propiedad intelectual y la influencia global (particularmente en Latinoamérica). En el caso de Rusia, aunque en su mandato anterior Trump buscó una relación más cercana con Vladimir Putin, es incierto si esa postura persistiría, dado el contexto geopolítico cambiante, desde la invasión a Ucrania. Trump podría adoptar una postura más combativa en relación con el avance militar de Rusia en Europa del Este, exigiendo, eso sí, un compromiso más fuerte de la OTAN.

Por último, en asuntos valóricos, Trump ha sido un firme defensor de un sistema más conservador, buscando nombrar autoridades que favorezcan sus puntos de vista ideológicos (en su primer mandato logró nombrar tres jueces de la Suprema Corte, consolidando una mayoría conservadora que influirá en la jurisprudencia estadounidense durante décadas). No es de esperar que Trump cambie su enfoque, por lo que es probable que busque seguir favoreciendo nombres conservadores en diversos puestos de relevancia, lo que ha sido criticado por sus opositores y fuertemente apoyado por sus votantes, que desean detener el enfoque “progresista”, acentuando una polarización más que política, cultural, en la sociedad norteamericana.

Juan Carlos Pérez de La Maza

Licenciado en Historia

Egresado de Derecho

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