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El capitán nazi que intentó sabotear el viaje del Winnipeg

Jaime Ferrer Mir, profesor de literatura y magister en educación, acaba de publicar “La travesía del Winnipeg /Narrada por su tripulación”. El capitán Gabriel Pupin, comenta el autor del libro, “por su condición de nazi no estaba de acuerdo con efectuar el rescate de quienes consideraba sus enemigos ideológicos” (por Mario Rodríguez Órdenes)

Jaime Ferrer es profesor de literatura y magister en educación.

El escritor Andre Malraux en su célebre La Condición Humana definió al siglo XX como el siglo del desprecio para la condición humana. En medio de las turbulencias hubo un hecho épico que renueva las esperanzas en la humanidad.

Se trata de la travesía del Winnipeg, que el 4 de agosto de 1939 transportó desde Burdeos, a 2.200 españoles republicanos exiliados tras la Guerra Civil Española, hasta la llegada a Chile el 3 de septiembre de 1939. En este episodio el gobierno de Chile jugó un papel relevante y el poeta Pablo Neruda y el Canciller Abraham Ortega Aguayo fueron claves para su éxito.

Jaime Ferrer Mir, profesor de literatura y magister en educación, acaba de publicar “La travesía del Winnipeg /Narrada por su tripulación” (Ediciones Cal Sogas, 2023). Ferrer desde hace años viene investigando el tema. En 1989 publicó su libro reportaje “Los españoles del Winnipeg, el barco de la esperanza” (Editorial Cal Sogas).

Jaime, ¿cómo surge su interés por la travesía del Winnipeg?
“Mi padre, Antonio Ferrer Forn, fue uno de los afortunados españoles que logró obtener un cupo en el Winnipeg, gracias a la ayuda que le proporcionó un tío suyo que vivía en Buenos Aires, donde había emigrado años antes de la guerra. Como mi padre falleció en Chile cuando yo era apenas un niño de 13 años, nunca me habló del tema, pero por mis estudios de literatura conocí la labor que desarrolló el poeta Pablo Neruda, entre otros, para rescatar a la mayor cantidad posible de españoles desde los campos de concentración franceses. Al enterarme de ello, creí necesario dar a conocer este importante pasaje de la historia de Chile y también de España, el que era casi completamente desconocido. Al advertir que en 1989 se cumpliría el cincuentenario de la llegada a Chile de este contingente de exiliados, me propuse investigar en profundidad sobre el tema, entrevistando a un grupo de sobrevivientes e investigando en diversas hemerotecas”.

Usted escribió en 1989 su libro reportaje “Los Españoles del Winnipeg, el barco de la Esperanza”, que no tiene los testimonios que incorpora ahora en “La Travesía del Winnipeg”, de los miembros de la tripulación Jean Rivoual y Emile Sellon. ¿Cómo los consigue y cuál es su importancia?
“Casualmente llegaron a mis manos dos importantes escritos testimoniales, uno del pasajero del Winnipeg Ovidio Oltra y el otro, escrito por Emile Sellon, el marinero jefe de la tripulación, cuyo relato fue publicado en Francia en 1970. Emile Sellon relata pormenorizadamente cómo fue la travesía de este buque de bandera francesa desde la perspectiva de la tripulación, lo que calza perfectamente con lo narrado por Ovidio Oltra, quien fue uno de los pocos pasajeros que conoció las intrigas y los sabotajes que intentó realizar el comandante de la nave, el capitán Gabriel Pupin. La importancia de rescatar estos testimonios radica en que aportan una serie de antecedentes inéditos que nos permiten sostener que el arribo de estos más de dos mil españoles refugiados fue no sólo una odisea, sino un verdadero milagro. Sin la intervención de Emile Sellon, habría sido imposible que el Winnipeg llegara al puerto de Valparaíso”.

¿Quiénes eran los pasajeros del Winnipeg y en qué situación se encontraban?
“Los más de dos mil pasajeros del Winnipeg (se desconoce la cifra exacta) eran un grupo humano compuesto por hombres, mujeres, ancianos y niños que al término de la guerra civil española se vieron forzados a cruzar los Pirineos en busca de asilo y protección en Francia, ya que eran perseguidos por las tropas nacionalistas de Franco, apoyadas por tropas alemanas e italianas de Hitler y Mussolini. Más de medio millón de personas logró llegar a la frontera francesa, donde las autoridades francesas de la época decidieron internarlos en numerosos campos de concentración ubicados al sur de Francia y en el norte de África. Allí permanecieron abandonados a su suerte, sin alimentación ni techo ni abrigo a la espera de ser acogidos como refugiados en algún lugar del mundo. Sólo los gobiernos de México y Chile estuvieron dispuestos a acogerlos. Otros países, como Argentina y Uruguay, aportaron recursos económicos para esta notable empresa de carácter humanitario”.

¿Cómo se enteró Pablo Neruda de su situación?
“Pablo Neruda fue cónsul de Chile en Barcelona y Madrid en los años previos al estallido de la Guerra Civil y en su condición de diplomático e intelectual, por intermedio de su esposa Delia del Carril conoció a los más importantes artistas europeos y latinoamericanos de la época. Estando de regreso en Chile, Neruda mantuvo contacto con sus amistades europeas, quienes le informaron lo que estaba ocurriendo con ese medio millón de personas recluidas en campos de concentración y le pidieron que interviniera. A comienzos de marzo de 1939, Neruda recibió una dramática carta escrita en Francia por su amigo el pintor chileno Luis Vargas Rozas, quien le informó sobre las inhumanas condiciones en que se encontraba en los campos de concentración franceses más de medio millón de personas, entre ellas 600 intelectuales de gran valía, y conminó al poeta a realizar una acción de salvataje. Entonces, Neruda tomó esa decisión que él mismo calificó como su ‘misión de amor’ y consideró como su mejor poema, al punto de afirmar en sus Memorias Confieso que He Vivido: ‘que la crítica borre toda mi poesía, si quiere, pero que jamás se olvide este poema del
“Winnipeg’”.

¿Cómo se realizó la selección de los pasajeros y qué exigencias se les impuso?
“Neruda afirma que él mismo se encargó de seleccionar a los pasajeros, siguiendo las instrucciones recibidas por el entonces presidente de Chile Pedro Aguirre Cerda, quien le dijo: ‘Tráigame millares de españoles. Tenemos trabajo para todos. Tráigame pescadores; tráigame vascos, castellanos, extremeños…’. El presidente le pidió seleccionar especialmente mano de obra: campesinos, albañiles, carpinteros. Le advirtió no seleccionar políticos ni agitadores sociales, siendo consecuente con el texto y el espíritu de una ley de inmigración que recién había sido aprobada por el gobierno del Frente Popular que encabezaba Pedro Aguirre Cerda”.

¿Qué condiciones tenía el Winnipeg para recibirlos?
“El Winnipeg era un vapor francés de la categoría paquebote de tipo mixto, es decir, que podía transportar tanto carga como pasajeros en un número no superior a cien personas. Este vapor había entrado en operaciones en 1919 como transporte. Tenía una eslora de 150 metros y un tonelaje bruto cercano a las diez toneladas. Contaba con tres cubiertas o puentes. Naturalmente, para transportar a más de dos mil seres humanos, debió ser acondicionado, construyendo literas y recintos de alimentación e higiene, labores que fueron supervisadas por el propio Neruda en el puerto fluvial de Pauillac, cercano a Burdeos”.

¿Cómo fueron los días para los pasajeros durante la travesía?
“Según mis entrevistados, la travesía fue muy grata, con buen tiempo y mar en calma. Recibieron alimentación adecuada y un espacio para dormir. No era mucho más lo que pedían, después de haber soportado el hambre y el frío de los campos de concentración. Sólo unos pocos pasajeros, entre ellos el valenciano Ovidio Oltra, se enteraron de los permanentes actos de sabotaje que realizó el comandante Pupin desde antes de zarpar y durante toda la travesía. Ante la escasa tripulación, varios de los pasajeros se ofrecieron para colaborar en tareas de limpieza y cocina”.

Jaime, ¿qué peligros amenazaban la misión?
“El principal peligro para que no pudiera llevarse a cabo la ‘misión de amor’ de Neruda y del gobierno de Pedro Aguirre Cerda, siempre fue el comandante del Winnipeg, el capitán Gabriel Pupin, quien por su condición de nazi no estaba de acuerdo con efectuar el rescate de quienes consideraba sus enemigos ideológicos”.

¿El Winnipeg pudo haber sido bombardeado?
“Al zarpar desde Francia, aún no estallaba la Segunda Guerra Mundial, por lo que no existió este riesgo durante gran parte de la travesía, pero el mismo día que el Winnipeg arribó al puerto de Valparaíso, Inglaterra y Francia declararon oficialmente la guerra a Alemania, lo que convirtió al Winnipeg en un posible blanco nazi”.

¿Qué hecho casi hizo cancelar la travesía?
“Sin entrar en otros antecedentes importantes que expongo detalladamente en mi libro, un hecho que puso en peligro la continuación de la travesía fue el intento de golpe de Estado en contra del gobierno de Pedro Aguirre Cerda que promovió el general Ariosto Herrera, una intentona militar fracasada que la historia ha denominado El Ariostazo”.

¿Por qué tuvo tanta relevancia la postura del canciller Abraham Ortega para el éxito de la travesía?
“El canciller del gobierno de Pedro Aguirre Cerda, don Abraham Ortega Aguayo, desempeñó un papel muy relevante para el arribo de los refugiados españoles, pues presentó su renuncia al cargo ante la actitud débil que por un momento tuvo el presidente, presionado por la oposición a su gobierno. Con la renuncia de Abraham Ortega, el presidente advirtió que su gobierno tambalearía y decidió reafirmar su propósito de otorgar asilo a los refugiados, lo que por un momento estuvo en entredicho. Hasta antes de la publicación de mi libro, la importancia que tuvo el canciller Ortega en la llegada a Chile de los refugiados españoles no había sido verdaderamente reconocida y valorada”.

¿Preocupaba en ciertos sectores políticos la militancia de los pasajeros del barco?
“Desde el mismo momento en que el presidente Pedro Aguirre Cerda y su gobierno anunciaron la voluntad de acoger a un numeroso grupo de exiliados españoles, los sectores políticos conservadores manifestaron su total oposición a otorgarles asilo. La prensa de derecha, como El Mercurio de Santiago y el Diario Ilustrado, fueron los órganos encargados de manifestar el total rechazo a la llegada de lo que calificaron como ‘la escoria de España’ y ‘una masa de rojos asesinos’. El mejor juez, que es el tiempo, se ha encargado de demostrar cuán equivocados estaban en su apreciación”.

Cuando se conoció en Chile la próxima llegada del Winnipeg, ¿cuál fue la reacción?
“La opinión chilena se dividió en dos sectores antagónicos: unos a favor de la inmigración y otros en contra”.

Chile había sufrido el terremoto en 1938. ¿Influyó en los ánimos?
“El terremoto ocurrido en el sur de Chile en 1938 con epicentro en la ciudad de Chillán, significó un grave desastre económico para el país y produjo una enorme cesantía, argumentos que fueron esgrimidos por los sectores conservadores para fundamentar su oposición a la inmigración de españoles”.

¿Qué posición tomó la prensa?
“Los medios periodísticos conservadores, principalmente El Mercurio de Santiago y el Diario Ilustrado, fueron grandes opositores a la inmigración española desde el mismo momento que fue anunciada por el presidente de la República”.

¿Comparte que la llegada del Winnipeg a Valparaíso fue uno de los momentos cumbres de la historia reciente de Chile?
“Sin duda, esta inmigración que fue programada y seleccionada con criterios claros y humanitarios, constituye un momento destacadísimo tanto en la historia de Chile como en la de España, pues originó un nuevo y estrecho vínculo entre ambas naciones. Chile debe sentirse orgulloso de haber cumplido estrictamente con lo expresado en su Himno Nacional: ‘…o el asilo contra la opresión’”.

A Neruda también lo marcó profundamente…
“Está muy claro que la figura y la obra de Pablo Neruda serían muy distintas a lo que son hoy si no hubiera existido la Guerra Civil Española, pues ella marcó profundamente su estilo poético y su temática. Tampoco Neruda sería el que conocemos si no se hubiera casado con Delia del Carril, su segunda esposa y quien participó en toda la organización del viaje del Winnipeg a Chile. Fue ella quien relacionó a Neruda con la intelectualidad europea y latinoamericana de la época”.

En momentos en que en Chile hay un debate sobre la migración, ¿qué balance se puede hacer del aporte de los viajeros del Winnipeg a Chile?
“La respuesta a esta pregunta amerita un libro completo, pero por ahora basta decir dos cosas. La primera es que la llegada de los españoles refugiados respondió a una política de Estado planificada, programada, organizada y basada en una Ley de Inmigración presentada por el presidente Pedro Aguirre Cerda y aprobada por el Congreso Nacional. No fue una improvisación. La segunda es que los inmigrantes españoles llegaron dispuestos a trabajar para labrarse un futuro en una patria que desde el primer instante consideraron como suya y a la que aportaron sus mejores esfuerzos tanto en el ámbito de la industria y el comercio como en la academia y la cultura. Entre esos españoles y sus descendientes, se cuentan tres Premios Nacionales… hasta el momento presente”.

¿Cuál fue el destino final del Winnipeg?
“Busqué esta respuesta durante mucho tiempo, porque me negaba a aceptar que el fin de este mítico barco hubiese sido el desguace, como me decían todos mis entrevistados de mi primer libro. Hoy puedo afirmar que el Winnipeg reposa en las profundidades del Atlántico Norte, donde fue torpedeado por un submarino nazi U2, comandado por el teniente capitán Konstantin von Puttkamer el 22 de octubre de 1942 en plena Segunda Guerra Mundial”.

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