Ante los últimos sucesos acaecidos en Afganistán, donde los talibanes se toman el poder en gran parte del país, el mundo ha volcado su mirada a las mujeres afganas y las luchas que han impulsado a través de su historia por ganar espacios en la sociedad, no exentas de complicaciones debido a lo internalizado que aún está el patriarcado en la mayoría de las estructuras de poder presentes en las comunidades.
El feminismo islámico ha jugado históricamente un rol significativo en la toma de conciencia por reivindicar los derechos de las mujeres. Desde su propio acervo cultural han incidido en la concreción de significativos logros que van en la dirección de dignificar el rol de la mujer en los espacios sociales y políticos.
Durante la anterior hegemonía talibán acontecida entre los años 1996 y 2001, las mujeres fueron relegadas de su rol social, sufriendo castigos que denigraban su condición de sujetas con derecho a participar en los destinos de su país. Hoy ven, no con poca preocupación, que el terreno avanzado está bajo una amenaza real debido a este incierto panorama político.
Una de las cuestiones fundamentales que han instalado las feministas musulmanas es volver a releer el Corán desde su propia doctrina, cuya matriz ha sido interpretada y rediseñada a través de una concepción patriarcal que, según ellas, nada tiene que ver con su fundamentación primogénita, al que definen como un texto que habla desde la democratización y la igualdad de condiciones entre hombres y mujeres. Por tanto, lo que está en disputa hoy para este grupo de feministas islámicas, es una real interpretación del Corán. La activista Ayaan Hirse Ali dice que “emancipar a las mujeres es la mejor manera de terminar con el islamismo radical”.
Las luchas de las mujeres en la humanidad han sido transversales y en nuestro país no han estado ausentes, iniciándose estas manifestaciones entre los siglos XIX y XX, impulsadas principalmente por el activismo de las sufragistas, tales como Elena Caffarena, quien lideró las campañas por el voto de la mujer. Anterior a esto fue muy significativa la lucha promocionada por un grupo de mujeres en el norte de nuestro país, quienes incitaron la huelga de las cocinas apagadas, siendo éste un hito dentro del activismo popular feminista liderado por Teresa Flores.
Otra gran instigadora de estas demandas fue Julieta Kirwood quien, a través de la imagen de los nudos, nos plantea la posibilidad de acceder a otro lugar y pensar una práctica política donde la mujer encuentre un espacio para expresarse.
Las luchas de los movimientos feministas a través de la historia tienen un propósito en común, ya sea en nuestro país como en Afganistán o cualquier otro punto geopolítico, el cual consiste en proponer un cambio cultural y sistémico que vaya en la dirección de corregir las profundas desigualdades de género que se han expresado a través de la historia de la humanidad.
Volviendo a las feministas islámicas, varias de ellas están enfocadas en darle una real interpretación al Corán, no desde una mirada sesgada y patriarcal, sino más bien desde una visión integradora en donde la mujer pueda acceder, igual que los hombres, a la conquista del conocimiento. Ha sido el patriarcado el que ha bifurcado el sentido de la historia, instalando dioses que se acomoden a este sistema, donde la mujer ha sido invisibilizada, porque claramente el propósito era hacerlas sentir como seres inferiores, serviles a un sistema donde los hombres escribían la historia, incluyendo a sus dioses.