La promulgación de la ley de universidades estatales de hace unos años constituyó una preciosa oportunidad para crear o actualizar los estatutos que los gobiernan. Es así como desde entonces, las universidades se han abocado a esta tarea. En el caso de la Universidad de Talca, se organizó todo un proceso de un par de años cuyo resultado fue sometido a un referéndum en el curso de la semana. Los resultados preliminares ya se han dado a conocer, faltando tan solo oficializarlos. Sin perjuicio de lo señalado, la contundencia de los resultados es suficientemente ilustrativa, y difícilmente puedan verse alterados.
De partida, importa destacar que los estatutos actuales datan de 1981, cuando la dictadura estaba en pleno apogeo encabezado por el innombrable. Por lo mismo, tiene su impronta, esto es, la concentración del poder, la no participación, el verticalismo. Huele y respira, autoritarismo, lo que no deja de ser una contradicción cuando de universidades se trata, las que se asumen templos del saber, responsables del desarrollo del conocimiento como fruto de la investigación, de la búsqueda de la verdad científica en un contexto de diálogo libre y abierto.
Desde 1990, con el arribo de la democracia, casi todas las universidades estatales han sido incapaces de hacerlo, ya sea por falta de voluntad política de sus rectores y/o de sus respectivas comunidades universitarias. La realidad al interior de las universidades ha sido tal, por los más diversos motivos, que las voces que han demandado cambios estatutarios han sido minoritarias y/o no escuchadas. De hecho, tenía que venir una ley que lo exigiera para que las universidades estatales, particularmente las regionales, despertaran de su letargo y se sumieran en la construcción de los nuevos estatutos. La Universidad de Talca no escapó a este sino.
Es así como en el curso de la semana, la Universidad de Talca sometió a referéndum una propuesta de nuevos estatutos elevada por su Consejo Académico integrado por los decanos de Facultad y directores de Instituto, y encabezado por su rector. Los resultados señalan que tal propuesta fue rechazada por más del 65% de los votantes.
Para entender estos resultados es preciso señalar que, en su momento, hace ya dos años, la universidad conformó un Consejo Asesor de carácter paritario, cuyos miembros fueron elegidos por sus respectivos estamentos –estudiantes, administrativos y académicos- cuya misión fue iniciar un proceso de readecuación, o renovación estatutaria, que culminara con una propuesta de nuevos estatutos. Esta propuesta fue modificada por el Consejo Académico, donde no están representados los estudiantes, ni los administrativos, ni los académicos pertenecientes al cuerpo académico no regular. El estatuto propuesto por el Consejo Académico fue el que se rechazó en el referéndum, no el que elaboró el Consejo Asesor.
Los resultados del referéndum se explican por la distribución del poder. Bajo los estatutos actuales, la concentración del poder en las autoridades unipersonales, rectores y decanos, es manifiesta, y se expresa en su capacidad resolutiva y en la disponibilidad presupuestaria. Esta realidad no cambió mayormente desde 1990 con el arribo de la democracia. En la Universidad de Talca, el cambio más relevante fue que en adelante, rectores y decanos pasaron a ser elegidos por el cuerpo académico regular. A los otros estamentos no les cabía participación alguna, y esto se reflejó en los resultados del referéndum.
La participación de los académicos no pertenecientes a la planta regular, de los estudiantes y del personal administrativo, debidamente regulada, como toda participación, es esencial para el desarrollo de las universidades, particularmente, en el mundo de hoy. Para los estudiantes, su participación es clave en el proceso de formación en que se encuentran, como espacio de aprendizaje para constituirse en los futuros líderes de una sociedad libre.
Con este resultado se pone término a un ciclo de más de un cuarto de siglo. La salud de toda organización viene dada por su capacidad para proyectarse más allá de quienes ostentan sus más altos cargos. Ese es el gran desafío que tiene por delante la Universidad de Talca.
A 40 años de la vigencia de sus actuales estatutos, la universidad está frente a la oportunidad de dar un salto cualitativo de proporciones. Del empuje, el entusiasmo, la responsabilidad y las capacidades que logren desplegar quienes la conforman, dependerá el surgimiento de nuevos estatutos que dinamicen el quehacer académico y que posibiliten una sana, respetuosa y fecunda convivencia interna.
Se está ante el fin de un ciclo que tuvo sus luces y sombras, para dar inicio a otro capaz de mantener sus luces e iluminar sus sombras.