Una violencia inusitada, bestial y alejada de todo sentido de humanidad, es el trasfondo de la muerte de esta persona, cuyo cuerpo fue desmembrado en ocho partes, al interior de uno de los departamentos de los edificios vandalizados de la Villa Las Américas de Talca (por Hernán Espinoza Jara)
Se llamaba Víctor Luis Vega Guerrero. Tenía una pareja y una hija. La joven declaró a la Brigada de Homicidios (BH) de la PDI de Talca que su padre era adicto a las drogas, pero que no había perdido sus habilidades como mecánico, por lo cual, a veces incluso le arreglaba la bicicleta a su hija menor o hacía algunos trabajos para amigos y conocidos.
Fue así como lo conocieron Edgar René Fuenzalida Aguilera, alias “El Guatón Nene”; y Daniela Estefanía Ramos Soto, alias “La Guatona Daniela”. Ambos, según testigos entrevistados por la PDI, formaban la banda denominada “Los Guatones”, porque justamente tenían esa característica física, pero además se dedicaban a la venta de drogas
Y su foco de acción delictual era una de las torres con departamentos vandalizados de la etapa IX de la Villa Las Américas, en el barrio norte de Talca. Allí controlaban dos de estos edificios, donde vivían ellos mismos y, justo al frente, le habían cedido uno de estos departamentos a Víctor Vega, en compañía de su pareja.
Los restantes departamentos eran ocupados, según los testigos, por sujetos venezolanos que decían pertenecer al denominado “Tren de Aragua”, esto es, una agrupación surgida en Venezuela y cuyos integrantes se radicaron en distintos países del continente, aprovechando con otros fines la migración por motivos humanitarios y económicos.
La hija de Víctor Vega detalló ante la PDI que su padre trabajaba como “mocito” para “Los Guatones”, es decir, que les cocinaba, limpiaba su departamento y robaba automóviles que Edgar y Daniela después vendían con patentes falsificadas. Todo esto, a cambio de droga que Daniela le entregaba a Victor en pequeñas dosis.
Todo esto, según precisa la pareja de Víctor, funcionaba relativamente bien, hasta que su conviviente, aprovechando que Edgar y Daniela habían salido de su departamento, ingresó al departamento de “Los Guatones”, donde se apropió de una bandeja de plata, la cual posteriormente vendió a otras personas y cuyo dinero utilizó para comprar droga.
Pero esto fue el principio de su trágico final, porque especialmente Daniela comenzó a buscar de inmediato la bandeja de plata. Con la amenaza de que iba a “cobrarse” del robo, Daniela y Edgar se instalaron en el departamento de Víctor, para registrarlo buscando el objeto de valor. Pero todo sin éxito porque la bandeja ya no estaba.
En esas circunstancias, la pareja de Víctor afirmó haber viso cuando Daniela comenzó a apuñalar a su conviviente, mientras le decía que no iba a salir vivió. Tanta fue la desesperación que este hombre terminó por confesar el robo y agregar que le había entregado la bandera a otro sujeto, apodado “El Cebolla”, para su venta a terceros.
Pero eso no arregló nada, porque “El Cebolla” lo negó. A continuación, se desató un ataque bestial de Daniela contra Víctor que termina con la víctima apuñalada en el tórax, para luego morir por anemia aguda. Las cosas no terminaron allí, porque el “Guatón Nene” fue a buscar a los venezolanos y les pidió que trajeran herramientas.
Así estos individuos llegaron al sitio del suceso portando “galleteras”, es decir, maquinaria con discos de corte para acero, así como algunos serruchos y martillos. Con todo esto, según confesó el propio Edgar a la PDI, estos sujetos comenzaron a desmembrar el cuerpo de Víctor, hasta separarlo en ocho partes, es decir, cabeza, tronco, brazos y piernas.
Luego, guardaron todas las partes en bolsas de basura, limpiaron el departamento y se fueron con el cuerpo desmembrado hasta el fundo Los Gomeros, en la comuna de Pelarco, donde amontonaron las partes, las rociaron con combustible y les prendieron fuego. Todo esto, según su confesión, bajo la atenta mirada del “Guatón Nene”.
Todo esto ocurrió el 28 de noviembre de 2022. Dos días después, los perros del dueño del fundo El Gomero encontraron las partes del cuerpo quemadas, dando paso a la denuncia y el inicio de la investigación a cargo de la fiscalía y la PDI. Lo primero, según explicó el fiscal, Francisco Soto, fue tratar de identificar el cuerpo de la víctima.
Para ello, fue vital que una de las manos todavía estaba en relativo buen estado de conservación, por lo cual, fue posible extraer huellas. Con posterioridad, un peritaje genético confirmó que todas las partes encontradas por la PDI correspondían a la misma persona. Luego, comenzó la etapa de búsqueda del verdadero sitio del suceso.
El peritaje de autopsia fue revelador y comprobó la bestialidad e inhumanidad de esta agresión. El cuerpo de Víctor presentaba 110 lesiones cortantes, de las cuales, 18 alcanzaban tal grado de profundidad que habían atravesado sus pulmones y órganos vitales. Con estos antecedentes, sumado a versiones de informantes, la PDI comenzó de inmediato a focalizar sus sospechas en los edificios vandalizados de Las Américas.
Pero allí ya no estaban ni Edgar ni Daniela, tampoco los sujetos venezolanos que actuaban como sus “perros”, es decir, como verdaderos soldados a sueldo o bien a cambio de droga. Con el paso de los días, se presentó una denuncia de presunta desgracia por Daniela, con el argumento de que estaba secuestrada por los venezolanos, supuestamente, por el robo de un arma de fuego, donde exigían el pago de cinco millones de pesos.
Los detectives, según explicó el fiscal, no creyeron esta versión y continuaron monitoreando teléfonos celulares, hasta que Daniela realizó una llamada pidiendo ayuda para visitar a un doctor en Santiago, señalando que ella y Edgar se habían escapado de manos de los venezolanos, pero que le habían disparado en una de sus piernas.
Justamente cuando llegó a la consulta médica, en horas de la mañana de este jueves, Daniela y Edgar fueron rodeados por detectives de la PDI de Talca. A partir de los antecedentes reunidos en la investigación, el fiscal Soto presentó cargos criminales contra ambos detenidos por los delitos de homicidio calificado con alevosía y enseñamiento.
El juez, Mario Villagra, tras escuchar al fiscal y a la abogad de turno de la Defensoría Penal Pública, decretó la medida cautelar de prisión preventiva para ambos imputados, limitando en tres meses el plazo de la investigación. Luego, a petición de la defensa, se dispuso el cumplimiento de la medida cautelar en la cárcel de Cauquenes, por motivos de seguridad.