En 1902, el periódico local de Retiro, El Municipio, dio cuenta del hallazgo de una mina de hierro en una hacienda ubicada entre esa comuna y Parral. Estudios de ingenieros especializados, incluso de Francia, destacaron la calidad y ley del metal encontrado. Treinta años más tarde, Alfredo Délano Rojas descubrió un filón de oro en el cerro Pillay, al poniente de San Javier, el cual hizo examinar por expertos en Francia, Londres y Estados Unidos, todos quienes opinaron unánimemente sobre la certeza del mineral que allí se escondía, informes que fueron publicados en un olvidado libro de 1931. Pero ni el gobierno de Riesco, quien fue informado de yacimiento de Retiro, ni los inversionistas a los que explicó Délano la gran posibilidad que se abría al explotar el metal precioso, lograron resultados (por Jaime González Colville. Academia Chilena de la Historia)
Las minas de hierro de Retiro del siglo pasado. Una de las riquezas mineras de la zona, que no se explotó adecuadamente y pudo dar grandes dividendos a la comuna de Retiro, a la zona y al país, fue el descubrimiento de los yacimientos de hierro, efectuados en 1902, en la entonces subdelegación novena, en un fundo de propiedad de la sucesión de don José Miguel Salas, entre Retiro y Parral.
Se trataba de hierro magnético, de acuerdo a los antecedentes de quienes ubicaron la mina, Luis Bambach y Pedro N. Gana.
Según la versión del periódico local El Municipio del 9 de febrero de 1902, las vetas eran dos: una denominada “Principio”, con más de sesenta metros de ancho y, a unas quince cuadras de distancia, estaba la segunda, llamada “Esperanza”, que era un enorme manto de mineral.
Se hicieron algunas pruebas en los laboratorios de la fundición de la Fábrica de Azúcar de Retiro, determinándose que se trataba de un mineral de gran calidad de acero, fierro dulce o batido y fierro fundido.
Don Ramón Barros Luco, quien era vecino y senador por la zona, tras visitar el lugar, envió una carta y muestras al Presidente Riesco. El Mandatario respondió de inmediato y dispuso la venida de un ingeniero para evaluar los yacimientos y emitir un informe sobre el descubrimiento.
Los dueños del presunto mineral, según expresó la prensa, firmaron un contrato con la firma de Mauricio Gleysner, residente en Retiro, para formar una sociedad de explotación. Incluso se analizó el construir un ferrocarril.
El mérito del hierro descubierto se acreditó de inmediato, por cuanto la Casa Gleysner, mediante el ingeniero Geissel, construyó con el hierro extraído dos pequeños cañones que eran utilizados en las salvas de fiestas patrias y otras ocasiones.
La noticia de este hallazgo llegó a niveles nacionales y de él se ocupó el Boletín de la influyente Sociedad Nacionael de Agricultura de 1902, donde se instaba a las autoridades a tomar rápidas decisiones, toda vez que la producción de hierro podía abastecer Chile y los países vecinos. Un informe del ingeniero francés Carlos Vattier, pedido por el gobierno y publicado en la prensa de 1902, determinó la calidad del mineral, pero advirtió la necesidad de efectuar una considerable inversión para su proceso de extracción. No obstante, previno que ello podría ser el inicio de la industria siderúrgica en el país.
Cabe precisar que los hoy abandonados Altos Hornos de Corral, bien pudieron construirse en esta región, si se hubiese actuado con mayor premura en esta materia. En definitiva, pese a que con una inversión adecuada, pudo llevarse a cabo esa prospección minera, ésta en definitiva fue desechada, sin que concurrieran intereses públicos ni privados en su explotación.
MINERALES DE ORO EN SAN JAVIER
Durante el siglo XIX existieron varios intentos por inscribir vetas de minerales, pero ellos fueron más intensos al iniciarse la siguiente centuria. De todos los nombrados, ninguno tuvo la perspectiva y proyección que el estudio efectuado en el cerro Pillay y el cual se comenta.
En marzo de 1908, son inscritos varios yacimientos mineros en diversos lugares de San Javier. Sus dueños son los señores Maximiliano González, José del T. Aldea, Juan Guillermo y Plácido Carmona. Los piques se ubican en Palhua, Llancagua y Arbolillo. Sin embargo, la mayor producción correspondió a la segunda mina, que se mantenía en explotación en 1931.
EL ORO DE NIRIVILO
No obstante, en 1931 – y tras la caída de Ibáñez y el consiguiente colapso económico– tanto el Chivato (la más importante mina de oro del Maule y que aún guarda metal precioso en sus entrañas) como los lavaderos de Nirivilo, fueron vistos, nuevamente, como fuentes de riqueza y trabajo. En noviembre de ese año, el entonces Gobernador de Loncomilla Eugenio Silva Henríquez, abrió las expectativas de los inversionistas con presuntos yacimientos en la localidad de Nirivilo. Según la prensa, cerca de trescientas personas fueron contratadas en las obras y, como si ello fuera poco, el Gobierno estableció un amplio poder comprador de oro, cuya oferta iba de los 12 a los 24 quilates.
EL ORO DEL CERRO PILLAY
El proyecto más ambicioso para explotar oro en la comuna de San Javier es el planteado por el empresario Alfredo Délano Rojas en 1931 y publicado en un documentado estudio de ese año. En él analiza extensamente los informes de varios ingenieros que reconocen una excepcional veta de oro y otros minerales en el cerro Pillay. En las palabras iniciales, manifiesta que la mina en referencia daría “los más óptimos frutos durante muchos años”.
Con acopio de datos y citando estudios científicos de profesionales extranjeros que visitaron la zona en diversas épocas, Délano trató de atraer inversionistas a sus proyectos.
La propiedad minera fue inscrita en el Conservador de San Javier el 13 de agosto de 1931 mediante un “acta de mensura de minas del cerro Pillay, sector de La Puntilla, comuna de San Javier del Departamento de Loncomilla”.
El documento notarial expresa que el conjunto está formado por seis minas. La prospección que planteaba Délano era respaldada por diversos ingenieros del área que, años atrás, habían analizado el terreno en cuestión: el profesional norteamericano Juan S. Sturz en un informe del 1 de abril de 1906, manifestaba que “la impresión general que hace ese mineral como futuro productor de oro es imponente”.
Dos años más tarde el ingeniero Henry L. Bernestein (miembro del Instituto de Mineralogía de Londres) en un estudio del 2 de abril de 1908, estimó la producción de oro en 0.017 onzas por tonelada, además de plata, bronce e incluso cobre. En un rango general pronosticaba la producción de oro en 35 gramos por tonelada de material extraído y, en un total de cincuenta mil toneladas diarias, esta ascendía a un millón cuatrocientos mil gramos. Un resultado a todas luces promisorio
A mayor abundamiento de datos, el profesional australiano Percy Middleton en informe fechado en Valparaíso en febrero de 1913, analizó el terreno estimando la producción en una onza de oro por tonelada. Similar opinión dio el ingeniero norteamericano Peter A. Raymond, en 1916, que pronosticó una de las mayores producciones de oro en Chile.
No obstante, esos encomiásticos juicios, respaldados por distinguidos ingenieros de esa especialidad, Délano (al igual que en las minas de hierro de Retiro) no logró reunir a los accionistas necesarios para la explotación aurífera en perspectiva. El oro sigue reposando en los cerros de Pillay, al poniente de San Javier.
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