Presento a Uds a Don Guillermo Villagrán, Trabajador Social de 52 años, quien se desempeña como docente en el Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Católica de Concepción. Nos invita a revisar nuestra propia vida y a descubrir si realmente nos regalamos un tiempo para nosotros, deteniendo nuestra marcha, para tomar fuerza y volver a retomar el camino.
“En el frenético ritmo de la vida moderna, el ocio ha sido relegado a un rincón oscuro, ignorado y despreciado como una mala palabra. Nos encontramos atrapados en un ciclo interminable de trabajo y consumo, empujados por los cotidianos remolinos de la hiperconectividad y la búsqueda constante de productividad. Somos participes de la construcción de un escenario desalentador, donde nos hemos convertido en los modernos Sísifos, condenados a cargar la roca de nuestras responsabilidades diarias hasta la cima, solo para verla caer nuevamente, una y otra vez, en una rutina sin fin.
El tiempo cae entre nuestros dedos como arena en un reloj de arena, y nos encontramos atrapados en un ciclo eterno de ocupaciones que nos deja sin aliento y sin sentido. ¿Dónde queda el espacio para el ocio en este torbellino de actividad constante? Para muchos, el ocio es considerado un lujo superfluo, un lujo que no podemos permitirnos en medio de nuestras exigencias diarias.
Paradojalmente, es en este laberinto de actividad febril donde debemos rescatar la importancia del ocio. No hablamos solo de tomar el justo y merecido descanso, sino de integrar el ocio como una parte fundamental de nuestras vidas. Es un tiempo sagrado para la creatividad, la exploración y el crecimiento personal.
El filósofo surcoreano Byung-Chul Han, nos advierte sobre la aceleración del tiempo y la pérdida de autenticidad en nuestras vidas. En este contexto, el ocio se convierte en un antídoto contra la alienación y la deshumanización. Es un espacio donde podemos reconectar con nosotros mismos, con nuestros seres queridos y con el mundo que nos rodea.
El ocio no es simplemente un tiempo vacío, sino un tiempo fértil que nutre nuestra mente, nuestro espíritu y nuestras relaciones. Es un tiempo para reflexionar, para crear, para aprender y para compartir. Es el caldo de cultivo de la verdadera riqueza de la vida.
En la desenfrenada carrera del día a día, recordemos el mito de Sísifo y tomemos un momento para detenernos, respirar y apreciar la belleza del tiempo libre, porque en el ocio no encontramos la pérdida de tiempo, sino la ganancia de experiencias, aprendizajes y conexiones que nos fortalecen para enfrentar los desafíos de la vida”.
Gracias Guillermo por tu invitación a detener de vez en cuando la marcha, para luego retomarla con más fuerza. La vida es corta, es un regalo y mientras la tengamos, tratemos de vivirla intensamente.