¿Cuál es el contexto?
Paseos de curso, actividades en piscinas y giras de estudio, copan la agenda de muchas familias durante fin de año.
¿Qué puede ocurrir?
Enfermedades cutáneas, gastrointestinales y respiratorias también pueden aparecer producto de las jornadas deportivas y recreativas que se realizan en el agua.
¿Cuál es la visión de una académica?
Así lo explicó Claudia Zenteno Cáceres, directora del Departamento de Ciencias del Cuidado de la Escuela de Enfermería de la Universidad de Talca, quien detalló que existen “diferentes enfermedades que se pueden adquirir cuando se está en una piscina, por ejemplo, la otitis aguda, enfermedades de tipo cutánea, gastrointestinales o respiratorias”.
¿Cuál es el punto clave?
Para la académica es fundamental que, durante estas actividades se tenga presente que “si yo estoy enfermo, debo evitar ingresar a la piscina para no contagiar al resto y, si me voy a meter, utilizar la ducha para retirar los restos de pasto o tierra que pueden contaminar un espacio comunitario como es la piscina”.
¿En qué hay que fijarse?
Respecto a los cuidados a la hora de desarrollar este tipo de actividades, la especialista explicó que es importante el uso de cloro en las piscinas, porque permite mantener controlada la cantidad de microorganismos y eliminar algunos tipos de bacterias y virus que se pueden alojar en este medio.
¿Cuál es la principal recomendación?
“Si yo voy a un lugar que no cuenta con autorización sanitaria, lo más probable es que no cumpla las condiciones mínimas de higiene. Ahora si de todas maneras se va hacer, visualmente se puede observar cómo está la calidad del agua. Si está turbia y hay sedimentos que se acumulan en el fondo, lo más probable es que los niveles de cloro y pH no sean adecuados, lo que estaría favoreciendo la proliferación de enfermedades”, afirmó Zenteno.