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ENTREVISTA: El amor cómplice de Isabel Riquelme y su hijo Bernardo

En Cartas al mar, Irene Padilla se sumerge en la vida de Isabel Riquelme. Un tanto desconocida por la historiografía, fue clave en la historia nacional. “Decidí sacar a la luz a esta heroína silenciada por más de 200 años”, puntualiza la autora (por Mario Rodríguez Órdenes)

Las mujeres a través de la historia siempre han estado tras el poder. Estamos viviendo tiempos en que se hace necesario sacarlas de ese lugar y ponerlas en aquel de relevancia que les pertenece. Isabel Riquelme es una figura histórica, porque vive la formación de la República chilena de punta a cabo. Es lo que hace Isabel Padilla Arriagada (Santiago, 1981) en Cartas al mar (Planeta, 2022), donde recorre la historia de Isabel, desde su infancia en Chillán hasta sus últimos días, en Lima.

Durante la conversación con Diario Talca, la autora, que es periodista de la Universidad de Chile y ésta es su primera novela, subraya: “Decidí sacar a la luz a esta heroína silenciada por más de 200 años. Ella amó con locura, fue madre soltera, acompañó a su hijo en la guerra, y murió en el exilio. Isabel fue sacudida por el destino para convertirse en la mujer más importante de la época”.

Irene, pero ¿cómo surge su interés en Isabel Riquelme?

Es un personaje que me atrajo desde que estaba en el colegio, y nace de mi interés por el propio Bernardo O’Higgins que siempre consideré era una personalidad muy atractiva, de héroe oscuro, con una vida muy difícil, que vive la gloria y el olvido en cosa de años. Ahí entendí que ella era una pieza clave de su historia”.

¿Considera que Isabel fue una mujer adelantada para su época?

De Isabel la historiografía habla muy poco, pero en ese sentido me dio algunas pistas su vida sentimental. Tuvo a Bernardo cerca de los 20 años, cuando una mujer de su época ya debía estar casada. Después contrae matrimonio con Félix Rodríguez, tienen a Rosita, enviuda, y finalmente como a los treinta años tiene una tercera relación con un terrateniente y de ahí nace Nieves Puga. Me gustó eso, noté que era apasionada y hay que entender que en esos años coloniales la única propiedad certera de una mujer era su pensamiento y su propio cuerpo. Como mujer, decidir tu vida sexual era sinónimo de rebelarte al status quo de la época, y eso molesta, y fue una molestia en la historiografía hasta el siglo XX, de hecho, nadie habla de esta tercera hija porque saca a Isabel Riquelme de esa posición de santa que le quieren dar”.

¿Su amor por Ambrosio O’Higgins fue clandestino?

“A nivel social, dentro de la zona de Penco, creo que fue una especie de secreto a voces. Luego está el hecho de que ella se convierte en amante de este hombre en un momento clave para él. Ambrosio era extranjero, tenía muchos enemigos entre los españoles y si él no lo hacía oficial, Isabel debía mantenerlo en secreto. En 1777, cuando viven esta serie de encuentros, Ambrosio está pasando por un buen momento en su carrera, pero aún no se estabiliza lo suficiente.  Era una especie de estrella en ascenso y este amorío lo hizo arriesgar bastante, y con lo pragmático que fue, no dudo de que él se deslumbró con ella, Isabel lo tuvo contra las cuerdas como quien dice”.

¿Cómo logró establecer una relación sentimental, con un hombre ya mayor, siendo que tenía 17 años?

Me alejé de dos teorías que se manejan en Chile. La primera es que esto fue amor de una semana, que se conocieron en una visita que el hizo a Chillán y en cosa de días Isabel se acuesta con él y queda embarazada. Y la otra es el abuso sexual o una violación que también se ha abordado en otras novelas históricas. Leyendo sobre la vida de Ambrosio no me hicieron sentido ninguna de las dos. Por eso en mi novela postulo otro punto de vista, y es que Isabel lo conoció mucho antes de 1777, cuando era una niña. Eso genera un lazo entre ambos más creíble, donde este hombre extranjero, amigo de su padre, es idealizado por ella, se vuelven a encontrar años después y tienen este romance”.

¿Qué atrajo a Isabel de Ambrosio O’Higgins?

En la novela se describen más detalles, pero, en resumen, era un extranjero y eso ya es llamativo, y creo que fue un tipo de formas muy cortesanas y eso sin duda era muy atractivo para una joven como Isabel que vivía en el fin del mundo en Chillán.  A pesar que lo han querido mostrar como un sujeto hosco, por el contrario, para entrar en el circulo real, Ambrosio tuvo que hacer muchos contactos en la corte española y para eso un ogro no sirve, tenías que ser una persona interesante, ser aburrido era lo último que se esperaba de ti. Él manejaba el griego y el latín; conocía a cabalidad a los pehuenches tanto su lengua, sus costumbres, tenía una fascinación con el mundo indígena y estaba obsesionado con formar lazos de amistad con ellos… Juan Mackenna que lo conoció, lo describe como un hombre de ideas y respuestas claras, asertivo, excelente estratega. Es un abanico de cualidades bien especiales en comparación a la mayoría de los criollos chilenos que eran bastante ignorantes y brutos. Y sin duda otro atractivo es el poder. Para una mujer de la época, un hombre poderoso como lo fue Ambrosio podía ser bien afrodisiaco”.

¿Cómo fue recibido su embarazo en la sociedad de la época?

En la novela abordo el embarazo solo en la intimidad de la familia Riquelme, no me preocupo tanto por el qué dirán, porque en esos años la vida sexual de los criollos era más liberada de lo que imaginamos. Es el siglo XVIII, la Iglesia Católica pierde este poder moral omnipresente de los siglos anteriores ante ideas nuevas que se gestan en Europa.  La moda, las costumbres hacen del cuerpo un objeto voluptuoso, la vida debía ser algo placentero, e Isabel Riquelme es una joven que entiende y desea vivir aquello. El hecho que mujeres criollas tuvieran hijos fuera del matrimonio era bastante (habitual). Diría que fue una época en el ámbito sexual parecida a los años sesenta del siglo XX”.

¿Qué significado tuvo que O’Higgins haya reconocido a su hijo?

Ambrosio tuvo una actitud extraña como de doble cara, tratando de esconderlo, pero al final todos sabían de Bernardo.  Bernardo se convierte en un hijo natural cuando Ambrosio firma el documento de bautismo, pero ojo, no le da el apellido. Eso es muy importante porque Bernardo como hijo natural, adquiere ante la ley española el derecho a heredar y sube en algo su rango social, había muchos niños naturales como él. Ambrosio pudo haber despreciado a su hijo y nadie lo iba condenar por ello y Bernardo habría sido un don nadie, sin embargo, optó por este movimiento legal.  Luego viene la etapa de velar por el cuidado de su hijo. Lo educa en el Colegio Carolino de Lima, y después lo envía a Londres y en ambos lugares Bernardo recibió una formación de elite y se codeó tanto en Perú como Inglaterra con aristócratas y burgueses, pero siempre como Bernardo Riquelme. Al final, y a regañadientes le deja a su hijo todo su patrimonio. Bernardo tuvo que reclamar su herencia en Lima cuando el virrey muere, y a través de un proceso judicial obtuvo el apellido O’Higgins al testar. En resumen, más que esconderlo, lo mantenía lejos de él. Nunca tuvo o quiso tener un lazo sentimental con este niño. No hay certeza siquiera de que alguna vez lo haya visto. Fue una relación muy extraña”.

¿Por qué Isabel no se casó con Ambrosio?

Cuando comencé investigar descubrí que si Ambrosio se casaba con ella no iba a perder el cargo que tenía hasta ese momento en el ejército. De hecho, John Garland, un paisano irlandés que llegó con él a Chile se enamoró de una chilena y pidió las dispensa al rey para casarse y se la dieron. Eso Ambrosio lo supo de primera fuente. O sea, él tenía antecedentes de que lo podía hacer. Incluso como Capitán General pudo casarse con ella, y Bernardo automáticamente pasaba a ser legítimo. Pero siempre hay un problema.  Si Ambrosio se casaba con Isabel era lo que en esos años llamaban un matrimonio desigual. Socialmente Isabel pertenecía a una especie de clase media de su época, si bien los Riquelme eran de casta de conquistadores españoles, no tenían títulos de nobleza ni el dinero para comprarlos. Pero más allá de todo eso creo que la causa estuvo en él, en esa vida que llevó muy errante. Ambrosio nunca tuvo un hogar. Era un hombre imparable. Sus proyectos eran otros, y no eran precisamente casarse y tener una vida tranquila en una hacienda con sus hijos y nietos. A los cincuenta años cualquiera sabe ya que quiere o no para su vida y lo suyo, por muy encaprichado que estuviera con Isabel, era seguir siendo útil para el rey”.

¿Cómo fue la relación de Bernardo con su madre?

Maravillosa. Comparten muy poco en la niñez de él, tuvieron un tiempo de cercanía cuando es internado en el Colegio de Naturales de Chillán, Bernardo tendría unos diez años, pero el tiempo juntos fue breve. De ahí no se reencuentran hasta que Bernardo vuelve de Europa, ya es un hombre de 25 años. Y ahí se genera entre ellos esta especie de alianza, una camaradería y sentido de fidelidad de madre a hijo férrea, que algunos como María Graham o José María de la Cruz fueron testigos y describen este amor cómplice que se profesaban y les llamó mucho la atención.  Era difícil en ese tiempo que un hijo confiara y demostrara tanta admiración de manera pública por su madre, y él lo hacía de forma continua y natural. Bernardo, además, sufría de síndrome de desapego o desarraigo, tenía un terror enfermizo a ser abandonado. Su madre lo sabía, por eso Isabel siempre estuvo a su lado, como fiel compañera hasta su muerte”.

Con el paso de los años, ¿qué relación mantuvieron Ambrosio con Isabel?

Es una relación amorosa que termina de manera muy trágica. Cuando Ambrosio le quita a Bernardo, para mi es clave. Bernardo era una guagua de uno o dos años de edad cuando Ambrosio ordena que un grupo de militares vayan por el niño. Fue un rapto, una brutalidad, un acto de verdad infame. Me llama la atención que se haya pasado por alto en la historiografía, incluso normalizado. Ninguna mujer entrega su hijo como un objeto. Para mí lo que hizo Ambrosio es un acto de venganza que hacen algunos hombres y mujeres hacia sus parejas a través de los hijos”.

¿Cómo repercutió en la familia de Isabel los sucesos de la independencia?

Toda la familia se hace parte de la guerra. Los Riquelme son todos patriotas, los hermanos de Isabel fueron a la guerra con Bernardo. Ella, junto a Rosita se queda en el sur y se hace cargo de Las Canteras enviando alimentos y armas como coligües afilados a las tropas. Pero para Isabel también fue un quiebre. Ella es hija de la colonia y de pronto estalla esta rebelión independentista, que fue una guerra civil. No olvidemos que en el sur había muchos lazos con España, el ejército español residía allí y las milicias realistas eran en su mayoría chilenos que peleaban por el rey. Eso significó una enemistad dentro de las familias, vecinos que se pasaron a uno u otro bando, y ella en medio de esto como la madre de Bernardo O’Higgins, el hacendado patriota más famoso del sur”.

¿Qué balance somero se puede hacer de su participación en la independencia de Chile?

Participó dentro de lo que ella pudo. Antes de que Las Canteras fuera destruida ayudó con alimentos, después en el exilio cuidó de los chilenos que cruzaron, vuelve en 1817 con su hijo y de ahí con él en el poder, se transforma en el sostén emocional de Bernardo como director supremo. Isabel no es una heroína de capa y espada. Eso habría sido absurdo, pero sin duda es un eslabón fundamental como lo fueron miles de mujeres chilenas que acompañaron a los hombres en la guerra”.

Luego de asumir O’Higgins como director Supremo, ¿qué papel jugó Isabel?

Isabel es su apoyo emocional, me parece que fue muy cauta, ella no se involucraba en política, no era una Javiera Carrera, siendo que tuvo todo el poder para hacerlo. Pero eso no quiere decir que se mantuviera al margen. Trató de ayudarlo dentro de sus posibilidades, y así lo retrato en el libro, pero Bernardo era un hombre con sus ideas claras, y cuando abdica en 1823, para Isabel, él es el gran responsable de su derrota”.

¿Qué pasó con ella cuando O’Higgins abdica y se radica en Perú?

O´Higgins abdica y queda prisionero en Valparaíso por seis meses.  Bernardo se enferma, él somatizaba todo su estrés, e Isabel era la única del círculo familiar que podía visitarlo y darle cuidados. En julio de 1823 se va toda la familia a Perú con la idea de parar un tiempo ahí y luego viajar a Inglaterra, pero al final O’Higgins se queda en Lima, y Perú se convierte en su segundo hogar. Allí Isabel continúa en su papel de mamá y abuela, de cuidar a sus hijos hasta sus últimos días. Fue una mujer muy respetada y querida, de hecho, Manuel Bulnes ocupaba Lima cuando murió y le dio funerales de Estado”.

 Irene, ¿por qué eligió el género epistolar para contar la historia de Isabel?

Como autora me acomodó la voz en primera persona, le entregó mayor fuerza al personaje. Y elegí que fueran cartas porque ella está pasando por un periodo muy difícil, entre noviembre de 1822 y enero de 1823 y necesita descargar esta tensión, estos miedos en alguien que es el personaje a quien dirige las cartas. Es un formato que se me hizo muy cómodo para escribir la novela y que va a ser un agrado para quien la lea”.

 ¿Cómo fueron los últimos años de Isabel?

Vive 75 años, muchísimo para su época. Los últimos años en Perú fueron años más pacíficos, pudo estar por fin al lado de sus hijos y de su nieto haciendo vida familiar, a pesar que Bernardo seguía tentado por volver a la guerra al final se rinde y se queda en su casa. Tienen una rutina de hacendados influyentes en la sociedad limeña. En ese periodo Isabel por fin logra tener la vida más sencilla que debió tener si Ambrosio O’Higgins no se hubiera cruzado en su camino”.

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