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ENTREVISTA: “El germen autoritario está en cada uno de nosotros”

En “Figuras de autoridad / Transformaciones históricas y ejercicios contemporáneo”, bajo la edición de Kathya Araujo, se analiza un tema crucial para las sociedades humanas: El ejercicio de la autoridad (por Mario Rodríguez Órdenes)

Kathya Araujo, doctora en Estudios Americanos y profesora titular del Instituto de Estudios Avanzados (IDEA) de la Universidad de Santiago de Chile.

La autoridad es un tema crucial en las complejas sociedades contemporáneas. Hacia mediados del siglo XX se inicia en Chile y en el mundo Occidental una discusión acerca de signos de debilitamiento de un modelo de autoridad autoritario. Un tema plenamente vigente en Chile actual. La autoridad es imprescindible para posibilitar la vida social. Sin ella no es posible resolver las asimetrías de poder que existen en las sociedades humanas.

Acaba de aparecer una investigación que nos ayuda a comprender este proceso vital. Se trata de “Figuras de autoridad / Transformaciones históricas y ejercicios contemporáneos” (LOM Ediciones, 2022) bajo la edición de Kathya Araujo, doctora en Estudios Americanos y profesora titular del Instituto de Estudios Avanzados (IDEA) de la Universidad de Santiago de Chile. La publicación reúne los trabajos de un conjunto de investigadores que analizan uno de los nudos críticos más relevantes de la sociedad actual, que es el ejercicio de la autoridad.

“Es un tema álgido por la importancia que tiene la autoridad para hacer posible el desarrollo de muchas tareas sociales como, más profundamente, para hacer posible la vida social misma. Es un tema álgido, además, porque los momentos de recomposición nos abren la posibilidad de salidas promisorias, pero también la amenaza de derivas más bien amenazantes como retornos autoritarios o ensayos totalitarios”, precisa la doctora Araujo.

El crucial proceso constituyente que vive Chile también está inmerso en esta disyuntiva. Autoridad o autoritarismo es la encrucijada a la que nos enfrentamos. Esta publicación es muy necesaria para el diálogo que requiere la sociedad chilena.

Kathya, ¿por qué es tan relevante el tema de la autoridad autoritaria en los convulsionados tiempos actuales?

“La cuestión del ejercicio autoritario de la autoridad es algo que está presente históricamente en Chile. La forma más extendida de ejercer la autoridad, sostenida en la creencia de que solo ella podría ser eficiente. Lo que ha ocurrido es que, en los últimos años, y por efecto de las transformaciones que hemos atravesado, hemos adquirido nuevas expectativas de cómo deben desarrollarse las relaciones sociales, y en particular unas nuevas ‘expectativas de horizontalidad’. Ser tratado de manera horizontal en las interacciones ordinarias.  Estos nuevos principios o ideales que aparecen en la sociedad ponen en tensión una forma de ejercer la autoridad que era histórica. Sin embargo, a pesar de que hoy es muy cuestionada esta forma de ejercer la autoridad por muchos, aún no tenemos nuevos modelos de ejercicio de la autoridad. Aún más, ella pervive porque se mantiene la convicción de que solamente una autoridad autoritaria es capaz de conseguir y tener eficacia. Como aún no hemos encontrado fórmulas nuevas de ejercicio de autoridad que consideremos eficaces, el riesgo de abrazar formas autoritarias de ejercicio de la autoridad está siempre presente, a pesar que eso vaya en contra de nuestros nuevos ideales que debemos ser tratados de maneras más horizontales y con más respeto a nuestra dignidad y autonomía”.

¿Cómo surge “Figuras de autoridad”?

“En NIUMAP (Núcleo Interuniversitario de investigación sobre individuos, lazos sociales y Asimetrías de Poder), llevamos años trabajando sobre la cuestión de la autoridad. Somos un conjunto de investigadores e investigadoras, con especialidad en diferentes dimensiones de la vida social. Así, cada uno de los y las autoras del libro, investigó en su área de especialidad sobre cómo estaba transformándose el ejercicio de la autoridad en ellas. ‘Figuras de autoridad’ es resultado de ese trabajo. Si bien es un libro colectivo, digo con varios aportes distintos, uno puede considerar que es una obra orgánica, porque viene de un trabajo conjunto, y con objetivos comunes desarrollados desde antes de la producción de este libro. La preocupación principal del libro es tratar de entender, frente a la crisis del antiguo modelo autoritario, qué es lo que las personas o instituciones están produciendo como respuesta”.

En Chile y en el mundo Occidental hacia la mitad del siglo XX se inicia un cuestionamiento al principio de autoridad. ¿Qué consecuencias tuvo?

“A mi juicio la consecuencia más importante, es que dejamos de pensar y de estudiar con más acuciosidad el problema de la autoridad. La autoridad quedó en algunos ámbitos de esta discusión, básicamente como un tema relacionado con las cuestiones de la dominación o, por otro lado, con un abordaje bastante acrítico y puramente adaptativo. Sea como sea el camino, eso ha implicado que no se innovó respecto a lo que debemos entender de la autoridad, tomando en cuenta el momento histórico actual, pero también simplemente que no se ha estudiado en toda la profundidad un fenómeno que hoy es especialmente crítico para muchas sociedades. Es crítico porque desestabilización sin nuevos modelos que se pongan en su lugar implica dificultades para el cumplimiento de varias tareas sociales”.

¿Por qué es tan peligrosa la equivalencia entre autoridad y autoritarismo?

“Es muy peligroso, porque debido a esta asociación entre autoridad y autoritarismo, muchas veces se deja sin considerar que necesitamos el ejercicio de la autoridad para tener una vida social que funcione. El ejercicio de la autoridad es funcional para cumplir un conjunto de tareas que son extremadamente importantes para la sociedad, como criar nuestros niños, o la transmisión intergeneracional de conocimiento, entre otros. Considerar que todo es autoritarismo, nos deja sin herramientas, e incentiva un problema muy grande. Afecta porque hace que quienes tienen que ejercer la autoridad se sientan inseguros al momento de ejercerla o muchas veces dejen de hacerlo. Muchas veces hemos encontrado que las personas no quieren ejercer autoridad, porque temen ser tildadas de autoritarias. El costo es que las tareas sociales que debemos cumplir empiezan a entrar en crisis”.

La recomposición de la autoridad autoritaria, ¿puede abrir paso a un retorno autoritario?

“El ejercicio de la autoridad autoritaria no ha desaparecido en Chile. Uno de los temas centrales de mis trabajos, esta vez personales, por ejemplo, un libro como ‘El miedo a los subordinados’ que publiqué en el 2016, es alertar de que esta es la forma de ejercicios de autoridad que consideramos la única viable, la única eficaz, y que se mantiene, y va a mantenerse en la medida en que persista este fenómeno que llamé el miedo a los subordinados. Este miedo a los subordinados, y estas fórmulas de gestión de la relación con ellos a través de la fuerza virtual, o de formas fuertes de ejercer la autoridad o formas de ejercicio de autoridad que exigen una obediencia maquinal, son algo que ha estado presente y que sigue presente aún en el caso de Chile”.

¿Es lo que pasó en Chile en 1973?

“Creo que es muy difícil de contestar, porque en realidad, son fenómenos mucho más complejos, que solamente esta dimensión, los que estuvieron en juego en Chile en 1973. Pero, sin duda, lo que hubo ahí fue una resolución de conflicto que pasó por fórmulas autoritarias”.

Kathya, ¿qué se entiende por poder?

“Existen muchas definiciones de lo que es poder. Una definición que a mí me parece especialmente útil, es aquella que plantea que el poder es básicamente una habilitación para poder influir en los cursos que toman los trayectos propios, las decisiones propias, pero también los trayectos y decisiones de otros”.

¿Qué significa «que todas las sociedades están constituidas por asimetrías de poder?

“Cuando uno piensa al poder como una habilitación, es evidente que no todas las personas tenemos estas mismas habilitaciones. Existen, sin duda, dotaciones de poder distintas entre las personas. Por ejemplo, socio-económicas, pero, también, capacidades físicas, emocionales, de belleza física, etc. Es decir, las asimetrías de poder son consustanciales a la existencia humana, o a la existencia de todas las especies. Son las sociedades las que tienen que encontrar formas de gestionar las asimetrías de poder, que permitan formas de vida pacificas, y que cumplan con los estándares de justicia que esa propia sociedad se ha planteado. La autoridad, en ese sentido, es un mecanismo, uno de los mecanismos que la sociedad produjo para gestionar esas asimetrías de poder. Permite lograr que alguien se conduzca de cierta manera, sin hacer el uso de la fuerza o la violencia”.

¿Implica ello que las sociedades sean intrínsecamente conflictivas?

“Sí, por supuesto, implica que son intrínsecamente conflictivas, y, por eso, supone que todas las sociedades están obligadas a producir mecanismos de gestión de estas asimetrías de poder. Mecanismos cuya orientación tiene que ser evitar, en nuestra época al menos, que lo que defina la situación sea el poder del más fuerte sobre el más débil. No siempre los mecanismos instituciones o procedimientos lo logran. Pero es un ideal para las sociedades contemporáneas. No necesariamente una realidad, pero si un ideal”.

¿Por qué las asimetrías de poder son indispensables para el desarrollo de un conjunto de tareas sociales?

“Existe un conjunto de tareas sociales en las cuales requerimos que alguien influya sobre la conducta de otros, o sobre la orientación que toman sus actos, como por ejemplo cuando un capataz dirige a una cuadrilla en una obra. Estamos en problemas si el capataz no es capaz de generar coordinación entre los trabajadores para que esa tarea sea cumplida, y para que esa coordinación ocurra el capataz debe ser capaz de producir órdenes que sean cumplidas. Todo ello implica la presencia de asimetrías de poder que se conviertan al menos temporalmente en jerarquías aceptadas. Esas asimetrías son esenciales, pero por supuesto, en la medida en que son gestionadas de una manera que es acorde a los principales valores ideales que tiene esa sociedad”.

¿Puede significar el potencial uso de las asimetrías de poder para beneficio privado o de un grupo de poder?

“Por supuesto las asimetrías de poder pueden derivar en su uso para dominar a otro, para expoliar a otro, para quitarle y retirar lo que es suyo, incluida su dignidad, etcétera. En realidad, ese es su destino más probable. Efectivamente esas asimetrías de poder pueden ser extremadamente peligrosas y erosivas para la vida social y para los individuos. Por eso, insisto, las sociedades crean mecanismos de gestión de esas asimetrías.  Sólo que esas fórmulas de gestión de simetrías de poder toman modalidades distintas”.

¿Es lo que ha sucedido históricamente en la historia de Chile?

Yo pienso que en general no es solamente la historia de Chile, pienso que en general es el riesgo de dominación en la vida social, que está siempre presente. El uso de la fuerza del más fuerte sobre el más débil. Esta construcción de las asimetrías de poder como situaciones de dominación es un riesgo constante de todas las sociedades”.

¿Cuán urgente es abordar los nudos críticos en torno al ejercicio de la autoridad autoritaria que alimentan tanto pesimismo?

“Es absolutamente urgente. Lo que estamos viendo es que muchas dimensiones de nuestra vida ordinaria, de nuestras interacciones ordinarias, de fundamentos de lo que son nuestra vida en común, o de la reproducción de una vida social relativamente pacificada, están siendo puestos en cuestión. Lo vemos, por ejemplo, en el mundo de la escuela y en la educación. Lo vemos, por ejemplo, dentro de la familia, para los padres resulta particularmente conflictivo y difícil el ejercicio de la autoridad hoy. Lo estamos viendo entre las autoridades y para el ejercicio de sus propias funciones, y el caso también de la policía es un ejemplo. Para ello es indispensable reconocer que restaurar la autoridad no quiere decir afirmar el autoritarismo”.

Una sociedad abierta y democrática, ¿qué autoridad debe privilegiar?

“En las investigaciones de NIUMAP hemos encontrado que las personas piensan que lo que debe emerger es una autoridad mucho más dialogante, con un trato más horizontal, con mayor respeto y consideración a la dignidad de las personas. Una autoridad que no sea una autoridad tutelar, es decir que no ponga el otro en posición de minorización, o en un lugar despotenciado, y que de testimonio constante de estar actuando en función del bien del otro”.

¿Cómo superar los enclaves de autoridad autoritaria que existen en el Chile actual?

“Pienso que uno tiene que empezar por abrir la discusión sobre este punto. Abrir la discusión de que un retorno al ejercicio de la autoridad autoritaria es algo que no nos beneficia como sociedad. Tenemos que tener autoridades que funcionen, eso es innegable y es indiscutible, lo que tenemos que encontrar son formas de ejercer la autoridad que sea eficaces, y que al mismo tiempo sean respetuosas de nuestra autonomía, dignidad y capacidades”.

¿Estamos lejos de una sociedad más decente, como la denomina el filósofo Avishai Margalit?

“Yo lo pondría de una manera más matizada. Sí, todavía estamos lejos. Pero sí también hemos avanzado en este camino. Reaccionamos de mejor manera ante los abusos y lo que amenace nuestra dignidad. Pero falta camino por recorrer. Para acercarnos más debemos empezar a reconocer que la sociedad no va a cambiar sin que cambiemos nosotros mismos, porque ese germen de autoridad autoritaria no está solo en el otro. El germen autoritario está en cada uno de nosotros”.

La publicación reúne los trabajos de un conjunto de investigadores.
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