Con Niños, David Roas irrumpe en la literatura fantástica y del terror latinoamericana. “El niño es también un catalizador de los miedos y obsesiones del padre: despertándolos, avivándolos o incluso descubriéndole algunos que no sabía o no creía poseer”, precisa (por Mario Rodríguez Órdenes/Fotografía: Isabel Wageman)
David Roas, escritor de literatura fantástica y del terror y crítico de renombre mundial, en una reciente conversación con Diario Talca, precisó que: “Lo fantástico destruye nuestra concepción de lo real y nos instala en la inestabilidad y, por ello, en la absoluta inquietud”. Acaba de publicar Niños (Editorial Páginas de Espuma, 2022) en que se sumerge en lo fantástico y en el terror. Algo que no percibimos en nuestra aparente normalidad. Los niños sí, tienen la sensibilidad para captarlo. Si rasgamos la aparente normalidad, nos enfrentamos al lado B de la vida, donde aparece de inmediato lo fantástico y el terror. En noviembre próximo, David Roas estará en Chile, en la Universidad Adolfo Ibáñez.
David Roas (Barcelona, 1965) es un escritor y crítico literario español de relevancia mundial. Especialista en literatura fantástica y del terror. Profesor de teoría de la literatura y literatura comparada en la Universidad Autónoma de Barcelona, dirige el Grupo de Estudios sobre lo Fantástico de la misma universidad. Entre su vasta obra destacamos: Teoría de lo fantástico (2001), La sombra del cuervo. Edgar Allan Poe y la literatura fantástica española del siglo XIX (2011) y Tras los límites de lo real. Una definición de lo fantástico (2011).
David, ¿qué podemos descubrir cuando profundizamos en nuestra aparente normalidad?
“El caos y el sin sentido… Por eso me gusta escribir e investigar sobre lo fantástico, para reflexionar sobre esta realidad incomprensible, caótica y absurda que nos rodea. Y lo absurdos e incomprensibles que somos los humanos”.
¿Eso es lo que un alucinado Edgar Allan Poe descubrió?
“No sé si descubrió nada, pero sí que sus cuentos le sirvieron para darle la vuelta a la cotidianidad, para mostrar el lado inquietante de lo real y, sobre todo, para bucear en nuestro lado oscuro. En Poe lo fantástico casi siempre va ligado a las mentes en descomposición, a la obsesión monomaníaca… Por eso también frecuentó el humor grotesco, otra forma de evidenciar la verdadera cara de lo real en todo su absurdo”.
Acaba de publicar Niños un nuevo acercamiento al mundo fantástico y del terror. ¿Por qué los niños tienen esa capacidad para comprender lo fantástico, el miedo y el terror?
“No creo que sea eso lo que ocurre: los niños pueden gozar de lo fantástico y el terror, pero a la medida de su comprensión y de su experiencia del mundo. Por eso no hay que alejarles de ese tipo de historias, sino todo lo contrario. El miedo y la crueldad no son patrimonio adulto. Dándole la vuelta a tu pregunta lo que sí es cierto es que el niño y la niña tienen otra forma de ver el mundo y eso es lo que he tratado de mostrar en algunos de los cuentos: adoptar la perspectiva y la comprensión de la realidad que pueden tener los niños, ver (pensar) el mundo a través de sus ojos”.
Es lo que usted muestra en el cuento “La agonía del salmón”, donde no hay nada perturbador en su itinerario, pero «por debajo, donde todo se enturbia y se enfría, subyace el verdadero terror, el de saberse un salmón y no saber cuál es la meta a alcanzar». ¿Ese es el destino de los seres humanos cuando se acercan a la oscuridad?
“Siento contradecirte otra vez, pero ese cuento -que no tiene nada de fantástico- no va de eso (aunque me parece legítima tu lectura). En él lo que propongo es una metáfora cruel (y autoirónica) de lo que también es la paternidad: el sacrificio, el vivir para otros, la protección, la anulación de uno mismo en función de la generación siguiente… Somos salmones. Aunque la paternidad también tiene sus placeres y felicidades, por supuesto”.
¿De qué manera la imaginación de los niños desestabiliza el sentido adulto de la realidad?
“Instaurando una distorsión de la realidad para la que ya no estamos preparados o que hemos olvidado, inmersos en el orden adulto de lo real. El niño, como decía antes, mira de otro modo el mundo, desde su capacidad y experiencia, y es capaz de proponer interpretaciones que a nosotros se nos escapan. Asimismo, y ese es otro aspecto presente en el libro, el niño es también un catalizador de los miedos y obsesiones del padre: despertándolos, avivándolos o incluso descubriéndole algunos que no sabía o no creía poseer. El niño funciona, además, como espejo en el que mirarse y descubrir desconocidas facetas de uno mismo. A la vez que te hace revisarte a ti mismo como hijo que también eres”.
La infancia, ¿siempre es inquietante?
“No, sino sería insoportable. Es inquietante, fascinante, absorbente, divertida, agotadora, traumática… Imposible reducirla a un adjetivo”.
David, ¿qué escritores han resultado claves en su formación?
“Si me permites, no solo citaré escritores y escritoras, pues el cine y la televisión han sido también fundamentales en mi formación como escritor y lector… Los cito sin orden ni concierto, empezando por los creadores literarios, y pensando en los que más me han marcado en relación a mi forma de combinar fantástico y humor: E.A. Poe, H.P. Lovecraft, Borges, Shirley Jackson, Cristina Fernández Cubas, Kafka, Lewis Carroll, Conrad, Patricia Highsmith, Kubrick, Woody Allen, los Hermanos Marx, Billy Wilder, Rod Serling, The Simpons, Hitchcock… uff, la lista es muy larga”.
¿Mantiene esa condición de lector voraz?
“Sí, por supuesto, aunque consumo mucha ficción en las plataformas de televisión (ahí es donde estoy encontrando lo más interesante en el mundo audiovisual), necesito leer todos los días… dejando aparte lo mucho que también leo cada día vinculado con mis investigaciones académicas, en las que, además, el cine, la televisión y el cómic cada vez tienen más presencia”.
¿Escribe exigido por el hábito o se deja llevar por la inspiración?
“Ojalá pudiera decir que por hábito o por inspiración…Escribo cuando puedo, pues la vida académica es muy absorbente: además de mis clases, soy el investigador principal de un proyecto sobre lo fantástico español, dirijo el Grupo de Estudios sobre lo Fantástico (formado por más de 20 investigadores españoles y extranjeros), dirijo la revista Brumal… y tengo un hijo de 10 años, jaja. Comprenderás que el tiempo que le dedico a la ficción es el que puedo robar a todo lo demás. Mi escritura es por eso inconstante. Aunque tengo la suerte de que puedo escribir en cualquier lugar y momento: de noche, de día, en el tren, en un bar, en el parque con mi hijo”.
¿Cómo es su relación con los libros, suele comprar en abundancia?
“La verdad es que sí. Además, mi mujer también es profesora de literatura e investigadora, por lo que nuestras compras de libros son constantes y abundantes. Vicio y trabajo”.
Seguramente tendrá unos cuantos miles…
“Pues sí. Entre los dos yo creo que hemos acumulado ya unos 7.000 libros… demasiados. Y cada vez hay menos espacio para colocarlos”.
David, ¿qué conoce de la literatura fantástica y del terror reciente en Latinoamérica?
“Pues la lista también es muy larga pues estoy en contacto con colegas de Perú (ahí he publicado varios libros de cuentos), Chile, México y Argentina, lugares a los que suelo viajar a menudo. Con muchos de esos colegas he colaborado en antologías y otras publicaciones, en congresos y ferias… Por solo destacar algunos excelentes escritores y escritoras (varios de ellos son, además, buenos amigos y amigas), ahí van varios nombres actuales, de diversos países, que leo con mucho placer: Cecilia Eudave, Mariana Enríquez, Alberto Chimal, Solange Rodríguez Pappe, Liliana Colanzi, Giovana Rivero, Valeria Correa Fiz, Daniela Tarazona, José Donayre, José Güich, Yeniva Fernández, Francisco Ortega, Jorge Baradit, Álvaro Bisama, Juan Chapple… la lista es muy larga, de nuevo. Pero mi relación con lo fantástico latinoamericano no termina ahí”.
¿Por qué?
“Pues me han encargado la coordinación de un proyecto fascinante: la historia de la narrativa fantástica latinoamericana, en dos volúmenes, el primero de los cuales aparecerá en marzo. En el proyecto participan más de 20 especialistas de diversos países con los que vamos a armar una historia que hasta ahora nunca se había escrito. Lo publica Iberoamericana/Vervuert con el título Historia de lo fantástico en las narrativas latinoamericanas”.
En relación a Chile, ¿conoce la obra de Juan Chapple, un notable narrador chileno, que recientemente publicó El día más salvaje. Y otros cuentos de la penumbra.
“Sí, lo leí encantado. Tiene una manera muy inquietante de combinar lo fantástico y el terror, lo urbano y el monstruo… Muy recomendable”.
¿Qué puede contar respecto a planes con la Universidad Adolfo Ibáñez, que también tiene un Centro de Estudios de lo fantástico y del terror?
“Pues me permito anunciar aquí que en noviembre vamos a organizar en la Adolfo Ibáñez un Congreso dedicado a lo fantástico en colaboración con el Grupo de Estudios sobre lo Fantástico (GEF), que yo dirijo en la Universidad Autónoma de Barcelona, y el Grupo de Estudios Literarios y Comparados. Insólito, Género y Humanidades Digitales (GEIGhd), dirigido por Natalia Álvarez en la Universidad de León, que es otra de las grandes expertas españolas en lo fantástico y lo insólito”.
¿Qué viene en sus próximas publicaciones?
“En lo que se refiere a la ficción, por ahora no hay nada definido en perspectiva, pues estoy inmerso en las muchas actividades (presentaciones, lecturas, etc.) vinculadas con la reciente publicación de Niños, mi nuevo libro de cuentos. En cuanto a lo académico, además de la Historia antes mencionada, estoy inmerso en la redacción de un estudio sobre las autoras fantásticas españolas actuales, así como en una investigación sobre las relaciones entre lo fantástico y el humor”.
¿Tiene programado algún viaje a Chile?
“En noviembre nos veremos ahí, en el Congreso del que antes te hablaba”.