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Entrevista: “Enrique sigue viviendo cada día su mayor pasión que es la política”

“Enrique Correa: mi vida, mi historia”, de Luis Álvarez, profundiza en una de las figuras claves de la política chilena de los últimos 60 años (por Mario Rodríguez Órdenes)

El autor del libro, Luis Álvarez, junto a su amigo Enrique Correa.

Escribe Luis Álvarez: “La vida de Enrique Correa no tiene grandes revelaciones. Siempre dice que no hay nada en sus ocho décadas de vida que sus más cercanos no sepan y que por eso vive tranquilo. No hay evidencia de que ejerza el poder en las sombras, como se ha dicho insistentemente. No hay ministros de gobiernos pasados que hayan denunciado un llamado impropio suyo para presionar por algún cliente, como se lee o se escucha habitualmente”.

“Cada capítulo de este libro contiene una breve introducción, para dar marco a su contenido, y luego habla en primera persona, con el fin de dar testimonio de cómo ha vivido la historia de Chile reciente uno de sus actores claves. Esperamos que estas páginas sean una contribución a una reflexión sobre los años que marcaron tan crudamente la segunda mitad del siglo XX y la manera como el país ha vivido el primer cuarto del siglo XXI”, precisa Álvarez.

Luis Álvarez Vallejos (Santiago, 1957) es periodista formado en la Universidad de Chile y magister en Comunicación estratégica por la Universidad Adolfo Ibáñez. Fue gerente de comunicaciones del Banco Central de Chile y gerente de comunicación estratégica de Imaginaccion. En medios de prensa, fue editor general de la Revista Qué Pasa, entre otras destinaciones.

¿Cómo surge su cercanía con Enrique Correa?

Conocí a Enrique en el año 2000 cuando me invitó a formar el área de comunicación estratégica de su empresa. En ese momento, yo era editor general de la revista Qué Pasa. Trabajé allí hasta mediados del año 2006 cuando asumí la gerencia de comunicaciones del Banco Central. Ahí seguimos teniendo contacto, porque él fue contratado como asesor del Consejo del Banco. Nos hemos convertido en buenos amigos”.

 

Siempre habla de Ovalle, ¿qué importancia tuvo en su formación?

Ovalle siempre ha estado en sus pensamientos importantes. Sigue leyendo cada día el diario de Ovalle. Como dice el libro, ahí estuvieron sus influencias más fuertes en su vida: el catolicismo de su madre, el comunismo de un tío que era dirigente regional del Partido Comunista, la masonería de su padre y el judaísmo de amigos de la familia. En Ovalle se unió a la Democracia Cristiana y cultivó una vocación sacerdotal que finalmente no se concretaría”.

 

¿Por qué lo considera un personaje clave en la historia de Chile reciente?

Enrique Correa fue testigo y protagonista en momentos claves de la historia de Chile. Fue uno de los fundadores del MAPU, varios de cuyos militantes han tenido también fuerte protagonismo en la política y en diversos gobiernos; en el exilio participó en la renovación socialista; estuvo entre los protagonistas de la recuperación de la democracia y fue el más influyente vocero que han tenido hasta ahora los gobiernos democráticos. Por su inteligencia y talento para interpretar lo que está pasando, sigue siendo convocado para escuchar sus opiniones y las estrategias para enfrentar crisis. Digo siempre que fue protagonista y testigo de la historia de Chile en la segunda mitad del Siglo XX y el primer cuarto que llevamos del Siglo XXI”.

 

Ingresó muy joven a la DC. ¿Qué lo hizo alejarse?

En los años 60 hubo un fuerte influjo del Concilio Vaticano Segundo sobre los jóvenes católicos, que además recibían influencia de la revolución cubana y de la guerra de Vietnam. Eso los acercó al marxismo sin dejar de ser cristianos. El libro cuenta con detalle ese proceso”.

 

Cercano al marxismo y al cristianismo, ¿qué posición tiene ahora?

“Enrique sigue siendo socialista, muy cercano al partido. Es partidario de un Estado de bienestar y se define como católico, pero no practicante”.

 

¿Qué significó para Enrique el Golpe de 1973?

“El sostiene que el golpe de Estado de 1973 es lo más grave que ha pasado en la historia del Chile independiente, más aún que la Guerra Civil del 91. Ese día, el 11 de septiembre se ejerció una violencia brutal contra la democracia, especialmente cuando se bombardeó el Palacio de La Moneda estando en su interior el presidente Salvador Allende. También dice que en los años que siguieron muchos sintieron un miedo enorme a lo que les pudiera pasar, porque sabían ya de las desapariciones y las torturas”.

 

¿Qué tareas tuvo en el exilio?

“En el exilio continuó siendo dirigente del MAPU y apoyando a los integrantes del partido que permanecían en Chile. Como parte de esta misma labor, ingresó en forma clandestina en dos ocasiones al país, con identidad falsa y con fuertes cambios en su apariencia”.

 

¿En qué momentos regresa a Chile?

“En dos ocasiones y ambas en forma clandestina: una en el año 1975 y otra en el año 1981. En la primera ocasión permaneció por casi tres años y en la segunda, estaba viviendo clandestino cuando su nombre apareció en una lista de personas autorizadas para regresar a Chile. Algunos de esa lista salieron del país para regresar legalmente, pero Enrique se quedó y validó su cédula de identidad chilena para poner formalmente fin a su exilio”.

 

¿Qué importancia tuvo en el gobierno de Patricio Aylwin?

“El equipo político más cercano al presidente Aylwin estaba integrado por Enrique Krauss, Edgardo Boeninger y Enrique Correa. Ellos tuvieron que enfrentar algunas de las crisis más importantes que vivió ese gobierno y Enrique fue un nexo relevante con los militares en el difícil proceso de retorno a la subordinación total al poder civil. Ese proceso tuvo momentos críticos que fueron el ejercicio de enlace y el boinazo y la publicación del Informe Rettig. Enrique se hizo conocido en ese gobierno y su gestión como ministro sigue siendo reconocida hasta hoy”.

 

Luis, ¿cómo fue trabajar esta biografía?

“Fue un gran desafío y una enorme responsabilidad. Para un periodista que, además, tuvo que cubrir muchos de los eventos relatados en el libro, era muy atractivo tener un amplio testimonio directo de un protagonista, pero había que reflejar de buena forma sus vivencias con los hechos propiamente tales. La recepción que hemos tenido hasta ahora me hace sentir que lo hemos logrado”.

 

¿Cómo la fueron armando?

“Fueron alrededor de 30 reuniones de conversación que sumaron 80 horas. Mis preguntas iban extrayendo los recuerdos y reflexiones de Enrique. Luego trabajé en las transcripciones para transformarlas en un relato fluido y decidimos en conjunto que haría una breve introducción a cada capítulo para ponerles contexto. Hacia el final decidimos introducir dos capítulos no contemplados en el origen: uno sobre su familia y su círculo cercano y otro con una reflexión sobre lo ocurrido tras el estallido social y la pandemia”.

 

¿Hubo temas de los que no quiso hablar?

“Siempre nos planteamos este libro como una historia de la vida política y empresarial de Enrique Correa y en ese marco nunca hubo temas de los que no quisiera hablar”.

 

¿Hace alguna autocrítica de los gobiernos de la Concertación?

“Lo que está en el libro y lo que ha dicho Enrique en sus entrevistas es que los años de la Concertación fueron los más realizadores de la historia de Chile. No hay otro período de más brillo en nuestra historia, con una sociedad que pasó de ser pobre a ser de clase media. Pero también dice que dentro de la propia Concertación hubo quienes sembraron el germen de su propia destrucción y la pusieron contra el paredón”.

 

Últimamente, ¿es correcto vincularlo especialmente al lobby?

“En el año 2001, Enrique dio una entrevista en la que dijo que hacía lobby. Fue el primero en Chile que lo dijo. Pero también fue uno de los principales impulsores de Ley de Lobby, incluso más drástica y con sanciones más duras que las que tiene la que actualmente nos rige. Con la ley que existe en Chile, el lobby es una actividad absolutamente legítima. Lo que es ilegítimo e ilegal es el tráfico de influencias, como es ilegal gestionar intereses con decisores públicos sin registrarlas por ley de lobby”.

 

¿Cómo aprecia el Chile actual?

“Lo que ha resaltado en sus entrevistas es la estabilidad que dan las bases económicas de Chile, aunque el país tiene el desafío de aumentar su crecimiento económico y para eso, se requiere una cada vez más fuerte relación público-privada y garantías de estabilidad política a los inversionistas. Para Enrique, el tema principal hoy es el crecimiento, porque cuando éste se fortalece, hay más capacidad de diálogo para enfrentar una mayor amplitud de temas en la sociedad”.

 

Ya en los 80 años, ¿en qué momentos de la vida está?

“Sigue presidiendo Imaginaccion, su empresa, que tiene a su vez dos empresas: Imaginacción Asuntos Públicos e Imaginacción Comunicación Estratégica, cada una con sus respectivos gerentes que funcionan de manera autónoma. Enrique sigue viviendo cada día su mayor pasión que es la política, sigue de cerca su evolución y está disponible para quienes consultan su opinión y realiza análisis que le solicitan desde diversos ámbitos. Sigue muy activo”.

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