“Bajo el yugo del califato”, de José Ignacio Cárdenas, nos invita a sumergirnos en los horrores de la guerra contemporánea. “El Califato ya no existe, pero permanece su ideología que sigue difundiéndose por internet”, precisa Cárdenas (por Mario Rodríguez Órdenes)

Según José Ignacio Cárdenas, el origen de “Bajo el yugo del califato” (Zuramérica, 2024) se encuentra en las impactantes imágenes de decapitaciones que circularon en el mundo el año 2014, los cuales le provocaron una profunda reflexión sobre el fundamentalismo y la brutalidad del Estado Islámico.
«Esto lo llevó a investigar y profundizar en los aspectos históricos y culturales del conflicto, con el fin de contar una historia que, más allá del sufrimiento, también revelará el poder de la esperanza y la lucha por la libertad».
Precisa Cárdenas: “Lo que muestro en el libro es una pequeña parte de una cultura mucho más rica y variada, y la mayoría de los musulmanes siguen una corriente moderada basada en la bondad y la tolerancia. Es importante entender que el mundo árabe es extraordinariamente diverso y, por lo tanto, las duras realidades que se describen no representan a la gran mayoría de la religión musulmana”.
José Ignacio Cárdenas Gebauer (Santiago, 1971) es abogado de la Universidad de Chile y escritor. Su interés por la política y la historia contemporánea lo ha llevado a incursionar en el ensayo con “El jaguar ahogándose en el oasis” (2020) y “La trampa de la democracia” (2022). “Bajo el yugo del califato” es su primera novela.

José Ignacio, ¿qué peligro para una sociedad abierta representa la expansión del Estado Islámico en el Norte de Siria?
“Siria es una sociedad bastante pluralista, no todos son musulmanes ni tampoco creyentes, por lo tanto, la posibilidad de instaurar un régimen religioso fundamentalista y aplicar la Sharía (ley islámica) representa o representó un peligro que solo es posible mantener por las vías de las armas y en localidades apartadas como en el norte de Siria. No veo posible que un régimen así pueda extenderse al resto del país, menos a la capital de Damasco”.
Los protagonistas de la novela, Munira y Manuel Jesús Muñoz, parecen estar atrapados por este Estado Islámico. ¿Tienen alguna salida?
“Es parte de la naturaleza humana intentar salidas y mantener las esperanzas de un futuro mejor cuando se está subyugado a un opresor o dictador. Algunos demoran más, otros menos. Un claro ejemplo de esto es lo que hoy vemos en Siria con el reciente golpe de Estado. Tarde o temprano las tiranías caen”.
El Estado Islámico ha sido considerado como una organización terrorista por las Naciones Unidas. ¿Cuál es su respaldo teórico?
“Su respaldo teórico está sustentado en una interpretación descontextualizada de ciertos relatos del Corán, algunos de los cuales abordo en mi novela. En esto hay que ser cuidadoso, porque el Corán, al igual que la Biblia para los cristianos, busca realzar al hombre/mujer bueno/a mediante un conjunto de consideraciones valóricas que sirvan de guía o inspiración para los creyentes. Sin embargo, hay que entender que ambos libros sagrados fueron escritos en tiempos en que el mundo se desarrollaba en una época violenta, donde las guerras eran comunes por un sinnúmero de razones. Ante tal contexto, es posible encontrar algunos pasajes violentos en ambos textos sagrados que solo es posible entenderlos cuando se contextualizan con el momento en que se escribieron. Traerlos a la época contemporánea después de siglos de historia humana y aprendizajes colectivos, puede llevarnos a interpretaciones y equívocos que no guardan relación con el fin último de ambos textos: la bondad humana”.
José Ignacio, ¿cuándo surge el Estado Islámico?
“Para responder esta pregunta hay que remontarse a 2002, cuando el fallecido Abu Musab al-Zarqawi, un jordano, creó el grupo radical Tawhid wa al-Jihad. Un año después de la invasión liderada por Estados Unidos en Irak, Zarqawi juró lealtad a Osama bin Laden y fundó al Qaeda en Irak, que se convirtió en la mayor fuerza insurgente durante los años de la ocupación estadounidense. Sin embargo, después de la muerte de Zarqawi en 2006, al Qaeda creó una organización alterna llamada el Estado Islámico de Irak (ISI, por sus siglas en inglés). ISI fue debilitada por las tropas de Estados Unidos y por la creación de consejos Sahwa (Despertar), liderados por tribus sunitas que rechazaron la brutalidad de ISI. Entonces en 2010, Abu Bakr al-Baghdadi se convirtió en el nuevo líder, reconstruyó la organización y realizó múltiples ataques en el país. En 2013 se unió a la rebelión contra el presidente sirio, Bashar al Asad, junto al Frente Al Nusra. En abril de ese año, Abu Bakr anunció la fusión de las milicias en Irak y Siria y las bautizó como Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS, por sus siglas en inglés)”.
¿Y qué explica sus horrorosos videos, con decapitaciones de militares y civiles?
“Tiene relación con la infidelidad religiosa así entendida por este grupo fundamentalista. Lo abordo en la novela, hay una explicación en los textos sagrados acerca de porqué recurrir a esta práctica y no otra, lo cual obviamente nos lleva a la descontextualización ya explicada. Pero mejor leerlo en la novela y cada uno se forme su propia opinión”.
¿Es un peligro regional desestabilizador de zonas de Irak y Siria?
“Lo sucedido en esa zona con el Estado Islámico tiene mucha relación con la guerra civil que durante años se ha desarrollado en Siria. Tal confrontación entre sirios ha generado el efecto colateral de que las fuerzas armadas estén más preocupadas de combatir a su enemigo político que proteger las fronteras, lo cual fue una coyuntura aprovechada por ISIS para instaurar su Califato. No creo que lo sucedido con ISIS pueda generar un efecto desestabilizador en la región, entendiendo por tal los países limítrofes. Hay que conocer un poco de la historia de esa región para entender que es difícil no encontrar un momento en la que no existan confrontaciones entre distintos grupos religiosos, políticos y étnicos, por lo tanto, lo veo más bien como un conflicto más que tendrá su propio apogeo y declive”.
¿Qué ha significado la limpieza étnica que ha realizado el Estado Islámico en el norte de Irak?
“No lo veo necesariamente como una ‘limpieza étnica’ sino más bien una lucha religiosa en contra de grupos también religiosos que bajo el concepto fundamentalista de ISIS ven como adoradores del diablo. Algo de esto lo explico en mi novela, así que prefiero no ‘spoilar’ su contenido”.
Las prácticas de la policía religiosa, en el Estado Islámico ¿cómo vulneran las libertades individuales?
“Mediante la imposición de códigos de la rectitud moral, como exigir vestimenta islámica y normas de conducta en público, por ejemplo, el uso del hijab de las mujeres, pero también de algunos hombres, a quienes se consideraba que vestían de manera inapropiada según el código de vestimenta islámico. Además, la patrulla también hacía cumplir los códigos de conducta islámicos en público, como evitar la mezcla de hombres y mujeres no emparentados sin un tutor masculino para este último. En fin, existen un sinnúmero de prácticas sorprendentes”.
Ataques del Estado Islámico, como los perpetrados en la sala de conciertos Bataclán en París, el año 2015. ¿constituyen una amenaza latente?
“Creo que cada vez menos, ya que el Estado Islámico ha experimentado un fuerte declive. Sin embargo, el auge de ISIS se debió en parte a que migrantes musulmanes fueran discriminados por su cultura y creencias. Obviamente con esto no quiero decir que quien se crea discriminado pueda unirse a grupos violentos para cambiar su realidad, pero en un mundo tan globalizado como el actual es muy importante que fomentemos mayores estándares de tolerancia cultural y religiosa”.
¿Cuál es la situación del Estado Islámico en la actualidad?
“El Califato ya no existe, pero permanece su ideología que sigue difundiéndose por internet. Si bien, ya no encontramos grandes zonas geográficas conquistadas por el Estado Islámico, aún persiste la detención de mujeres y niños en pequeños campamentos en muy malas condiciones en el norte de Siria. Hace muy poco vimos en la prensa cómo una esclava logró escaparse de su opresor. Diría que hoy lo que más preocupa son los lobos solitarios: extremistas y sociópatas motivados que se radicalizan con la propaganda yihadista en internet”.
La ideología en que se sustenta el Estado Islámico, ¿representa un peligro para Chile y América del Sur?
“Nada es descartable, pero lo veo muy difícil ya que en Chile y América Latina tenemos otros problemas regionales que no pasan necesariamente por lo religioso, sino lo político, sociológico y la pobreza, que de tiempo en tiempo deriva en fuertes grados de violencia. Además, somos un continente mayoritariamente cristiano en los que la religión musulmana no ha penetrado con la fuerza que sí lo ha hecho en Europa, tal vez porque en América Latina vivimos nuestras propias olas migratorias internas sin la llegada de musulmanes que preferentemente migran al viejo continente”.
José Ignacio, usted vivió en un Chile en que se vulneraron los derechos individuales y se cometieron crímenes de lesa humanidad. ¿Cómo logró sobrevivir su familia?
“En lo personal, para el golpe de Estado de 1973 tenía solo dos años y mis padres, si bien eran opositores, no participaban activamente en partidos políticos. Sin embargo, es sabido mi parentesco con Juan Pablo Cárdenas, hermano de mi padre, quien como director de la Revista Análisis sufrió un conjunto de amenazas y atentados tanto en lo personal como a su familia. Hubo periodistas de la revista acribillados, como José Carrasco, quien fue una de las tantas víctimas asesinadas por la dictadura. Siempre hemos creído como familia que mi tío Juan Pablo logró sobrevivir por la presión mediática internacional que reconocía en él su coraje para hacer prensa dentro de Chile dejando al descubierto las atrocidades del régimen de Pinochet”.
Esa experiencia, ¿qué daño provocó en la sociedad chilena?
“Produjo un quiebre que persiste hasta el día hoy. Basta estresar un poco nuestra sociedad para que aparezcan los bandos de uno y otro lado, muy propios del plebiscito de 1988. Algo de esto vimos en los procesos constitucionales fallidos y creo persistirán mientras existan personas que aún sigan catalogando lo ocurrido en dictadura como un mal necesario”.
En la sociedad chilena, hay heridas no resueltas. ¿Qué hacer para superarlas?
“Creo que la única forma de superar un trauma así es que exista una condena sin matices ni explicaciones del ‘contexto de la época’ de lo ocurrido desde el Golpe de Estado del 73 hasta el término de la dictadura de Pinochet”.
¿Es posible pensar en un Chile reconciliado?
“Me temo que no, y será solo el tiempo junto al cambio generacional lo que irá dejando atrás tan siniestro pasado”.